Señales

En la oscuridad de mi habitación, con la suave y refrescante brisa que entra por la ventana que he dejado abierta tranquilidad, me encontraba inmersa en un sueño profundo que se vio abruptamente interrumpido por el torbellino de imágenes perturbadoras que invadieron mi mente.

Había vuelto a ese día en la plaza. El traumático día en que fui secuestrada, sintiendo la opresión en mi pecho mientras corría aterrada por un oscuro callejón. Los ecos de los gritos resonaban en mi cabeza, y la imagen de un hombre caído, sin vida, me perseguía como una sombra macabra. Mi respiración agitada resonaba en mi sueño cuando, de repente, me encontré cara a cara con la figura de un hombre que no lograba reconocer, sosteniendo un arma amenazadoramente.

—Eres la siguiente —susurró el hombre en mi pesadilla, mientras apuntaba directamente el arma hacia mi.

En un sobresalto, ante el estruendo del disparo, me desperté. con mi cuerpo empapado en sudor y un grito atrapado en mi garganta. La puerta de mi habitación se abrió de golpe, develando a Santiago que se dirigía a mi con semblante preocupado.

—¡¿Qué pasa?! —exclamó, envolviéndome en un abrazo reconfortante.

—¡Estoy bien! — Le advertí, consiente de que el culpable de mi pesadilla era él y lo aparté bruscamente al recuperar la compostura

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Escuché tus gritos. Pensé que algo malo estaba pasando— Balbuceó desconcertado.

—No es nada. Solo fue una pesadilla —respondí, tratando de restarle importancia al asunto. Me incorporé en la cama, cubriéndome con las sábanas, consciente de la reveladora pijama que llevaba puesta.

Sé que él pudo notar mi incomodidad ya que asintiendo a mi pedido, se puso de pie.

—Si necesitas algo, estaré en mi habitación— Sin decir nada más que eso, se acercó a la puerta y se marchó.

Necesito salir de aquí o voy a enloquecer.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Después de esa noche, las siguientes no fueron mejores. Las pesadillas se volvieron más y más recurrentes y todas terminaban de la misma manera, con ese misterioso hombre apuntándome y disparándome.

Que Santiago entrara cada noche y me abrazara ya se me estaba haciendo costumbre, desde que escuchaba mis gritos no tardaba ni dos segundos y entraba corriendo a mi habitación y en la mañana, algo que no se si agradecerle, no se molestaba en mencionar ni preguntarme nada.

Quiero pensar que la culpa lo esta atormentando un poco, porque hoy, me informó que había preparado un evento para la inauguración de una escuela que había mandado a hacer en mi nombre.

Supongo que esto es una de las cosas que ha planeado con antelación ya que de otra forma no me imagino como lograría tener todo listo tan rápido.

Al llegar al pueblo, el bullicio de la gente se arremolinaba a nuestro alrededor mientras Santiago y yo caminábamos juntos por las pintorescas y adornadas calles. La seguridad de Santiago seguía mis movimientos de cerca, sin perderme de vista ni un segundo, asegurándose de que no pudiera escaparme.

A pesar de la cautividad implícita, Me estaba esforzando por mantener una fachada de normalidad, saludando alegremente a las personas que se acercaban para darme la bienvenida de vuelta, ahora aparentemente sana y salva.

—¡Qué alegría verla de nuevo! —exclamó Carmen, abrazándome efusivamente.

—Gracias Carmen— Respondí con una sonrisa forzada, mientras mi mirada se desviaba hacia el bullicio de la multitud.

De repente, cambié mi expresión al divisar a Alejandro entre la multitud. El corazón me dio un vuelco, y la confusión en los ojos de Alejandro me hizo sentir incómoda. Rápidamente, sabiendo la impulsividad de Alejandro, busqué la forma de evitar un enfrentamiento entre él y Santiago.

Con la ansiedad creciendo, me acerqué a Santiago, mirándolo con urgencia.

—¿Ya podemos irnos?— Santiago se lo tomó por sorpresa mientras continuaba sonriéndole a la gente con total familiaridad ignorando por completo la presencia de Alejandro.

—Aún no has inaugurado la escuela — Respondió él.

—¡Entonces que empecemos ya!— Urgí, tomándolo de la mano y acercándonos al gran listón rojo en la entrada de la escuela.

Intentaba mantener la calma, ocultando mis temores mientras sonreía ante el público y trataba de divisar nuevamente a Alejandro.

No tarde mucho en volverlo a encontrar, su metro ochenta lo hacia resaltar entre la multitud. No era capaz de apartar la mirada de él, como si obsérvalo haría que se mantuviera donde esta, pero al notar su mandíbula tensarse mientras la mano de Santiago se deslizaba por mi espalda para atraerme hacia él, mis nervios se dispararon.

—¡Aquí está el futuro de nuestro pueblo! —Exclamó Santiago, brindándome unas tijeras

Con un gesto rápido, corté el listón bajo los aplausos de todos los presentes y de pronto lo recordé. Recordé aquello que tanto me repetía Alejandro.

Lleve mi pulgar hasta el lóbulo de mi oreja derecha y lo frote dos veces.

Volví a mirarlo y esta vez, su semblante estaba mas relajado, prácticamente aliviado. Él me había enseñado esa señal. La había creado para que yo pudiera pedirle ayuda discretamente siempre que lo necesitase.

Una pequeña sonrisa se formo en mis labios. Ya no estaba sola en esto, había alguien que sabía la verdad y podría ayudarme.

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Comments

Lisbeth Valbuena

Lisbeth Valbuena

muy raro que ximena este teniendo todos los días esas pesadillas, muy raro todo quien será el.hombre que le dice que ella es la próxima 🤔 🤷

2024-11-05

0

Yazmin Gómez

Yazmin Gómez

no quiero pensar que Alejandro es de los cuervos

2024-09-11

1

Martha Serrato Cisneros

Martha Serrato Cisneros

Pues no se que pensar de las pesadillas de Ximena pero algo muy raro hay en ella, algo le quieren decir y ella no está poniendo atención, se desgasta mucho pensando en la manera de escapar de Santiago. Y pues ojalá que ese tal Alejandro no sea doble cara

2024-09-05

0

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