Amenaza

Santiago

La oficina se sume en un incómodo silencio en cuanto al abrir la puerta, veo a mi ex esposa, sentada con gesto desafiante en una de las sillas.

—Quiero que te vayas mañana mismo de la hacienda, Mónica— Hemos tenido esta conversación cientos de veces desde que nos divorciamos y he sido tolerante, pero ahora que Ximena esta aquí, las cosas han cambiado.

—Esta hacienda también es mía, ¿recuerdas? Puedo quedarme lo que se me de la gana.

La tensión flota en el aire mientras me acerco a mi escritorio.

—Tenemos un acuerdo. Así que dime, ¿Por qué viniste sin avisar?

—Los niños querían verte, además, tenía el presentimiento de que algo estaba pasando y mira, tuve razón. Una gata se quiere quedar con lo que es mío.

—¿Qué quieres?— Mónica siempre ha sido una completa demente cuando se trata de celos, por lo que lo menos que quiero es tenerla cerca de Ximena.

—Hablar sobre la nueva invitada que has traído a vivir a mi casa.

—Mónica, tus estupideces me dan jaqueca. Deja de querer hacer este teatrito de celos y de verdad dime ¿Qué quieres?

—Tu futura esposa. ¿Es eso lo que piensas? ¿Qué va a ser tu esposa?— Habló evitando la pregunta. —No lo creo, Santiago. No firme el estúpido divorcio para eso. Tu nunca vas a pertenecer a otra, no lo voy a permitir— Dijo mientras se ponía de pie y caminaba hacia mi. —¿Qué ya no recuerdas las cosas que te hacia sentir?— Se colocó a horcajadas sobre mi y me acarició el cabello. —Solo yo se las cosas que te gustan y como complacerte.

La detuve en cuanto su mano se deslizo por mi entrepierna.

—Sí, lo será. Ella será mi esposa.— Tal vez ahora mismo Ximena no esté de acuerdo con el matrimonio, pero es solo cuestión de tiempo para que acepte. —Y tal como dijiste, cariño. Me hacías sentir cosas, pero ahora...— Le dije poniéndome de pie junto a ella— No me provocas ni la mas mínima reacción.

—Supongamos que si es cierto lo que me dices— Inquirió con su tono chirriante y molesto. —¿Le dirás todo? ¿Le mostrarás quién eres en verdad? ¿Tus negocios y tus demonios?

Lo que más quiero es que Ximena pueda conocer al verdadero yo, pero si le digo ahora, lo más seguro es que se asusté y me dificulte las cosas para acercarme a ella.

—Planeas doblegarte solo por esa tipa que ni siquiera está dispuesta a aceptar quien eres. Has caído muy bajo.

Aproveché su cercanía para tomarla del cuello con rapidez y ejercer presión.

—San...Santiago...¡COF!...Espera.

—Vuelve a cuestionar una vez más mis decisiones y nuestros hijos tendrán que vivir sin su madre.

La solté provocando que volviera a tomar asiento tratando de recobrar el aliento.

—Vete de aquí. y recuerda, que si me llego a enterar que le dijiste o hiciste algo para que Ximena se enteré de todo y haré que acompañes a tu padre en la tumba— Sin tener que hablarle mucho mas, la veo salir despavorida de la oficina.

Haré las cosas bien. Voy a hacer lo que sea para enamorar a Ximena y no permitiré que nada ni nadie se interponga.

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