Ocultar la verdad

Al parecer, el desayuno no fue del todo un fracaso ya que Santiago insistió en que lo acompañara en un picnic solo los dos. No se cuanto tiempo me llevara concretar mi plan, pero de lo que estoy segura es que utilizaré todo a mi alcance para que sea el menor tiempo posible.

Siguiendo a uno de los empleados de Santiago, no tarde mucho en llegar a la orilla de un idílico y serpenteante río que fluye con suavidad, reflejando los rayos dorados del sol que se filtran entre las hojas de los árboles circundantes. Un suave murmullo del agua brinda una atmósfera serena y tranquila y en cuanto veo a Santiago, el cual se encuentra de espaldas, vistiendo unos jeans blancos y una camisa floreada de mangas cortas.

Me detengo y le hago una señal al joven que me acompañaba para que se vaya y me deje continuar sola, si es que se puede decir sola, ya que a lo lejos puedo ver a varios de los hombres de Santiago vigilando el perímetro.

Junto al hombre que ahora era el dueño de mi libertad, sobre una mullida alfombra de hierba verde, se encuentra una gigantesca manta en color beige con varias frutas y bebidas sobre esta y en cuanto doy unos pasos más, este se percata de mi presencia y se da la vuelta sonriente.

—Pensé que no podrías ser mas hermosa, pero...uf...¡Estás radiante!— Con la misma emoción que él me profesaba le dije gracias mientras terminaba de acercarme a él.

Escogí este vestido cuidadosamente esperando la reacción que me acaba de dar. Un hermoso vestido de seda en color azul con un pequeño escote y la espalda descubierta. No llevaba sostén y se perfectamente que él se ha dado cuenta porque no deja de comerme con la mirada.

—Ven, siéntate— Le hice caso y me senté junto a él sin dejar de observarlo ni un segundo. —¿Te sirvo una copa?

Asentí viendo como tomaba la fría botella de champan y la vertía en dos copas.

—Celebremos por nosotros. Por nuestro futuro.

—Salud— brindemos por que desaparezcas de mi vida lo antes posible.

—Escucha, Ximena— Su tono cambio de extasiado a serio de repente y me tense. Con este hombre nunca se sabe. —La gente ha empezado a sacar sus conclusiones sobre tu desaparición. Se perfectamente que eres muy querida por todas las personas de aquí y solo es cuestión de tiempo para indaguen y que lleguen a la hacienda.

Lo miro confundida sin entender a donde quiere llegar.

—Necesito que hagas algo por mi— Dice tomándome de la mano. —Por nosotros— Rectifica.

—¿Qué cosa?

—Quiero que hables ante los medios y les digas que estas bien, que yo te salve de los secuestradores y que has decido quedarte conmigo porque te sientes segura— Me quedo helada en cuanto lo escucho.

—¿Tu quieres que yo le diga a los medios que las personas que murieron por tu capricho no fue por tu culpa?— Este asiente sin decir ni una palabra más. —Estás loco. ¿Quién te dice que no aprovecharé la oportunidad para revelarles a todos que fuiste tu el culpable de todo eso?

Su mandíbula se tensa y noto perfectamente que no le está gustando nada lo que estoy diciendo.

—Sé que no dirás nada— Habla volviendo a su postura relajada de hace un rato. —Creo que hemos dado el primer paso para acercarnos, si no, no estarías aquí— Lo escucho hablar y solo puedo voltear los ojos ante la negación en la que vive. —Pero de igual forma, para asegurarme de que no vaya a pasar alguna idea loca por esa cabecita rebelde que tienes, te haré una promesa.

Sus increíbles ojos azules se posan sobre mi. Solo me observa, como un león a su presa.

—Por cada cosa que digas sobre nosotros o lo que en verdad sucedió esa noche, mataré a alguien en el pueblo.

Me quedo dura como una estatua. No puedo ni pestañear debido a sus palabras. Lo dijo con una naturalidad y convicción que estoy segura de que lo dijo muy en serio. Estoy en un picnic con un monstro, un hombre sin escrúpulos y del cual, en este momento, estoy aterrorizada.

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