Capítulo 17

El sonido seco de la cachetada resonó en el lugar como un látigo. Los temidos mafiosos, sanguinarios y respetados, parecían ahora un grupo de viejas chismosas. Sus rostros desconcertados eran todo un poema. Todo ocurrió como una escena de película en cámara rápida: Andrea gritándole desafiante a su jefe, Aziel amenazándola con dispararle si no se callaba. De repente, la señora Emily apareció de la nada y, sin mediar palabra, su mano se estampó contra la mejilla de Andrea con un chasquido sordo.

—Me mentiste —fueron las únicas palabras que la esposa de Rinaldi le dedicó a su supuesta heroína, con una mirada gélida.

Los hombres quedaron aún más confundidos ante la situación. Estaban acostumbrados a peleas entre machos, a golpes y amenazas, pero las diferencias entre mujeres resultaban mucho más complejas e incomprensibles para ellos.

—Yo... no es lo que piensas, déjame explicarte... —Andrea se masajeaba la mejilla enrojecida, mientras corría tras la airada Raquel.

Julián miraba desconcertado a sus compañeros, con los ojos desorbitados. ¿Eso realmente estaba ocurriendo? Como último acto, Aziel iba detrás de su mujer, amenazando a Andrea con matarla si no dejaba en paz a Emily.

—Maldición, ¿qué demonios acaba de pasar aquí? —expresó Irán, experto en dramas de pareja, rascándose la cabeza.

—No lo sé, pero vaya lío es este —secundó otro, encogiéndose de hombros.

—Concentrémonos en lo nuestro —recomendó Rubén con un suspiro, evitando conflictos innecesarios.

La tarde se volvió noche lentamente, y todos se preguntaban cuándo volverían a casa. Ese pueblo perdido en la nada los deprimía con sus casitas de madera mal construidas. Percibían la miseria con todos sus sentidos: el olor a humo, las ropas remendadas, las calles polvorientas. Sin embargo, los campesinos se mostraban ajenos a su propia pobreza. Con espaldas rígidas se levantaban muy de mañana con el objetivo de cultivar la tierra, las mujeres ni se inmutaban cuando el humo les tiznaba el rostro, mucho menos al ver a sus hijos pequeños gatear entre la tierra. «Miseria, miseria, miseria», se decían los mafiosos entre ellos hasta el cansancio.

Ante el aburrimiento; mirar aquella jovencita en blusas diminutas resultaba más atractivo. Rocío emanaba una apariencia de inocencia; muy contrario a lo que quería provocar en ese grupo de hombres. Le encantaba jugar con fuego y Rubén ansiaba quemarse.

—Es una locura —le regañó una de sus compañeros en un susurro.

—Quizá —contestó—. El jefe no se dará cuenta. Está muy entusiasmado con la señora, ni notará mi ausencia.

—Haz lo que quieras, si te metes en problema es cosa tuya.

Rubén sabía que perdería la cabeza si Rinaldi se enteraba de su atrevimiento. Temeroso, respiró profundo y pensó mejor las cosas: su jefe ni siquiera mostraba una pizca de interés en esa chica, todo giraba en torno a la señora Emily.

«Ni se dará cuenta», pensó, imaginándolo como un perro al lado de su esposa.

Esa noche se armó de valor, se acercó a Rocío y tomados de la mano se escabulleron hacia una casita abandonada, lejos de la caravana. Tras un par de besos ardientes, las pantaletas de la chica cayeron al suelo y comenzaron su juego pasional. Rubén se dijo que valía la pena cada segundo; la muchacha resultó ser tan ardiente como la lava candente de un volcán en erupción. Acarició su piel suave y sensible con devoción.

Terminaron con mayor deseo insatisfecho del que tenían al iniciarse

—Llevó mucho tiempo fuera, si pregunta por mí el señor, estaré en problemas —se disculpó por no poder quedarse otro rato. Dar la impresión de un animal que solo satisface sus deseos carnales y se va, no es su estilo.

—Nos vemos en un rato —fue la respuesta melosa de Rocío.

Saliendo de entre los árboles, su mala fortuna lo hizo encontrarse con quién menos quería: la esposa de su señor.

Emily lo observó de arriba abajo, el abrigo mal abotonado, su frente con una ligera capa de sudor. Y atrás de él salía la chica que juró robarle el corazón de su marido, con las ropas arrugadas y el cabello enmarañado.

—Buenas noches, señora —dijeron los dos casi al mismo tiempo.

Emily asintió, restándole importancia, los dos se veían en edad para saber lo que hacían.

Corriendo regresó con sus compañeros.

—Eres un idiota —le reclamó uno—. Al menos tienes más acción que Rinaldi.

Rubén soltó una pequeña carcajada, pensando el humorcito que se cargaría el jefe. Los últimos chismes que rondaban decían que la boca suelta de Andrea, gritó a los cuatro vientos que Rinaldi no merecía a la señora. Contando su enorme obsesión por Kenia y su mala fama con las mujeres.

Tuvieron que esperar dos largos días para recibir la orden de volver a la civilización que tanto añoraban.

En el viaje de regreso, todo era hostilidad. Rocío proyectaba una imagen de soberbia e insolencia, remarcando su supuesta superioridad frente a la señora Rinaldi con miradas altivas. Mientras que Emily la ignoraba olímpicamente, fingiendo no escuchar sus palabrerías envenenadas.

«Es un poco hombre, hicimos lo que hicimos para que no sufras lo que yo sufrí», las palabras de Andrea golpeaban con fuerza sus pensamientos.

Emily se replanteó sus sentimientos, reconociendo que amaba a ese hombre con locura, y agradecía a todo lo sagrado por tenerle a su lado de nuevo; no obstante, no era tonta. Los campesinos solían ser muy infieles, ¿y que se podía esperar de un líder criminal?

—¿Te sientes mal? —le preguntó Aziel, haciéndola dar un brinco.

—Un poco mareada por el viaje. —Se acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja—. Perdí la costumbre, supongo.

—No le creas nada a esa mujer —sin sutileza trajo a colación las palabras de Andrea—. Alguna vez fui un poco de lo que ella te contó, pero ahora soy tuyo. Y no quiero a ninguna otra mujer.

Una sonrisa cálida se dibujó en los labios de Emily.

—Te amo —se sinceró con un brillo en sus ojos.

Él acortó la distancia entre ellos, y una pequeña figura se aferró al regazo de su mujer.

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Comments

Carmen Diaz

Carmen Diaz

hooo que mas viene

2024-07-24

0

Adriana Sanchez

Adriana Sanchez

Que espeta Emily 0ara decirle al niño que el es su papá

2024-07-06

0

Laura Coliz

Laura Coliz

esos hombres están peor que las mujeres nadamás les falta las palomitas para ver cómo termina la historia 🤭🤭🤭🤭irán pensando de que me perdí /Facepalm//Facepalm//Facepalm//Facepalm//Facepalm/

2024-04-25

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