Capítulo 8

Bajo el cielo vasto y despejado de Michoacán, Aziel y su grupo avanzaban por caminos polvorientos que serpentean a través del paisaje verde y montañoso. Una de las chicas, la de estatura más baja y cabello castaño, llevaba puesto un pequeño top que dejaba al descubierto su delgado abdomen, haciendo resaltar ese piercing lateral que brillaba, logrando que la temperatura de los hombres se elevara.

Aziel, con un tono más estricto de lo habitual, recordaba a sus acompañantes la importancia de mantener un perfil bajo.

—No estamos aquí para destacar. Somos turistas, nada más —enfatiza por sexta vez, sin siquiera mirar a la chica a los ojos.

A medida que el vehículo atravesaba el terreno, el contraste entre la belleza tranquila de la región y la tensión palpable dentro del grupo se hacía más evidente. Para matar un poco el aburrimiento, las chicas comenzaron una conversación:

—Mi nombre es Rocío y hace un par de semanas cumplí 20 años —contó la joven acomodándose una blusa menos reveladora—. Y aunque nadie me preguntó, me dedico a la prostitutación desde los 17 años.

Lina y Martha, se miraron entre sí, y contaron que ellas solo eran meseras de un bar de mala muerte.

—No pongan esas caras largas, hago eso porque me gusta, nadie me obliga a nada.

—Eso es bueno —le contestó Lina con una sonrisa forzada, mientras que Martha soltó un suspiro profundo.

—Pueden bajar la voz, no estamos en un mercado, chismorreando —las regañó Jennifer, quien resultó ser la esposa de uno de los empleados de Rinaldi.

Por su parte, Aziel en su lado de la casa rodante detallaba su plan mentalmente: “Evitar problemas, que no piensen que hemos venido a invadir su territorio. El grupo de 30 hombres estaría esperando kilómetros atrás, listo para intervenir si fuera necesario”.

Cuando el cielo azul se tornó oscuro, y los demás en la caravana caían rendidos por el cansancio, Rocío se adentro al cuarto de Aziel, reduciendo la distancia entre ellos con una confianza que no pasaba desapercibida.

—Debe ser difícil ser el líder todo el tiempo, ¿no necesita un descanso de vez en cuando? —Su voz llevaba un tono sugerente, y sus ojos no dejaban lugar a dudas sobre sus intenciones.

Rinaldi, quien revisaba un mapa del área, levantó la mirada hacia ella. Sus ojos se encontraron por un momento, y aunque por un instante pareció considerar la naturaleza de su pregunta, su respuesta fue firme.

—Mi único descanso vendrá cuando hayamos completado nuestra misión.

Pero Rocío no se dio por vencida. Con una sonrisa que pretendía ser encantadora, se inclinó ligeramente hacia adelante, con ambas manos tocando el suave colchón.

—Todos necesitamos un poco de... alivio, especialmente en momentos de tensión. Estoy aquí si necesita... relajarse.

Aziel cerró el mapa con un movimiento rápido e imponiendo una distancia no solo física sino también emocional entre ellos.

—Lo que necesito es que te concentres y seas profesional. Ve a tu lugar —respondió con una severidad que no admitía réplica—. Cada uno de nosotros tiene un rol que desempeñar aquí, y espero que te tomes el tuyo en serio.

La reacción de Aziel dejó a Rocío momentáneamente sin palabras. La intensidad de su mirada y la firmeza en su voz dejaron claro que no había lugar para distracciones en su “plan”. Rocío se levantó del asiento, sintiendo cómo la atmósfera se cargaba con una energía tensa. Se preguntó si de verdad era tan hermosa y seductora como había creído.

—Entendido, señor —dijo finalmente, con un tono que intentaba ocultar su desilusión. Se alejó, dejando a Aziel solo con sus pensamientos.

En la mañana las montañas se alzaban majestuosas en la distancia, sus cimas apenas visibles entre las nubes bajas que las coronaban, creando un espectáculo de sombras y luz que cambiaba con el movimiento del sol. Aquí y allá, pequeños arroyos serpenteaban entre las colinas, sus aguas cristalinas reflejando el cielo azul y el follaje que los bordeaba.

A medida que avanzaban, los signos de la vida rural se hacían más evidentes: campos de maíz y aguacate en pleno crecimiento, modestas casas de adobe dispersas en el paisaje, y de vez en cuando, la figura solitaria de un campesino trabajando la tierra, completamente absorto en su labor.

El aire fresco y puro, cargado con el aroma de la tierra y la vegetación, invadía los pulmones, ofreciendo un respiro natural a la tensión que llevaban consigo. A pesar de la belleza tranquila y la aparente paz que ofrecía el entorno, el grupo no podía dejar de sentir una especie de anticipación cargada de nerviosismo por lo que les esperaba. A cientos de cientos de kilómetros de lo que conocían.

Por fin, después de tanto viaje llegaron a la entrada del pueblo, el grupo descendió del vehículo, dispuesto a adoptar su papel de turistas curiosos. Sin embargo, su intento de ingresar de manera discreta fue interrumpido por la aparición de miembros de una banda criminal local, quienes los confrontaron con desconfianza.

—¿Qué buscan aquí? —inquirió uno de los hombres, su tono hostil y la mano sobre el arma en su cinturón enviaban un claro mensaje de alerta.

Aziel, manteniendo la calma ante la situación tensa, intentó explicar su presencia de manera pacífica.

—Solo estamos de paso, admirando la belleza de Michoacán y su cultura. No buscamos problemas —aseguró, esperando apaciguar los ánimos.

La tensión en el aire era palpable, como una cuerda estirada a punto de romperse. A pesar de los esfuerzos de Aziel por mantener una fachada de turista, la desconfianza de la banda criminal amenazaba con desbaratar su cuidadoso plan.

—No nos gustan los mirones, así que lárguense a la chingada de aquí —chasqueo los dedos marcando el énfasis en sus palabras.

—Venimos en paz, amigo —volvió a insistir Rinaldi —. Traemos chicas y ya sabes les gusta ver vegetación, le atrae esas mierdas de gente marginada —les dijo en voz queda.

—Lleva a tus mujeres a otro lado.

En ese momento crítico, el destino de su misión pendía de un hilo, con cada palabra y gesto siendo potencialmente decisivo.

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Comments

Edna Miranda

Edna Miranda

no lo puedo creer a los dos le han mentido pero por qué Mario lo hizo a ella que el estaba muerto y a él que ello lo estaba, bien que a él le ella está muerta es entendible para protegerla pero porque a le dijo lo mismo a ella 🤔🤔🤔

2024-03-05

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