Capítulo 11

Era uno de esos días en que el sol se escondía detrás de las nubes. Raquel estaba en su casa, esa construcción de adobe que había sido su refugio y su cárcel en los últimos tiempos. Alán, su pequeño, jugaba en el suelo con unos cuantos juguetes desgastados, ajeno a las preocupaciones que agobiaban a su madre.

Por la tarde, Mario, el esposo de Margarita, se acercó con noticias poco alentadoras. A pesar de los esfuerzos de la comunidad por encontrar respuestas sobre Luvina, aquellos hombres que controlaban el pueblo no ofrecían ninguna explicación. La inquietud encima todos como una sombra pesada y fría.

Sentada en una silla vieja, mirando a través de la ventana cómo la tarde daba paso a la noche, Raquel no podía dejar de pensar en su amiga, pero ¿Qué podría hacer ella? Era una simple seudo maestra en un pueblo donde las mujeres eran tratadas como esclavas. La impotencia la invadía, mezclándose con el miedo y la frustración.

"Tal vez sea hora de irnos," pensó. La idea de huir no le agradaba, pero la seguridad de su hijo era lo más importante. Recordaba las palabras de Andrea, esa promesa de ayuda, esa posibilidad de escapar de la opresión que sentían día tras día.

—Cuando Andrea vuelva, quizás podamos encontrar una salida —murmuró para sí, acariciando la cabeza de Alán, quien se acercó buscando consuelo en los brazos de su madre. Andrea había sido una luz de esperanza en los momentos más oscuros, y Raquel confiaba en que, con su ayuda, podría, al menos, encontrar un camino seguro lejos de allí.

Horas después, la noche cayó sobre el pueblo, envolviéndolo en un manto de silencio. Raquel acostó a Alán, quien se quedó dormido casi de inmediato, exhausto por el día. Ella, en cambio, se quedó despierta, mirando las estrellas a través de la ventana rota, preguntándose qué les depararía el futuro. La decisión de irse no era fácil, pero sabía que, por el bien de Alán, debía ser valiente y tomar las medidas necesarias para protegerlo.

Mientras la luna ascendía en el cielo, Raquel sentía una mezcla de temor y determinación.

—Nos iremos —se prometió—, encontraremos una manera de salir de este lugar y empezar de nuevo.

La idea de un nuevo comienzo, aunque aterradora, le ofrecía un atisbo de esperanza en la oscuridad.

La oscuridad de la noche envolvía la pequeña casa de Raquel, y el silencio habitual se rompió con el ladrido insistente de los perros. Era una señal de alerta que no podía ignorar, las noches siempre habían sido un refugio de paz hasta ese momento. Intentó mantener la calma, pero los gritos de Mario, que resonaban desde algún lugar cercano, la hicieron saltar de su cama, el corazón latiendo desbocado.

La incertidumbre sobre las intenciones de los visitantes nocturnos la inundó de terror. ¿Habían venido por venganza debido a las presiones por la desaparición de Luvina? ¿O quizás buscaban a otra víctima para llevarse? No había tiempo para especular.

Con prisa, pero con cuidado, despertó a Alán.

 —Vamos a hacer lo que practicamos, amor —le susurró con urgencia, tratando de esconder el miedo en su voz. Rápidamente, lo acomodó en una canasta que solían usar para recolectar las verduras del huerto—. Pase lo que pase, no hagas ruido. Y nunca olvides cuánto te ama mamá. —Cubrió la canasta con varias capas de tela y la escondió cuidadosamente debajo de la mesa, en una esquina oscura de la habitación.

Raquel oró en silencio, suplicando que aquellos hombres solo buscasen intimidarlos y luego de un rato se fueran. Pero entonces, los golpes en su puerta comenzaron. Cada uno más fuerte y amenazante que el anterior. El miedo se apoderó de ella, no por su propia seguridad, sino por la de Alán. No podía soportar la idea de dejarlo solo, de que esos hombres le hicieran algo.

—Debo sobrevivir —se dijo a sí misma, con una determinación férrea.

 Estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para proteger a su hijo, para asegurar que ambos salieran de esta situación con vida. Mientras caminaba sigilosamente a la puerta, su mente trabajaba a toda velocidad, buscando cualquier solución que pudiera evitar un desenlace trágico. La seguridad de Alán era su única prioridad, y lucharía con todas sus fuerzas para garantizarla.

Raquel observó la puerta con cautela, el corazón latiendo con fuerza ante el miedo de lo que encontraría al otro lado. Cuando abrió la puerta, Toño estaba allí, con una expresión que Raquel no pudo descifrar del todo. Él la saludó con una formalidad burlona.

—Señora, es necesario que nos acompañe. —Toño, mantenía una distancia “respetuosa”.

Raquel, aunque preocupada, asintió, entendiendo que la cooperación podría ser su mejor estrategia en ese momento.

—¿Y dónde está el mocoso mudo? —cuestionó mirando a dentro de la casa.

La mención de su hijo la puso en alerta.

 —Está durmiendo —respondió con firmeza, intentando ocultar cualquier rastro de miedo. Necesitaba alejar a ese hombre de ahí.

A unos metros de la casa Junior movía sus pies incesantes, marcando un ritmo frenético sobre el suelo, como si cada segundo que pasaba fuese más largo que el anterior.

En ese instante, la tensión aumentó cuando Junior, ya no aguantó más la espera y se acercó a la escena

—¿Qué tanto platican? ¡Tráela de las greñas si no quiere venir! —le gritó a Toño a lo lejos.

Fue entonces cuando Aziel, alarmado por el cambio en la situación fue tras él, seguido de cerca por sus hombres, preparados para intervenir si la situación lo requería.

—No me estoy negando a nada, señor —Raquel se esforzaba por mantener su tono sereno.

Aziel Rinaldi se quedó congelado al escuchar esa voz, tan familiar. Por un segundo, pensó que estaba soñando o que su mente le jugaba una mala pasada. "¿Cómo pudieron engañarlo?" se preguntaba, mientras una mezcla de sorpresa le invadía. La voz de Emily sonaba tan real y cercana que le costaba creerlo. Su corazón empezó a latir más rápido, lleno de emoción y un poco de miedo.

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Comments

Aura Rosa Alvarez Amaya

Aura Rosa Alvarez Amaya

Huyendo de un conflicto de mafia y ése conflicto no es mejor que ése, donde ni siquiera tu vida es tuya, con gente que dispone de tí como si fueras una caja de cartón y más nada 😤

2025-01-28

0

Aura Rosa Alvarez Amaya

Aura Rosa Alvarez Amaya

Sólo sácalos de allí por Dios!

2025-01-28

0

Carmen Diaz

Carmen Diaz

tampoco entendí cómo fue a parar alla salio de guatemala pa meterse en guatepeor

2024-07-24

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