Capítulo 16

Aziel la observó, sorprendido. No podía creer que la dulce Emily que conocía fuera capaz de sugerir tal cosa.

—Es increíble escucharte decir eso —dijo, conmocionado.

—Las personas cambian —respondió ella con determinación, demostrando una fortaleza inesperada.

Aquel cambio en Emily dejó a Aziel pensativo, incapaz de reconciliar la imagen de la joven temerosa de su pasado mafioso con la mujer resuelta que tenía delante. La preocupación por posibles daños pasados afloró y sin vacilar, preguntó:

—Emily, ¿esos tipos de mierda te han lastimado alguna vez?

—No a mí directamente, digamos que alguien negociaba con ellos —respondió tranquila—, pero han causado mucho temor, han herido a gente que me importa y se llevan a jóvenes y algunas las regresan embarazadas, otras con menos “suerte” no las volvemos a ver, ellos se llevaron a una amiga y debo encontrarla.

Al escuchar la mención de ese alguien, la expresión de Aziel se endureció.

—Marco, el puto héroe…

—No entiendo por qué mintió, pero sé que debe haber alguna razón —Emily trató de suavizar el ambiente—. Lo último que supe es que estaba herido.

—Está vivo, no derrames lágrimas en balde, mi mayor deseo es mantenerlo con vida, necesito que responda por sus actos.

La confusión y el dolor se entrelazaban en Emily, intentando comprender por qué detrás de sus acciones. Aziel la miró fijamente.

—¿Cómo puedes confiar en alguien que te mintió? — le cuestionó sin titubear, sus celos eran evidentes.

—Aziel, por favor…

—Lo siento, olvidemos esto. No lo mencionaré más —cortó bruscamente, reconociendo que cualquier resentimiento hacia él sólo dañaría su relación con Emily. La idea de la venganza seguía presente, pero sabía que debía priorizar lo que tenían juntos por encima de todo, al menos de manera superficial.

No le costó cambiar el enfoque de la conversación, intentando aliviar el peso de la tensión entre ellos. Se aproximó, deseando abrazarla, besarla, pero Alán, como un cachorro territorial, no permitía que nadie más recibiera los mimos de su madre. Cada intento de acercamiento era interrumpido por el llanto o las protestas del niño, haciéndole imposible conectarse con Emily de la manera que deseaba.

—Parece que tengo competencia —comentó Aziel con un suspiro, observando cómo Alán monopolizaba la atención de Emily.

—Es solo un niño, Aziel. Está acostumbrado a ser solo nosotros dos —explicó Emily, intentando mediar entre su esposo y su hijo.

Aziel asintió, con sus labios apretados formando una línea delgada. La idea de realizar una prueba de paternidad para Alán había estado rondando su cabeza. No importaba el resultado, sabía que tenía la responsabilidad de cuidar del niño como si fuera suyo, si quería a Emily debía hacer sacrificios. Sin embargo, la mera posibilidad de que Alán pudiera ser hijo de ese granuja asqueroso le provocaba una mezcla de ira y desdén. «Si resulta ser su hijo, me aseguraré de que lo pague caro», la idea de torturarlo hasta dejarlo sin razón flotaba en su mente, un pensamiento que lo asaltaba con una mezcla de satisfacción y repulsión.

Emily notó la mirada distante de Aziel, como si estuviera sumido en pensamientos profundos y complejos. Con suavidad, le preguntó:

—¿En qué piensas?

Aziel se sacudió ligeramente, como si volviera al presente, y le ofreció una sonrisa tranquilizadora.

—No es nada —respondió, aunque sus ojos decían lo contrario—. Sólo... estoy pensando en estar de nuevo contigo. En todo lo que hemos pasado y en lo que nos espera. —Tomó su mano, frágil y un tanto rasposa por los deberes desempeñados en esos años.

Emily cerró los ojos, permitiéndose sumergirse en la sensación de los labios de su esposo contra su piel, en el calor que emanaba de él. A pesar de todas las dudas y el dolor del pasado, en ese momento, solo importaba el aquí y el ahora. La presencia de Aziel, su tacto, era un recordatorio palpable de que, a pesar de todo, seguían juntos, dispuestos a enfrentar juntos cualquier tormenta.

Sus hombres interrumpieron trayendo con ellos noticias de Carlos García solicitando ver a su hijo, o al menos alguna prueba de vida, irritado, Aziel decidió atender esos asuntos urgentes. Emily, por su parte, regresó a casa de Margarita, donde continuaron su conversación anterior.

—Te aseguro que mi esposo puede cambiar las cosas aquí —reafirmó Emily, intentando infundir confianza a su amiga.

Margarita, sin embargo, expresó su temor de que la intervención de Aziel pudiera empeorar la situación.

—¿Y si todo se vuelve peor?

—Haré todo lo posible porque no sea así. Aziel tiene los medios y la voluntad — Emily la tranquilizó.

Fue entonces cuando Margarita, con cierto miedo, abordó el tema delicado que había evadido.

—¿Por qué nunca me dijiste que tu esposo era...? —no completó la frase, pero el significado era claro: sabía que Aziel también estaba inmerso en actividades criminales.

—Es complicado —respondió Emily simplemente, aunque prometió que harían lo necesario para traer a Luvina de vuelta y mejorar la situación del pueblo.

***

Un par de días después, la llegada de una mujer conocida y admirada en el pueblo llegó a oídos de Rinaldi. Los rumores sobre nuevos líderes habían circulado, pero nadie había ofrecido detalles claros. Curiosa, Andrea buscó a Emily para obtener respuestas y se encontró frente a frente con Aziel Rinaldi.

—Valió la pena esperar tu llegada, pequeña zorra traicionera.

Andrea observó de arriba abajo, notando los cambios que el tiempo tejió en él. Recordaba al joven que una vez conoció, un muchachito berrinchudo y caprichoso, cuya presencia era tan ligera como su carácter volátil, gastando dinero a lo desgraciado, queriendo ser siempre el centro de atención. Una vergüenza para su apellido. En aquel entonces, Aziel poseía una cara bonita que le servía de escudo y disfraz, su fachada de inocencia y juventud, que escondía a un depravado de primera. Pero el joven que tenía frente a ella ahora era notablemente diferente. Sus facciones se habían endurecido, esculpidas por las experiencias y desafíos que la vida había puesto en su camino. Su mirada, una vez errante, llena de superioridad y lascivia, ahora reflejaba una determinación y profundidad que solo la madurez podía conferir.

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Comments

Aura Rosa Alvarez Amaya

Aura Rosa Alvarez Amaya

Vaya!
Aquí no se aplica eso de la sangre llama!
por más dudas que tengas algún detalle te hace sentir que alguien te pertenece o es parte de tí!

2025-01-29

0

Laura Coliz

Laura Coliz

Alan es celoso y posesivo con su mamá quiere los cariños para el ni modo aziel a conquistar a tu hijo para estar cerca de emily

2024-04-25

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