Un recipiente.

Athena.

Así pasaron varios días, hasta que un día entero espere con impaciencia qué trajeran a mi hijo, lo cual no sucedió, me levante caminado a la puerta donde antes de atravesar el umbral primero necesitaba tomar valor para poder exigir que trajeran a mi hijo.

Respire con pesar, levante mi cabeza y tome valor para salír del dormitorio en busca de mi hijo, abrí las puertas del dormitorio de él, pero no se encontraba.

Baje las escaleras a prisa hasta que lo encontré en la mesa cenando con total tranquilidad, me acerque a él, llenándome de mucha fuerza y valor.

Intente darle una bofetada, pero esta fue detenida por su mano, mientras que con la misma comenzaba a ejercer fuerza en mis muñecas — ¿¡dónde está!?— grite con desesperación, él giró su vista hacia mí y de inmediato se levantó dándome una muy fuerte bofetada mientras seguía sosteniéndome — solo quiero tenerlo conmigo.

— eso nunca pasará, tú solo eres un recipiente, pero tu jamás criarás a mis hijos, ¿entiendes?— al escucharlo decirme que no lo volvería a ver, sentí que mi corazón se partió en mil pedazos y solo me deje caer al suelo.

— ¡por favor!— le implore al borde del llanto y con mi voz temblorosa y solo sentí otra bofetada en mi mejilla.

Me tomó de la barbilla ejerciendo presión con sus dedos y me hizo verlo a los ojos— Athena, ¿entendiste?— suspiré sin contestarle y él solo hacía cada vez más presión en mi barbilla— ¿¡entendiste!?.

Nuevamente suspiré en medio de sollozos hasta que solo asentí sintiendo mi corazón comprimirse, me soltó, sonrió y se fue dejándome en el suelo junto a mi dolor por no poder ver más a mi hijo, me quedé inmóvil por mucho tiempo, perdida en mis pensamientos, cuando me iba a levantar una mano esperaba por mí, entrelace mi mano y me ayudo a levantarme.

Al sentir su toque, volví a sentir mi piel erizarse, al verlo sabía que era el caballero de reluciente armadura, pero ahora podía ver y conocer su rostro, ya que no traía ese pesado casco, me sonrió dejando un beso en mi dorso e hizo reverencia.

Me soltó y solo se alejó de mi, volví a suspirar mientras caminaba hasta subir las escaleras, al entrar al dormitorio me senté a la orilla de la cama y volví a llorar.

Me dolía en lo más profundo de mi corazón el no haber tenido más oportunidad de tenerlo entre mis brazos por más tiempo, me recosté en la cama sumergiéndome en mi tristeza hasta que ya no supe más de mí.

Los días seguían pasando siendo tan amargos para mí, hasta que una noche desperté bañada en sudor, mis pechos dolían, pedí ayuda, pero nadie acudió a mi llamado.

Sentía mi cuerpo arder cada vez más donde comencé a ver cosas que no eran, mi mente jugaba con mis heridos sentimientos al imaginarme qué una de las doncellas tenía a mi hijo en brazos.

— ¡hijo mío, tráiganlo, quiero verlo! — repetía lo mismo una y otra vez hasta que mis ojos se cerraron si poderlo evitar...

— ¡hijo! — desperté alterada y sintiendo más intensos que antes el dolor en mis pechos, mis lágrimas salían por no tener la fuerza suficiente para levantarme y pelear por mi hijo.

Me acomodé en la cama con total torpeza y dolor y solo para darme cuenta de que mi dormitorio estaba vacío.

Y de un momento a otro comencé a sentir mucho frío, mis huesos dolían y mi cuerpo pedía a gritos sentir calor de la chimenea qué había en mi dormitorio.

Mis labios se movían sin para y sin yo poderlos controlar, mi vista era borrosa y solo sentí presión en mi cuerpo.

Y en una de tantas que pude enfocar mi vista, vi entrar a las doncellas por esa puerta, sentí que me movían, pero mi cuerpo no soporto más y solo me desvanecí...

Al despertar estaba en la tina y bajo la mirada de las doncellas quien al verme hicieron reverencia.

— me alegra verle despierta, mi señora— asentí sin decir palabra alguna, trate de levantarme, pero mi cuerpo no reaccionó— tranquila mi señora, el príncipe vendrá a ayudarla.

Abrí mis ojos con total temor, no quería ni imaginarme qué era lo que intentaría o haría, las puertas se abrieron viendo a Besimir entrar y las doncellas de inmediato salieron.

Él se acercó acarició mi cabello y parte de mi hombro terminando en mi espalda, su tacto me erizaba la piel y cada vez el terror se alojaba en mi cuerpo.

—te ayudaré a aliviar tus dolores— solo lo veía sin parpadear hasta que de un jalón me saco de la tina quedando expuesta ante su mirada oscura.

Lamió sus labios y me aventó subiéndose sobre mí haciendo presión con su cuerpo en el mío, quedando prácticamente inmóvil.

Me beso con demasiada fuerza bajando poco a poco hasta llegar a mís dolorosos e intocables pechos y solo los devoró con tanta rudeza.

Qué cada movimíento qué hacía con sus labios, era tan horrible, doloroso y un total calvario para mi, que el gritar, llorar y sollozar no era solución para sus oídos, era cumpliría su enfermo cometido pasando sobre mi y mi dolor.

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Comments

🌷Liz PG🌺🌺💛

🌷Liz PG🌺🌺💛

Cuánta crueldad se vivió en aquellas épocas

2024-10-04

1

Delfina Del Carmen Henriquez Ruiz

Delfina Del Carmen Henriquez Ruiz

Que hombre más desgraciado

2024-09-29

2

Norys Sequera

Norys Sequera

que tortura.

2024-07-26

2

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