¿Las señales?.

Tabita.

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Por querer o intentar ser libre provoque las enemistades de los hombres que querían mi mano: me senté en la cama cuando mi madre entro por esas puertas, estaba muy apurada y su rostro reflejaba preocupación.

— ¡levántate, tenemos que irnos ahora! — al darse cuenta de que no reaccionaba se acercó a mí y me jalo— estarás feliz, por mi honor.

Solo negó y su manera de decir las palabras venían cargadas de ironía, me levanté y salí tras de ella rodeada de guardias.

Al estar a las afueras del castillo venían caballos a nuestra dirección, caballos que no reconocía como nuestros, mi madre estaba paralizada viéndolos venir, los guardias nos escudarón y todo estaba pasando tan rápido.

Mientras veía a cada caballero caer para protegernos, reaccione e intente llevar a mi madre adentro, pero guardias aparecieron de no sé donde y antes de que pudieran lastimarnos.

Levante con rapidez una espada y comencé a pelear por nuestra vida, pero eran más fuertes y más hábiles que yo y de la nada comencé a sentir un dolor profundo en mi costado.

Caí al piso viendo mi vestido teñido, con mis manos toqué mi costado intentando detener el sangrado.

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Desperté asustada, levante mi blusa y toque mi costado, pero al ver que no tenía nada me sorprendí, como podía ser que un sueño se sintiera tan real que de verdad daba miedo.

Me quede sentada a la orilla de mi cama intentando entender por qué me sucedía esto, era algo inosual e incongruente, la alarma sonó y sin más me levante.

Al salir de la ducha me detuve frente al espejo viendo mi cuerpo desnudo, baje mi vista viendo mi costado el cual estaba enrojecido, solo de recordar que ese dolor lo sentí tan vivo, toque mi piel y todo estaba normal.

Seque mi cabello, me arregle, tomé mi mochila y salí de mi habitación, estaba a punto de bajar cuando mi madre venía.

— hola mi princesa, ¿dormiste bien?— asentí mientras bajabamos las escaleras.

—si madre— ella asintió sonriente como siempre, entramos a la cocina.

Y en esta ocasión tomaría solo cereal, porque mi madre saldría con mi padre a hacer algunas diligencias, al levantarme de la silla, mi padre ya estaba esperando a mi madre viéndola con esos ojos de enamorado que solo aparecen cada qué mi madre está cerca.

— mi princesa, termina y te dejamos de paso — asentí mientras lavaba lo que había ensuciado.

Salimos los tres juntos, en el camino mi padre hablo sobre el viaje que harían dentro de tres semanas por su aniversario, estaba feliz porque saldrían a disfrutar, no todo es trabajo y estar al pendiente de la casa o de mi.

Estacionó frente a la universidad, al bajar ellos también lo hicieron abrazándome ambos— que este día sea lindo— dijo mi padre mientras se alejaba para subir a la camioneta.

Mi madre puso sus manos sobre mis hombros y solo sonrió—sabes que te amamos, ¿verdad?. — asentí ladeando mis labios— recuerda Tabita, las señales.

Y nuevamente me quede pensando, ¿las señales?, hasta que el claxon me hizo reaccionar viendo a mis padres que solo me observaban.

— lo sé, lo sé, solo cuídense, los amo — ellos sonrieron, mi madre saco su mano por la ventanilla y acarició mi mejilla.

— nos veremos por la noche— asentí y los vi irse.

Me quede observando el camino por donde se habían ido, suspiré mientras volvía a preguntarme, ¿cuales señales?.

Sacudí mi cabeza, colgué mi mochila sobre mis hombros y camine hasta atravesar el enorme marco de la universidad, di solo tres pasos cuando me grito mi amiga, al girar venía corriendo — espera, espera,— al estar frente a mi, se inclino hasta tocar sus rodillas intentando controlar su respiración — perdón, pero no es lo mío correr— nos abrazamos con fuerza.

— lo sé, vamos que esta por comenzar la clase— asintió aun inmóvil, la tome del brazo para jalarla y no se movió y solo sonreia— ¿qué sucede?.

— no lo recuerdas Tabi, hoy es el día que por fin conoceremos al guapo profesor, ¿estas lista?, por que yo si.

Fruncí mi entrecejo mientras ladeaba mis labios hasta negar— ¡Alexia!, eso se llama obsesión, ¿sabias?, pero también recuerda que será nuestro superior.

Encogió sus hombros no tomando importancia a mis palabras — claro que lo sé Tabita, tu tranquila que mirar a alguien no le hace daño a nadie.

— si tu lo dices — suspire entrelazando mi brazo en el de ella y nos fuimos al aula.

La clase inició y como todos los días, nadie tenía entusiasmo más que yo, pasaron las horas y las primeras tres asignaturas habían finalizado dando paso al receso.

Íbamos camino a la cafetería y un grupo de chicas hacían bastante alboroto, mientras todas reían como unas tontas y al pasar cerca escuche hablar de un tan Magnus.

Era extraño el nombre, pero aún más extraño es sentir ese cosquilleo en mi estómago al solo escuchar ese nombre.

Nos sentamos y mientras almorzábamos, por un instante me llamo la atención una silueta, al girar, era un hombre alto, con traje azul, detalle su cuerpo sin poder evitarlo y solo suspiré.

Un golpe se escucho provocando que me exaltar a — ¿qué sucede?, Alexia me asustaste.

— lo siento Tabi, pero te estaba hablando y no me hacías caso, pero dime ¿a quién veías para escuchar ese supersuspiro?.

Me sonroje cuando Alexia me pregunto, negué mientras me levantaba— a nadie, a nadie— levante mi mano viendo el reloj en mi muñeca— es tardísimo, no llegaremos a tiempo si no te levantas ahora mismo.

Abrió sus ojos y en automático se levantó, recogió sus cosas y salimos corriendo, al llegar me jalo hasta las primeras mesas del aula, no dije nada porque sabía que su único propósito era conocer y ver de cerca al nuevo profesor.

Nos sentamos, saque mis cosas y las estaba poniendo en orden sobre la mesa cuando el bullicio que había en el aula fue silenciado, unos pasos resonaban por todo el lugar hasta que escuche esa misma voz, gruesa y vibrante.

— buenos días...

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