CAPÍTULO 2

Con ira, tras unos segundos de reflexión, se levantó y esta vez volvió a tirar la silla a un lado. Con la respiración agitada, ordenó a un nuevo grupo de soldados hacer una búsqueda tanto dentro como en los alrededores del castillo.

Elwin observaba desde el catre que hacía de cama como Abril se había enojado, tanto que se alejó de él, escondiéndose bajo la cama, mientras ocultaba su cabeza entre sus piernas.

—¡Yo no soy nada del hombre malo!—volvió a insistir.

Sabiendo ya que aquel era una fibra sensible para ella, debía colocarse a su mismo nivel y tratar de empatizar con ella para poder obtener más información. Así que con cuidado se colocó al lado de ella, para no golpear la mesa y colocó su cabeza entre sus manos, fingiendo llorar.

—¡Lo siento!—dijo entre sollozos—¡Lo siento mucho!

—¡No! ¡No llore!—de inmediato Abril se calmó—si llora se pondrá feo y Cenicienta no lo querrá y no tendrá doce hijos con ella.

—¿Cómo...doce hijos?—preguntó sorprendido.

Al ver que estaba por ser descubierto, volvió a bajar la mirada, dejando a un lado la sorpresa que sentía por la versión del cuento que Abril había leído. Jamás había leído que en el cuento de Cenicienta ella hubiera tenido doce hijos.

—¿La pequeña Abril me perdona?—preguntó haciendo un pequeño puchero—estoy preocupado por la pequeña Abril, quiero proteger a mi salvadora de la maldad del emperador ¿Sabes tú cuán valioso es el anillo que posees?

—¡Sí!—respondió—mamá me dice que me ayudará a encontrar mi verdadera felicidad. Aunque el emperador nunca me ha encontrado.

—Abril es una buena niña, esconderse sin dejar rastro es de valientes—le elogió—¿Puedes darme tu mano?

—¡No!—gritó—¡El príncipe solo puede casarse con Cenicienta!

Tal fue su sorpresa que se terminó golpeando contra la parte baja de la mesa, provocando que esta se volcara. Haciéndose bolita mientras lloraba por el dolor, Elwin sonrió con paciencia, la inocencia de aquella chica era sorprende.

—Mi cabecita—dijo a punto de llorar—me duele mucho... mami... haz que paren, no quiero que me peguen más.

De inmediato Elwin entrecerró sus ojos, sabía que aquel golpe le había traído a la luz un terrible recuerdo. Suspirando con pesar, sabiendo lo mal que estaba el pequeño ángel que lo salvó, empezó a hablarle.

—Pequeña Abril, ¿me quieres ayudar?—preguntó moviéndose con cuidado de no lastimarse sus laceraciones.

—¿Cómo puedo?—preguntó mientras Elwin le acariciaba la cabeza.

—Tu anillo y tú son muy especiales—respondió—estoy seguro de que me ayudarás a encontrar a mi Cenicienta...¿No te gustaría conocer el mundo exterior?

—¿Habrá muchos príncipes guapos cómo usted?—preguntó con evidente emoción.

—Tan guapos como yo no creo—respondió con cierto orgullo—pero sí, habrá muchos príncipes. También mucha comida, ¡Ya no tendrías que robarla!

—¡Wow!—de pronto sus ojos tristes se convirtieron en unos llenos de felicidad—¡Seré una buena chica! ¡Ayudaré a encontrar a Cenicienta! ¡También comeré a muchos príncipes!

—¡Ja,ja,ja!— se rio un poco—comerás comida, no a los príncipes. Entonces, si escapo de este lugar, ¿Querrás escaparte también?

Sabiendo la enorme importancia que aquella chica tendría para su sobrino, debía sacarla, no solo por ser poseedora de la sangre del emperador, sino que, inclusive, podrían usar su control para ganar la guerra y evitar así que más gente inocente muriera.

—¡Iré con usted!—afirmó con una gran sonrisa.

—Ahora...pequeña Abril...¿Conoces de casualidad alguna parte donde pueda salir sin ser visto?—preguntó con cautela.

Había muchas preguntas que tenía en su cabeza, el misterio de esa chica también era otra cosa que debía resolver; sin embargo, a sabiendas de que el emperador lo seguía buscando y era cuestión de tiempo para que lo encontraran. Por lo que primero se hacía indispensable el huir lo más pronto posible.

—A veces voy a unos túneles donde hay unos manantiales curativos—respondió luego de pensarlo varios minutos—aunque solo voy hasta cierta parte, no sé qué hay más allá, por lo que puede haber una salida.

—¿Unos manantiales?—preguntó sorprendido.

Luego de afirmar varias veces, Abril le pidió que lo siguiera; no obstante, al levantarse, estando tan débil debido al ataque que sufrió, terminó por tambalearse y cuando estuvo por caerse, la chica lo detuvo con su pequeño cuerpo.

—¡Yo protegeré a Elwin!—dijo aun sosteniendo su cuerpo, abrazándolo, pero procurando no lastimar las pocas heridas que tenía—¡Elwin es mi príncipe favorito! ¡No dejaré que nada malo le pase!

Al ver aquella mirada de ternura extrema que le estaba dando Abril, así como el hecho de que lo llamara su príncipe, provocó que este cerrara sus ojos y desviara un poco su mirada, siento una extraña vergüenza que jamás había tenido.

"¿Qué te pasa, Elwin? ¿Avergonzándote por lo que te dice una niña?"

Luego de intentar calmarse, dejó que Abril lo llevara por un pasadizo dentro del sótano, tras dejar apagado todo adentro. Tras quedar a oscuras, unas extrañas piedras en las paredes y el piso rocoso se encendieron, a la par que el anillo de Abril. Seguido de eso, varios orbes comenzaron a emerger para acercarse a ella.

—¡Sí! ¿Verdad que es bonito?—habló Abril a uno de los orbes—¡Es mi príncipe! ¡Lo ayudaré a encontrar su cenicienta!

—¿Ellos te hablan?—preguntó al observar los orbes.

—Sí, son mis amigos desde que vivo acá—respondió tomando su mano—¡Vamos a uno de los manantiales! ¡Sé que te pondrás mejor del todo si te bañas!

Mientras tanto, a dos días de distancia, en la frontera este, escondido en un batallón bajo tierra, se encontraba un joven hombre, un poco parecido a Elwin. Este observaba los planos que su tío había logrado sacar del palacio del emperador, mientras que a su lado se encontraba un soldado recibiendo varios mensajes por el telégrafo.

—¡Su majestad!—exclamó el soldado—¡El escuadrón de reconocimiento ha vuelto al punto de control sin el señor Elwin!

De inmediato, apenas escuchó aquello, el rey golpeó con fuerza su mesa. Le preocupaba enormemente la situación de su tío, no quería perderlo. En el mejor de los casos, él estaría vivo aunque herido, en el peor, sería ya comida de lobos. No obstante, esperaba que pudiera encontrarlo antes de invadir los pueblos de la frontera en una semana.

—¡Joder, tío!—expresó con desagrado mientras observaba al frente suyo un mapa de la frontera—¡Espero que sigas vivo!

Tras ser guiado por varios minutos, tomado de la mano, por Abril, al final ambos llegaron al lugar donde estaban aquellos extraños manantiales. Aquello lo sorprendió aún más, puesto que aquellos eran alimentados por lo que parecía ser la misma corriente de manantiales que estaban en la frontera. Por lo que, si estaba en lo correcto, aquellos túneles debían tener una salida cercana.

—¡¿Es para mi príncipe?!—preguntó Abril con mucha emoción.

La chica se arrodilló frente a un baúl que aquellos orbes habían materializado. En este no solo se encontraba una muda de ropa limpia, sino también algunos utensilios curativos. De inmediato Abril sonrió con mucha alegría, a sus amigos les había caído bien Elwin.

—¿Abril?—preguntó curioso.

—¡Desnúdese, mi príncipe!—ordenó Abril—¡Voy a bañarlo!

De inmediato Elwin quedó mudo y pálido, no solo le costaba creer que una mujer le dijera eso a un hombre, sino que también fuera una más joven que él. No sabía si su inocencia era descarada por ser inocente o que en verdad estaba ella mal de la cabeza, ¡Ni siquiera era su criada para atenderlo de esa forma!

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Comments

Lorena Larios

Lorena Larios

tu desnúdate Edwin

2024-04-24

1

china

china

yo también puedo???

2024-04-17

4

Dabi

Dabi

interesante.

2024-04-05

1

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