Sus alientos podían sentirse, estuvieron un breve instante muy cerca, hasta que ella se llamó al orden y se alejó un poco, él no parecía molesto, pero igual la expresión de seriedad que tenía lo hacía ver muy pensativo.
-Discúlpame, sólo me aterran un poco las ratas.
-Ah, si las ratas. -Ellie asintió y y comenzó a incorporarse.
-¿Por qué hay tantas?
-Yo creo que es porque hay mayor disponibilidad de alimentos, por la calles. -Ellie apretó sus labios y pensó en porqué no se hacía control de plagas, pero de inmediato se sintió mal por los animales.
-Pensé algo horrible, en que todo acabaría si hicieran control de plagas, pero es tan injusto pensar en lastimar a otro ser vivo solo porque me dan miedo.
Los labios de Patrick se curvaron y lentamente se acercó a ella acariciando su mejilla, nuevamente los ojos de ambos se quedaron fijos, perdidos, con esa electricidad que comenzaba a formarse, Ellie podía sentir su estómago contraerse de los nervios, relamió su labio inferior y cortó el contacto.
-De 1347 a 1350 la peste bubónica mató a muchas personas, las ratas fueron las culpables…
Los ojos azules de Ellie se giraron a él y en ese momento le sonrió, era tan lindo de parte de él, confortarla de esa manera.
-Es muy lindo de tu parte… Hacerme sentir menos culpable.
-Tu eres la linda, Ellie.
Se sonrieron y comenzaron a caminar un poquito más relajada, la mano de Patrick rodeaba su cintura y era una sensación una, sus ojos brillaban y no podía dejar de curvarse en una linda sonrisa. Él seguía mostrándole New York, pero simplemente le veía las expresiones de asombro, risa e incluso esa mirada profunda que por momentos le dedicaba y le hacía sonrojar.
Finalmente llegaron a la casa, estaba muy tarde, tanto que descartó por completo la práctica y eso era nuevo en ella, que pasaba varias horas al día delante de un piano, pero no importaba, ella había disfrutado junto a Patrick y podría decir que era mejor su práctica.
-Gracias por la invitación -Patrick se acercó y le dió un beso en su mejilla.
-Gracias a ti, por recibirme en tu casa.
Sus miradas parecían atraídas por un imán, porque aunque uno de los dos tenía que despedirse seguían ahí, estáticos, ella con unas ganas locas de besarlo y tocar su cabello castaño oscuro, lentamente la distancia entre ambos comenzó acortarse y finalmente sus labios se unieron en un beso, era profundo, llenos de ganas y demasiado sensual, para Ellie era el primero, pero no se lo diría había practicado frente al espejo como para responder, además sabía que él debía tener experiencia, aunque en casa no le conocían novias.
Una vez se detuvieron sus respiraciones estaban aceleradas, él la miraba extraño, con culpa y con una de sus manos alisó su cabello, mojando sus labios con la lengua, Ellie se sintió mal, porque pensaba que era ella quien había hecho algo malo y ahora … ¿Qué pasaría?
-Ellie, yo lo siento, fue atrevido de mi parte, no quiero hacerte sentir incómoda, pienses cosas erróneas…
Ellie lo miró sin comprender, a qué se refería con cosas “erróneas” de que ella no le gustaba ¿y por eso la había besado? Se sintió fuera de lugar y algo tonta.
-Oye no pasa nada, yo también participé y no voy a pensar cosas erróneas.
Patrick intentó acercarse y finalmente desistió, su rostro estaba desencantado, parecía arrepentido y eso a Ellie le dolía demasiado tanto que se obligó a sonreír.
»Entonces yo me iré a descansar, gracias por la compañía.
Sin esperar a que el contestará camino a su habitación y al cerrar la puerta su labio tembló levemente, se sentía muy tonta, pensó que le gustaba a Patrick, que sentía la misma atracción, pero definitivamente solo eran supuestos de ella y dolía.
Al día siguiente salió muy temprano no quería verlo, iría a un salón de práctica, finalmente estaba ahí por el sueño de ser la mejor pianista, no debía caer en la tristeza solo porque el beso entre Patrick y ella había sido un error.
Llegó con sus partituras, buscando un salón de práctica, le habían explicado que a veces debían reservarlos, pero habían unos que podían usarse si estaban vacíos y esperaba encontrar uno disponible, porque no quería volver a la casa de Patrick al menos hasta que él se fuese a su trabajo.
Nuevamente, miró en la cartelera de anuncios y notó que habían dos salones disponibles lo cual era perfecto, se fue a una especie de recepción en dónde pidió el pase de acceso y finalmente tomó las escaleras hasta el tercer piso, tenía buen estado físico, tener ambos padres y un hermano militares tenía sus ventajas, sus vacaciones solían ser de supervivencia más que descanso.
Así que a pesar de su frágil apariencia no se consideraba una mujer débil, sabía cosas básicas de defensa y vida en el campo abierto, pero prefería los stilettos y el rosa en su ropa, la música clásica y la ópera, por algo había elegido la música, aunque para su padre fuese una pérdida de tiempo.
Finalmente estuvo en el salón de práctica 301 y dejó sus cosas a un costado, sacó la partitura que prácticaba y se acomodó frente al piano de cola, tocar era una vía de escape, le gustaba crear esos sonidos que por años eran las insignias de la música clásica.
Tocaba Schubert, la practica no significaba una obligación, el piano y la música era su vida, la había acompañado en muchos momentos de soledad y era ahí cuando las ventajas de tener una familia militar se esfumaban, creció la mayor parte de su vida con Nanas, con su abuela o incluso tía, para cuando cumplió quince permanecía sola en casa y sus padres y hermano se turnaban para sacar permiso e ir a verla de manera continua.
No se creía autosuficiente, pero le había tocado serlo, recordaba alegrarse mucho al verlos llegar y llorar demasiado al verlos partir, hasta que con el tiempo pudo asimilar las dos cosas, así que cuando les dijo que quería mudarse a New York a pesar de que los vería aún menos no lo pensó mucho, aunque para ellos fue distinto.
La puerta se abrió y Ellie dejó de tocar, un chico de cabello castaño claro y ojos color avellana la quedó mirando fijamente desde la puerta, ella no sabía que decirle, al menos que dijera algo sería lindo.
-¿Este es el salón 301? -Ellie asintió.-Yo ya lo había reservado. -Él chico no se veía altivo, pero a ella le daba la impresión de que esperaba que se fuera, pero definitivamente no lo haría.
-No me dijeron eso cuando me lo dieron hace más de media hora.
-Seguro Linda se equivocó, pero siempre reservo este salón.
-Pues te tocará usar otro hoy, yo estoy acá. -Ellie afirmó su voz al notar la insistencia del chico.
-Entonces que dices belleza, te llevo a cenar. -Ellie arrugó su cara.
-¿Tanto quiere este salón?
-Bueno, si me lo vas a dar a cambio de nada mejor.
-Pues no, estoy ensayando y me quitas tiempo.
El chico la miró pensativo y en vez de salir entero y cerró la puerta tras él, se acercó y la escaneo detenidamente y se quedó por escasos minutos tanto se sus pechos como en sus piernas, no tenía que ser adivina para saber que le gustaban, era uno de sus fuertes y por algo no era tímida al momento de usar minifaldas, como la que tenía en ese instante.
-Practiquemos juntos.
-No.
-Vamos.
El chico le sonrió y notó un par de hoyuelos, era bastante atractivo, pero desagradable, así que dejó de mirarlo y se concentró en el piano, no iba a perder tiempo con él y su tonto pedido, porque solamente se le apetecía tocar en esa sala.
Nuevamente la puerta se abrió y en esa ocasión llegó una chica de cabello castaño y ojos cafés, era muy bella, sus labios eran carnosos y su nariz respingada, su cuerpo también era armonioso, la miró a ella altiva y luego su mirada se posó en el chico de ojos amarillos.
-Entonces dizque practicabas, pero en cambio estás acompañado de quien sabe quién.
-Layla, no es lo que parece.
-Eso ya lo he escuchado antes y siempre es lo que parece.
Ellie se levantó, si era otra estrategia para sacarla del salón de ensayos, lo había conseguido, porque no estaba interesada en el drama de ese par, recogió sus partituras y las guardó con las otras que llevaba en su bolso y se dispuso a salir.
-Tú no te vas. -La chica intentó asirla, pero Ellie en un movimiento rápido no se dejó tocar.
-No me toques, no tengo nada que ver con ustedes-Se giró al chico- y si este número fue para sacarme del salón, bravo, les salió perfecto, me aburrí. -Sonrió, delicada y acomodó su cabello de forma elegante-que tengan una linda tarde.
No esperó una respuesta y se dirigió a las escaleras, definitivamente no había conseguido la calma que deseaba, debía volver a la casa de Patrick, quizás no lo vería y eso quería, así que para minimizar el encuentro comió por fuera en un restaurante de asados y se pidió un corte con guarnición, le gustaba ya que sus padres solían hacer asados cada que iban a casa.
Trató de hacer tiempo, pero al no tener amigos o conocer muy bien el lugar tuvo que regresar, buscó las llaves y se dió cuenta que por salir a prisa las olvidó y se maldijo porque si o si debía él estar dentro, tocó y esperó un poco y después de unos minutos la puerta se abrió, pero en vez de Patrick hacía un chico de cabello rubio medio, mandíbula cuadrada y ojos azul verdoso.
Ellie miró el número de apartamento porque creyó que se había equivocado de lugar, pero el chico en cambio la miró de arriba abajo y soltó un ruido con su boca.
-Ellie eres preciosa, creí que eras un adefesio. -Ella lo miró asustada y el chico sonrió.
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