Por fin se termina la clase que tengo a las diez de la mañana, lo que significa que tengo tiempo libre. Así que lo mejor que puedo hacer es ir hacia la biblioteca y estudiar para el examen de la siguiente semana.
Al llegar busco alguna mesa sola, la cual si logro encontrar. En la biblioteca las mesas, sillas, así como los sillones de descanso son de color negro, haciendo un contraste con las paredes y piso que son de un color puro, el blanco.
Creo que esos colores representan en ocasiones la mentalidad de algunos compañeros y profesores, ya que siempre tienden a señalar que dentro de la carrera se debe de vestir de cierta forma, así como la toma de decisiones, sin que se deje el camino de ver más allá de las cosas. Supongo que es una de las razones por las que llegó a tener conflictos en el gusto de la carrera.
Visualizo una de las mesas vacías, por lo que me dirijo hacia ella y siento en la silla para luego sacar mi carpeta, así como el código correspondiente de la materia con la finalidad de estudiar. Es necesario repasar algunos conceptos, así como ir verificando los artículos que el profesor mencionó durante la clase, solo para cerciorarme de que sean los correctos.
Empiezo a sentir ligeramente un dolor de cabeza, pero cada segundo que pasa parece incrementar. Dejó a un lado lo que ando haciendo y prefiero acostarme en la mesa con los brazos cruzados, una manera de esconderme de todo en medio de ellos.
Mi mente tan traicionera hace que recuerde esas tardes en las que Mario Ernesto y yo estudiabamos para los exámenes.
—No puedo más, es bastante información.
—Claro que si puedes mi amor, es fácil en verdad.
—Lo dices porque eres un genio a comparación de esta simple mortal.
Siempre he amado la mirada de ternura que tiene Mario Ernesto, provoca un sentimiento de paz en mi cuerpo. Creo que su simple presencia la genera.
En este tiempo juntos siempre me ha hecho sentir especial, tan amada. Lo miro a los ojos y sonríe, toma mi rostro con tanta delicadeza como si tocará algo tan frágil y de pronto me besa, sus labios son suaves y perfectos, me dejo llevar ante su exquisitez al besar.
Lo único que puedo pensar es en lo bien que me siento estar a su lado. Me siento tan amada y correspondida que dudo que alguien pueda ofrecerme y que yo corresponda ese amor. Genuinamente lo amo.
Se separa de mí para volver a mirar a los ojos, mismos que brillan por tanto amor.
—Eres tan bella, inteligente y responsable, te prometo que estudiando juntos lograremos nuestros sueños.— Susurra entrecortado. Me encanta su tono de voz.
Acto seguido besó mi frente. Un beso que sé que significa que la persona que deposita dicho beso, es por que ama de manera tan pura a la otra que desea no solo tocar su piel o su corazón, sino algo tan sagrado como el alma.
—¿Seguimos estudiando?. — comenta mientras deposita en mis labios un beso.
—Si amor.— Le sonrió y continuamos con lo que estamos haciendo.
Mis ojos se llenan de lágrimas y mi respiración se agita un poco.Debo de tranquilizarme, no es un lugar en donde me gustaría llorar y mucho menos tener un ataque de pánico.
Trato de disimular fingiendo que me quede dormida. Aunque siendo sincera ¿Alguien estaría observando lo que hago?. Regulo mi respiración, inhalando y exhalando despacio, así como poco a poco seco mis pequeñas lágrimas.
Cada día que pasa me doy cuenta lo mucho que lo extraño. Extraño la calidez de sus brazos, cuando nos tomábamos de las manos para caminar. Pero es una cruel realidad darme cuenta que no volveré a sentir ese calor tan especial en su toque. Ahora él se encuentra descansando debajo de la tierra, no volveré a ver esos bellos ojos cafés, mucho menos su dulce sonrisa.
El dolor en mi cabeza aumento, como consecuencia de que llore. Mantengo el control de mi respiración, pero comienzo a sentir un malestar en mi pecho.
Espero unos cinco a diez minutos para sentirme mejor y levantar mi rostro de mi escondite. Deseo de todo corazón seguir siendo esa persona que pasa desapercibida y nadie note mis ojos inflamados, sin embargo y para la mala suerte que tengo un chico que es amigo de Lucía se sentó enfrente de mí y me miró extrañado.
—¿Te encuentras bien? ¿Jesica?— Menciona de manera dudosa, como si no estuviera equivocando en pronunciar mi nombre.
Me quedé paralizada por unos segundos. Me siento incómoda sobre todo por que se me formó un nudo en la garganta, así que decido afirmar con la cabeza. Decido rápidamente buscar dentro de mi mochila una botella con agua, la abro y bebo de ella para deshacer el nudo.
—Compañera te noto que estás pálida, ¿quieres que le marque algún familiar o a Lucía?
—No, gracias….
Me quedo callada al darme cuenta que no se su nombre. Él al darse cuenta de lo que está pasando hace un gesto de molestia.
—Lucas.— Comenta irritado.
Me sonrojo ligeramente apenada con él, pues recuerdo que me ha dicho su nombre en más de una ocasión en los breves encuentros que hemos tenido con Lucia. Lucas es un chico bien parecido, es de una estatura de un metro setenta, por lo que me ha comentado Lucia es uno de los chicos más atractivos de la facultad.
—¿Segura que estas bien? ¿Has comido bien?— Su voz es más amable. ¿Tan rápido puede cambiar su tonalidad?.
—Si, en verdad no hay necesidad de que le hables a alguien.— Comento de manera tajante, pero el simplemente nuevamente me examina y decide mejor tomar su celular y comenzar a escribir.
—Le mande mensaje a Lucía para que venga a verte, te ves pálida ¿sientes algún otro dolor?.
—No.— Miento, obviamente no le diré si me siento bien o mal, sobre todo el hecho de que para mí no es una persona de confianza. Además de que Lucia me lo presentó con la finalidad de que me abra a nuevas amistades, o en su caso, para que saliera a pequeñas citas, a lo que frene rápidamente. Aun tengo miedo, no estoy lista para dar esos pasos. Aun sigue en mi corazón Mario Ernesto.
Me quedo callada, no hay más que se pueda decir, así que es mejor que empiece a guardar mis cosas en la mochila. Cuando tomo mi teléfono puedo notar que tengo una notificación de un mensaje nuevo, pienso por unos momentos que puede ser Lucia pero por unos minutos siento como algo dentro de mi se quiebra al leer el contenido.
Número xxx: Hola Jesica. Soy la señora Gabriela Melendez, la mamá de Mario Ernesto.
Espero que te encuentres bien.
Me tomo el atrevimiento de escribirte por este medio para comentarte que estaré este fin de semana en la ciudad y pretendo visitar el día domingo la tumba de mi hijo, sinceramente quisiera que me acompañes, ya que es necesario entregarte algunas cosas.
Espero tu confirmación. Excelente día.
No he sabido nada de la madre de Mario Ernesto desde el día en que me llevaron por primera vez a la tumba de mi amado. Las últimas palabras que me dirigió fueron de manera fría y recalcando que su hijo se encontraba tan mal que no solo prefirió suicidarse, sino que también me lastimó. Que él fue quien provocó aquellas heridas. Pero a pesar de que haya dicho todo eso, una llama en mi no me deja creerme en su totalidad dichas palabras.
¿Qué es lo que me quiere entregar?, mi curiosidad es más por lo que es mejor que confirme mi asistencia.
Jesica C.: Si claro, nos vemos el domingo.
Sé perfectamente que soy la única que visitaba la tumba de Mario Ernesto. Trato de hacerlo seguido, dejándole flores, así como quedarme ahí leyendo algún libro en voz alta, teniendo la esperanza de que él escuche mi voz. Esa pequeña actividad era algo que continuamente pedía que hiciera cuando estábamos juntos.
—¿Te sientes mareada o algo? En verdad te noto mal.— La voz de Lucas provoca que aterrice en donde me encuentro. Al encontrarme con su mirada puedo notar que muestra cierto grado de preocupación por mi.
—Jesica, estás totalmente pálida. Ven, debemos de ir a desayunar.— Llega Lucia con nosotros.
Acepto su propuesta con una afirmación con la cabeza, me levanto de la silla tomando mi mochila, lista para seguir el paso de aquella chica alegre.
—Gracias Lucas, nos vemos el jueves, ¿va?.— Siento como Lucas me mira y luego mira a Lucia con cierto grado de complicidad.
—Si, claro.
Lucía camina en dirección a la puerta, yo la sigo pero antes me despido de él con un simple adiós con la mano. Puedo sentir como me sigue con la mirada. Es extraño cómo me siento tan incómoda con él, como si algo en mi cuerpo pidiera a gritos que lo mejor es mantenernos alejados de él.
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Comments
Gladys Canivilo Cortés
he leído muchas novelas y ninguna autora elige literatura o comentar durante obra depende de cada uno si quiere dar like o comentar es como amenazar al lector si no lo hace la novela llega hasta HI. No escribas si tu intención siempre ca hacer esa no me gusta tu imposición
2024-05-22
5
Lisimar Tovar
Creo que Ernesto no estaba muerto... estaba de parranda /Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle/
2024-03-31
4
Edith Rocha
realmente el relato es bueno la historia como se desenvuelve todo pero en realidad me preguntó yo porque los escritores siempre piden link creo que si confías en lo que escribes tendrás la oportunidad de entrar en el renting
2024-03-27
3