CAÍN:
Cuando era niño, mi padre no dejaba que yo bebiera café, decía que era algo que aún yo no podía tomar, que estaba muy pequeño y que me haría menos inteligente, por esa razón nunca intenté beber, solo porque mi padre me había dicho que no.
Un día en mi preadolescencia me dije que ya era hora de probar eso que mi padre me había dicho que era tan malo y tan adictivo como una droga.
Llegué a la cocina, tomé una taza y me serví café en ella, lo probé, era horrible, estaba amargo y sabía de tal manera, corrí hasta el lugar donde se guardaba el azúcar y sin pensarlo le agregué al café hasta que quedó totalmente dulce.
Mi padre decía que el café desconcentraba, pero para mí era lo único que mejoraba mi rendimiento, me quitaba el estrés y simplemente me hacía sentir mejor.
Creo que por eso estoy de mejor humor, Elian me ha dado un helado con sabor a café, y eso me ha cambiado el ánimo porque es una de las pocas cosas que me gustan.
Quiero pensar que fué el café quién alegró mi tarde, pero el hijo de Jhon también tuvo parte en esto aunque no lo admita, solo con mirar esos hermosos ojos azules siento que me hace más bien que beber una taza de café.
—Pensé que no llegarías— Me habla Bruce sentado en la sala como si me estuviese esperando —Espero que hayas estado haciendo algo productivo con el heredero Montero
—Lo que haga no te incumbe— Me acerco y tomo asiento frente a él —Mi padre tuvo que haberse ido a la cama ¿Verdad? Sabía que no me esperaría para hablar, nunca le ha interesado hacerlo
—Así es, él no puede quedarse toda la vida esperando a que tú le hables, ya es casi media noche así que se fué a dormir, pero yo me quedé esperándote porque tengo cosas que hablar contigo
—Estoy seguro que esas cosas no son buenas, nunca lo son, habla ya que quiero largarme— Llevo mi mirada hacia sus ojos —De que cosas hablaremos tú y yo, no veo que haya algo que nos interese a los dos
—Si hay algo que te importa tanto a tí como a mí, tú padre
—¿Qué pasa con mi padre?
—Se nota que cada día se llevan peor, no hablan, solo discuten
—¿De quien piensas que es la culpa? Mi padre solo habla contigo, no me da ningún consejo ni me pide autorización para algo, aunque obviamente yo soy la cabeza de la familia Jackson, yo ordeno, soy el jefe, yo mando
—La culpa no es mía, no importa que órdenes, o que mandes, porque él puede hacer lo que quiera
—Yo también puedo hacer lo que quiera, por lo tanto no me dignaré a decirle una palabra, y tampoco a tí de los pasos que doy
—Tu padre te va a odiar cada día más Caín, te lo aseguro
—¿Me amenazas? Ya me odia, gracias a ti amado tío, ya nada importa, todo se ha ido a la mierda pero no por eso dejaré que tú me quites mi lugar en este imperio
Me levanto rápidamente y dirijo mis pasos hacia mí habitación, subo las escaleras y paso frente a la habitación de mi padre, siento un leve golpe en mi corazón, en realidad duele saber que tu padre ya no te ve con ojos de cariño.
Busco la forma de que en realidad no me vea de esa manera pero hay otra opción, ya me estoy volviendo alguien detestable para él, no puedo seguir aquí.
Abro la puerta de mi habitación, entro y busco en mi armario una maleta, no necesito mucho, busco la ropa primordial y salgo sin ganas de volver, bajo las escaleras y abro la puerta.
La puerta por la que entré miles de veces de la mano de mi padre, también entré solo con la necesidad de verlo para decirle lo bien que me fué en la escuela y entré enojado con él porque nunca fuí su prioridad.
Ahora me voy, no creo que vuelva, la verdad no me interesa hacerlo, la cabeza de la familia Jackson se va de la mansión Jackson.
—Jade— Lo llamo al verlo haciendo guardia —Vámonos de aquí
—A donde ¿Señor?— Pregunta mientras toma mi equipaje
—A mi casa, porque esta casa no es mía
Él asiente con su cabeza y se marcha en busca de mi auto, vuelve después de pocos minutos y subo a este.
..............
ELIAN:
—¡Eso es un mito Líam!— Alza su voz aunque no como un sermón
—No, no lo es, yo no bromearía con algo como esto
—Es decir, que tú es estos momentos estás viendo un hilo rojo en tu dedo meñique que te ata a otra persona
—Exacto— Respondo
—Wow, esto es demasiado— Veo como esboza una linda sonrisa
—Si— Me recuesto en el sofá
—¿Ya sabes a quién está atado?
—Si, eso es lo peor— Un largo suspiro sale de mis pulmones —Pensé que nunca encontraría el fin de este hilo pero fué más rápido de lo que imaginé
—¿Quien es primo?
—Caín— Miro hacia la pared para no ver su sorpresa —Caín Jackson
Mi primo solo queda en silencio, no sé lo que está pensando, tal vez me diga que todo esto es una locura y en realidad tendría razón, esto si suena como una locura.
Somos seres comunes y corrientes, no es muy probable que las personas esten por ahí viendo un hilo rojo amarrado a sus muñecas, hay gente que nisiquiera conoce esa leyenda, en realidad yo llegué a pensar que tenía problemas mentales, pero era raro porque lo único que veía era ese hermoso hilo en mi meñique.
—No puedes estar hablando enserio— Sus ojos negros me siguen mirando si entender absolutamente nada —Me acabas de decir que tienes un don muy inusual, y peor aún ¿¡Ese don te ata al estúpido de Caín!?
—No te enojes Tom— Mi expresión cambia y mi pecho comienza a doler —Yo tampoco quiero esto, si fuese por mí ya este maldito hilo no existiría
—Odio el desgraciado destino, siempre con sus movimientos en zic zag que nadie entiende
—Ya somos dos, yo también lo detesto
—Ese hilo rojo los debe atar por algo, y lo descubrirás amigo, no te preocupes por eso
Tom me mira y toca mi hombro con una sonrisa de aliento, esto es lo bueno de tener un mejor amigo, no importa lo locos que sean tus cuentos él te apoyará porque confía en tí sin importar lo ridículo que suene.
—Hay otra cosa que te quiero decir
—¿Cual es?
—Nos iremos a New York
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