Ha pasado un día desde que los chicos se perdieron en el bosque, el pelinegro se encuentra leyendo un libro mientras por la ventana el atardecer se acerca y poco a poco la ciudad nocturna va cobrando vida, desentendido del mundo real tan concentrado en su lectura Tom salta al escuchar los gritos de su amigo.
—¡Tom vamos!— Una voz suave y exaltada lo hizo mirar hacia la puerta.
Dándose cuenta que no es nada peligroso, cierra el libro y lo deja en su mesa de noche para abrirle a Elian quien estaba tocando sin parar.
—Calma, calma, vas a romper la puerta y no quiero que me descuenten mi salario para arreglarla— Habla con fastidio actuado apenas lo ve.
—¡Jaja! Eso no pasará— El ojiazul intenta no darle importancia —¡Vamos!.
Tom se encuentra un poco confundido, no sabe hacia donde irán solo ve al chico de ojos hermosamente grandes muy emocionado.
—¿Hacía donde iremos?— Le cuestiona.
—Vamos a un bar nuevo que hay en la ciudad, se dice que es muy popular, iremos a conocerlo a ver qué tal me parece, nos divertimos un rato y volvemos, solo para despejar nuestras mentes— Responde Elian con su hermosa sonrisa.
El pelinegro lo mira seriamente mientras el otro joven espera con ansias su respuesta, su mirada no es de enojo pero se pregunta cómo Elian podía estar tan tranquilo después de que hace unas horas atrás casi pierde la vida por haberse alejado de su mansión y ser amenazados por aquel desconocido sin escrúpulos.
—¿¡Enserio!?— Tom pregunta irritado, se cruza de brazos y solo lo mira.
—¡Si!— El peliplateado sonríe sin entender lo que su amigo le trata de decir con la mirada.
— Casi te matan anoche ¿¡Sabes!?— Da un largo suspiro.
— Lo sé, lo sé, pero no me puedo estresar por cosas como esas, tampoco esconderme, si vuelvo a ver a ese tal Caín no pienso huir, soy el hijo de un mafioso lo cual me hace parte de la mafia también, eso significa que siempre estoy al borde de la muerte— Justifica el ojiazul intentando no abrumarce por cosas que no están bajo su control.
El pelinegro le sonríe sorprendido y también admirado por su valentía, da otro suspiro y lo mira.
—Vamos— Dijo tomando su chaqueta de color negro la cual se encontraba en un lado de su cama y saliendo de su cuarto
...............
La noche ha llegado, la ciudad está tan brillante como siempre, el nuevo bar está lleno y la fila es demasiada, pero eso no importaba para alguien tan importante como Elian Montero.
Caminando por la entrada de esta se encontraba el joven con tenis blancos, jeans rasgados, y un suéter sin estampado de igual color, su look es tan despreocupado con un toque de un joven de barrio al que no le importa lo que los demás piensen de él.
No se nota que fuese un mafioso el que se encuentra andando acompañado de su guardaespaldas y amigo Tom, después de ellos entraban varias personas las cuales parecen comunes y corrientes para proteger a Elian separados pero siempre teniéndolo a la vista para no levantar sospechas.
Tal vez el chico vestido de blanco debió sentarse a beber un trago, pero no, este decidió bailar por un rato sin preocupaciones mientras su compañero lo seguía con la mirada desde una mesa a lo lejos.
El tiempo pasaba y el chico de cabello plata seguía divirtiéndose mientras alguien lo observa desde lejos, no es precisamente uno de sus guardaespaldas aunque él no lo nota.
Así pasaron varias horas, todo parecía normal y Elian ya había bailado lo suficiente así que se sentó a beber con Tom.
—Ya vuelvo— Le dice el pelinegro al otro chico mientras se aleja en dirección al baño
El joven vestido de color neutro queda observando su dedo meñique y como el hilo que está atado a este se pierde entre las luces y la multitud de aquel lugar, a lo cual no le presta mucha atención.
Mientras tanto el sujeto que había ido al baño volvía caminando un poco lento intentando ver a su amigo, lamentablemente no se percató de otra persona que estaba justo frente a él y sin poder hacer nada chocan haciendo que la bebida que llevaba el otro sujeto se le riegue en la ropa.
—Lo siento de verdad, no lo ví— Se excusa Tom disculpándose y un poco apenado por lo que acaba de suceder
El otro sujeto de ojos cafés lo mira con desprecio y rabia, tal parecía que sus disculpas no habían servido de nada y como respuesta lo único que recibió fue un empujón que lo llevó hacia atrás
—¡Callate, tus palabras no arreglarán mi ropa manchada!— Dice este con agresividad mirando su camisa blanca debajo de su chaqueta la cual estaba mojada
El pelinegro es muy calmado, no pelea a menos de que no sea necesario, nisiquiera alza la voz pero no permite que lo toquen.
—No vuelvas a tocarme si no quieres que tu ropa también se ensucie con tu sangre— Amenaza el escolta de Elian al ojos marrones
Tom se acerca y lo mira con tonalidad fría y desafiante hasta que en un segundo un arma se encuentra frente a su rostro.
Aquel tipo desconocido le estaba apuntando a lo cual él no se dejaría, así que hace lo mismo quedando dos sujetos en medio de un bar a punto de dispararse entre sí.
La gente al notar esto deja de bailar, la música se apaga y todos quedan en silencio.
Elian de inmediato observa como su guardaespaldas se había dejado provocar por otra persona que solo quería problemas.
El sujeto que se encuentra apuntándole a Tom sonríe de manera misteriosa y de un momento a otro varias personas se paran de sus mesas y apuntan también al pelinegro, a lo cual el peliplateado responde dando la orden a sus guardaespaldas que apunten también.
Aquel bar el cual hacía unos minutos atrás estaba completamente encendido y todos disfrutaban ahora solo es un lugar de incertidumbre al ver como un grupo de hombres vestidos de negro apuntan a otros sujetos que vestían como si fuesen simples personas pero no lo eran.
Elian se pone de pie, deja su mesa y mira en su dedo meñique el hilo que lo ata, y si lo que está pensando es cierto todo tendría sentido.
Aquel tipo que le apuntó primeramente a Tom era parte del grupo de Caín Jackson el cual también se encontraba en aquel lugar frente a él, pero por el momento no lo veía porque las luces no eran claras para observar a las personas fijamente, Elian sin reparos se acercó a Tom.
—¿Que pasa?— Le preguntó tocando su hombro
—Él empezó señor, usted sabe que odio que me agredan física o verbalmente— Le responde el pelinegro sin dejar de observar a aquel sujeto de ojos cafés
—Así que no eran unos simples chicos perdidos. Joven Montero, de haber sabido ayer cuál era tu verdadero nombre te habría matado
Dice un hombre al fondo con cabello negro y mirada inescrupulosa que se pone de pié y Elian por fín confirma sus sospechas sobre el hilo que los ata, no vió mal, en realidad aquel hilo sí los une.
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