Capitulo 14. Carlitos.

Bella , Carlos y Marbella eran la familia perfecta.

La vida transcurría tan hermosa entre los tres, la pareja se llevaba tan bien que el nuevo embarazo fue solamente una gota más en la felicidad de los dos.

Su pequeña tenía casi tres años cuando la noticia que Carlos Torres sería padre otra vez, les llegó como broche de oro.

Bella buscaba un momento especial para decirlo.

Estaba de casi dos meses de embarazo.

Se había descuidado un poco de vigilar su periodo cuando unas arcadas matutinas la alertaron.

En ese momento de sus vidas ambos trajinaban en la compra y edición de libros de escritores nuevos.

La Editora Torres , había crecido. El vetusto edificio , se mejoró con más espacio y maquinarias de punta más modernas.

Creció en personal , ya no eran solo las pocas personas que imprimían los libros, carteles o folletería ,que recibían de autores interesados en manuscritos completos.

Ahora tenían departamentos con especialistas que diseñaban las tapas o ilustraban los libros. Que creaban hermosos folletos y tarjetas.

La gente solo los llamaba y les explicaba la idea y ellos , como una fábrica de sueños posibles, lo hacían realidad.

Una escritora mayor los llevó a incursionar el mundo de cuentos infantiles con tapas y material especial para atraer a los niños desde pequeños en la lectura.

Crearon libros de cuentos que por si solos eran juguetes resistentes con tapas gruesas de material reciclado a veces con los cuales miles de niños pequeños podían manipular, jugar y adentrarse al mundo mágico de historias de hadas y poemas hermosos.

La vida social de la pareja había crecido. Por falta de familiares , los sobrinos de Carlos después de la lamentable historia habían desaparecido, tuvieron amigos.

La principal sin dudas era la señora Sara G. Sara era una mujer sola que amaba a los niños y tenía una gran capacidad de crear poemas e historias infantiles.

Se había anotado en un concurso de la editorial con su cuento, "Afra, la jirafa sin Manchas". La historia de una pequeña jirafa africana, que nació sin manchas en su piel, ganó el primer premio.

La señora Sara pidió a la editorial una cubierta dura que trajera en cada página adhesivos de manchitas que los niños pudieran ir colocando a la jirafita a medida que leían la historia.

Ese pedido inusual hizo que Carlos la invitara para dialogar a su casa y una amistad fuerte , llena de ternura , creció entre los tres y la escritora.

Sara quedó loca por Marbella y se convirtió en la abuela escritora de la niña.

Fue Sara también la primera que se enteró del embarazo de Bella.

Cuando esa noche después de amarse como siempre, con la misma pasión y el mismo anhelo, Bella le contó a su esposo la noticia.

Ella nunca había visto a ese grandullón llorar. Pues esa noche se prendió de la panza de su mujer y lloró bastante. De hecho era un llanto de felicidad y no de tristeza.

_ Como le diremos a mí, princesa que tendrá un hermanito? No quiero que piense que la dejaré de amar! -dijo Carlos.

_ Esperaremos un poco amor. Soy sana, pero tú sabes que todo puede pasar. Cuando el bebé este seguro, la llevaremos con nosotros a la ecografía.

Y así lo hicieron. Cuando a los tres meses supieron que Carlitos estaba en la panza de Bella , Sanito y creciendo normalmente Mar fue a conocer a su hermano en la sala de la ecografía con su abu Sara acompañándolos.

La niña no tenía la menor idea de cómo saldría su hermano de la panza de su mamá pero si lo vio crecer cada vez más, porque su madre se volvió cada día más gorda.

Su madre dormía largas siestas con ella y su papá abrazados de su barriga. Sus padres compraron una cuna y pintaron una habitación con dibujitos celestes.

La abu Sara también pintó en su recámara la jirafa del cuento que a ella le gustaba mucho. Sus padres salían mucho y Ana la cuidaba.

Así que no fue ninguna novedad cuando después de una salida su papá vino a buscarla para ir a conocer a su hermanito.

Carlitos era muy pequeño a los ojos de Mar pero en realidad tenía casi cuatro kilos al nacer, todo indicaba que sería un fortachón como su padre.

Un instinto maternal muy fuerte inundó el pequeño cuerpo de Mar y llenaba de besos pegajosos la cara de su hermano.

Le encantaba abrazada a su padre ver cómo su mamá le daba la teta a su hermanito. Muchas veces su madre lo dejaba cargarlo lo que encantaba a Marbella.

Solo salía disparada cuando cambiaban a su hermano por el horrible olor que inundaba la habitación.

Cuando Mar fue al jardín de cuatro años, su hermanito ya había aprendido a no ensuciarse y ya caminaba despacio como un pato.

La abuela Sara venía a ayudar a Ana cuando sus padres salían por trabajo. Andrés la llevaba en el auto de su papá al jardín y luego le buscaba. Nunca tuvo celos de su hermanito. Su papá siempre le decía que ella era su única princesa.

La vida para la familia transcurría en paz, los niños estaban sanos, la economía de la casa cada vez más fuerte y la pareja seguía amándose mucho.

Su papá se ejercitaba a diario. Especialmente cuando a escondidas ella y él comían la famosa tortilla que hacía su madre y que en la mesa les daba solo un pedazo.

Entonces su papá saltaba en una cuerda y a veces corría en el patio. Marbella lo seguía corriendo también hasta que su papá transpirado por el ejercicio la levantaba con sus fuertes brazos y la llenaba de besos.

Le gustaba mucho a Marbella tener a su papá únicamente para ella un rato. Ella quería mucho a su mamá pero su papá era perfecto. En su cumpleaños sus padres hicieron una fiesta hermosa en el jardín de su casa y muchos de sus amigos del colegio vinieron a la fiesta con sus padres.

El jardín de su casa estaba lleno de globos y piñatas. Había payasos que hacían muchos trucos y un fotógrafo le sacó muchas fotos con sus padres y su hermanito Carlos.

Cuando toda esa cantidad de gente se fue a su casa su papá estaba comiendo sandwiches y su mamá se enojó con él.

_ Voy a tomarte la presión!- dijo mala y le ato una goma negra en el brazo. Luego le dio una pastilla y ella durmió con su padre que estaba castigado.

Era tan lindo dormir con su papá que Marbella quería que su mami lo castigue siempre.

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