Estamos solos

*Mar

Un mes en el trabajo soportando a mi jefe arrogante y engreído, que se cree la perfección entre los humanos. Han pasado varios días desde que empecé a trabajar en Monts y, como era de esperarse, sabía que no sería fácil. No he tenido tiempo ni para divertirme. Él es como un ogro que siempre me mantiene ocupada, incluso haciendo sus cosas porque, según él, no tiene tiempo y como soy su asistente personal pienso que soy su esclava. Pero no es porque sea mi jefe, sino porque todavía no se presenta la oportunidad de descargar todo lo que tengo contra él. El tiempo sigue pasando y cada día lo soporto menos. Con una pila de documentos en mi escritorio, el señor Flim entra por la puerta de mi oficina.

—¿Acaso no sabe tocar? —me pregunta.

—Y yo desde cuándo toco en mi empresa. —le respondo.

—Pues en mi oficina si le respondí. —me dice él.

—No te quitaré mucho tiempo, que tengo mejores cosas que hacer. Mira, el sábado por la mañana los inversionistas quieren ver un proyecto de calidad innovador para autos y con unas sumas de ganancia insuperables.

—¿Y tú te vas a encargar de esa idea?—le pregunté.

—Yo —respondió él.

—¿Si tienes algún inconveniente?

—No, pero sólo faltan 5 días para armar un proyecto. Se necesita más, un plan de ganancia y además, verificar costos para que no sobrepasen la empresa.

—Lo sé, pero si eres inteligente sabrás cómo dominarlo. Quiero tus ideas para el viernes por la tarde.

—Está bien, señor.

El director salió de mi oficina y yo casi pegué un grito. Cinco días para elaborar un plan que normalmente tarda más de dos semanas. Dios, ¿en qué me metí? Siento que vivo en la oficina y no en un hotel. Así que manos a la obra, a sacar toda la información posible para generar un plan durante el mejor tiempo posible.

Durante esta semana estuve así, del hotel al trabajo y dormiendo solo tres horas al día. Aún no había terminado el proyecto y había gran parte de él que no me convencía. Tenía tres estrategias, una le faltaba y a otra se le repasaba. Solo quedaba un día para que mi jefe pidiera mi estrategia. Me desvelé toda la noche y estuve en mi oficina hasta que amaneció.

Durante la madrugada no me percaté de lo bonita que se veía la empresa completamente silenciosa y la paz que transmitía. Lo único bueno era terminar mi laboriosa estrategia y estaba segura de que el director quedaría encantado.

Bajé a tomar un café mientras llegaban los demás empleados. Al bajar por el elevador casi al amanecer, el silencio y los sonidos del aire que entraba por algunas rejillas abiertas. De repente, pasó detrás de mí alguien que se escuchó pero tal vez era mi cabeza, estaba tan cansada que ya estaba alucinando, pero sentí que alguien tocó mi hombro y era él.

GRITÉ.

HAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHA se río.

Después de que pasó el susto le dije –Ya deja de gritar.

–Me asusté, ¿cómo esperas que no grite?

–Disculpa esto solo se ve terrorífico, aunque siento que me da paz.

–Creo que llegaste muy temprano señorita.

–No de hecho me quedé le respondí, tenía mucho pendiente.

–Ok, tómese el día libre.

–Pero no veremos la estrategia.

–No, no tengo tiempo, al igual que usted irá con los inversionistas usted presentará su proyecto.

–¿Yo? Pero si...

–Pero no hay peros que valgan, es su proyecto, usted lo presenta y ahora váyase a descansar es una orden, además, quiero estar solo.

Me quedé perpleja mientras él se alejaba. En serio que era molesto, pero había un problema, un gran problema, mi pánico para hablar frente a la gente y expondría mi proyecto a los inversionistas, sé que eso no saldrá bien. Aunque me preparé, mejor le digo adiós a mi trabajo. Me fui al hotel a descansar.

Si aún pienso en lo que haré el día que toque exponer mi proyecto, no es mi trabajo, es del jefe, pero ¿quién mejor que yo? Ya que es mi proyecto, podría lucirme, pero sé que así no será. Desde aquella vez que estaba en preparatoria en Estados Unidos y al exponer, hablé en mi lengua natal y se burlaron, jamás volví a exponer algo. Es hora de superar mi miedo, pero ¿cómo?

Pasé la gran parte hablando con el espejo, pero me trababa. No me rendí hasta que después de un rato, logré trabarme menos.

Mi celular suena. Era un mensaje de un desconocido disculpándose por molestar, pero solo enviaba un SIM para avisar que hiciera mi maleta, ya que saldríamos a Brasil. Lo leí y quedé confundida.

—¿Quién es?

—TU JEFE.

Sí, como no, pude suponerlo. Esperar en Brasil, ¿pero qué haremos allí?

Pero como chica obediente, hice mis maletas con ropa loca y pocas cosas. Aún no entiendo por qué lo hago, pero ya están listas. Al día siguiente, era súper temprano y ya estaba arreglándome para salir al trabajo, pero la llamada en mi celular sonó de un número desconocido.

—Baja rápido con tu maleta, que llegaremos tarde.

—¿Bajar a dónde y adónde iremos?

—Baja y apúrate, no tengo todo el día.

¡Qué día! Apenas estaba apunto de desayunar y ahora quiere que baje. Dios mío. Tomé la maleta y bajé a la parte baja del hotel, y ahí estaba él, en un Camaro negro.

—Ve y sube la maleta en la parte trasera del auto, mientras yo subo al mío.

Lo miraba confundida.

—Sube.

Antes de subirme, le dije:

—Espera, ¿a dónde vamos?

—¿En serio? Ayer te lo dije.

—Sube, te explico en el camino.

Me subí al auto, mientras él parecía un rayo en la autopista que no llevaba a un lugar que conociera. No quería romper el hielo, pero ya no conocía el lugar. Hasta que paramos en una finca grande a las afueras de Cancún y es ahí donde le pregunté:

—Espera, ¿a dónde vamos? Explícame por qué tengo que ir yo.

—No creas que es porque quiero llevarte, pero los inversionistas nos verán en Brasil.

"Inversionista Brasil, oh por Dios, mi trabajo. El USB se me olvidó en la mesita de noche. Entonces le dije: "Espera, haré una llamada". Tengo una copia en mi nube, así que llamé a Carolina, la secretaria, para que entrara a mi oficina y me enviara el archivo a mi celular.

Mensaje recibido: mounts68@gmail.com, archivo de empresa Mounts.

- Lista.

- Sí, ¿en qué nos iremos?

- En mi avión.

Entramos a la finca y, efectivamente, tenía el avión de la presidencia. Me subí y me abroché el cinturón mientras mi jefe, enfrente de mí, tomó el otro asiento e hizo lo mismo, mientras una chica por la cabina nos daba indicaciones. Despegamos."

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