*Mar
Mañana siguiente:
“Auch, me duele la cabeza”, volteo a la mesita de noche para ver la hora, pero me doy cuenta de que no está mi celular. ¡Oh, sorpresa! Tampoco está en mi casa. ¿Dónde diablos estoy?
Me levanto apurada, volteando por todo a mi alrededor, y veo que no estoy en mi casa, sino en un lugar completamente desconocido para mí. Pero de repente, la voz de un tipo al que ni siquiera conozco: “Buenos días, bonita”.
—“Buenos días, bonita”, pero ¿qué ha pasado aquí? —pregunté.
El chico desconocido responde: “Que no ha pasado”, con una sonrisa en sus labios.
El chico volvió a dormirse, mientras yo trataba de recordar algo, pero no lograba recordar nada. De un paso veloz, bajé de la cama, me vestí tan rápido como pude y salí de la habitación.
Estaba a punto de salir del apartamento cuando una voz me detuvo: “Buenos días, ¿sabes si el joven ya se levantó?”.
—“¿Cuál joven?”, el joven no ha despertado aún. ¿Usted quién es?” —pregunté.
—“Soy la mucama, señorita, y solo quería avisarle que el desayuno está listo”.
—“Gracias, pero tengo que irme”.
Abrí la puerta para salir, pero de nuevo la voz me habló: “¿Ya te vas?”. No era la voz de la señora, sino una voz más gruesa y ronca, la del desconocido.
Sentía cómo mis piernas se debilitaban y a duras penas pude responder: “Tengo que irme”.
Salí del apartamento y tomé un taxi. Durante el camino me preguntaba quién era el tipo y cómo había llegado a su departamento, ¡y peor aún, a su cama! En serio, no podía recordar nada de esa noche. Por Dios, trágame tierra…
—“Ya llegué” —grité al subir las escaleras para mi habitación, pero no había nadie.
Tenía que hacer algo, hablarle a Odette. Llamada
—“Bueno, ¿cómo amaneció mi pequeña traviesa?”.
—“¿Cuál pequeña traviesa? Primero que nada necesito verte antes de que te vayas”.
—“Está bien, llego en 10 minutos”.
*Flim
Una invitación de honor a una celebración de graduación.
—“¿Es en serio? Sabes que tengo mejores cosas que hacer, Lola”.
—Sí, señor, pero es importante que vaya. Estarán muchos pasas directores y habrá reporteros. Esto hablará muy bien de usted.
Vaya, esto es como una salida para callar bocas, pues últimamente ando mucho en chismes con eso de ser un director general en una de las empresas más cotizadas de Cancún. A mis 24 años, tan joven y soltero, no tengo la culpa de que ninguna chica se resista a mis encantos y mis millones.
—Está bien, iré.
En Estados Unidos será la dichosa ceremonia, bueno, dichosos ellos por tenerme a mí.
*Mensaje a Jesús
Alista maletas, nos vamos a Estados Unidos.
Jesús es como mi hermano y siempre me ha apoyado a pesar de que tuve una relación con su hermana, mi verdadero amor. Cuatro años sin tener ninguna relación estable. Me había enamorado de ella profundamente, pero por cosas de la vida, nada es para siempre. Por dado caso a ese pequeñito problema, hoy solo soy un hombre para sexo casual, nada serio.
*Estados Unidos
Jesús y yo nos dirigimos a esa ceremonia donde todo transcurrió muy bien.
—Se terminó, y ahora, ¿qué sigue? La verdadera fiesta.
Lo único que me gustaba de viajar era que después de un compromiso salía. Lo tomaba como un descanso de todo.
Jesús: —Iremos al antro.
— Pues claro, no todo es trabajo, vamos a divertirnos.
Jesús: —Ya, Flim, toma las cosas en serio. Sé que no todo es trabajo, pero eres muy irresponsable desde que ella...
— Termina, desde que ella me dejó.
— No quería decirlo así.
— Pero lo dijiste, y si mi vida personal es una mierda, pero bien, ¿eso a ti qué más te da?
— Me importas, Flim. Solo quiero lo mejor.
— Hay, Jesús, mejor vámonos a beber.
— El alcohol no lo es todo, Flim.
— No, el alcohol no, los culitos sí. ¿Para qué tener uno si puedo tener al que yo quiera?
Nos dirigimos al antro, pues yo quería diversión.
—Entrada VIP, por favor.
—Acompáñenos.
Corrección:
Nos dieron una VIP y a lo lejos la vi a ella, una chica de vestido plateado único que le quedaba perfecto, entallado, que a la vista dejaba mucho que desear.
—Jesús, ¿ves aquella chica?
—¿Cuál de todas?
—La del vestido plateado.
—Sí, es hermosa.
—Sí, es linda, pero también está que uff.
—Por favor, no te metas en problemas.
Le hice un gesto con la cabeza y le respondí: —Ño.
Me reí, pero en mi mente ya la deseaba. Quería tener ese cuerpo entre mis brazos.
Así que, a la obra maestro, mi lado coqueto activado. Me acerqué a ella para invitarla a mi mesa, pero no aceptaron a la primera. Después de enviarles unos cuantos tragos, aceptaron. Entre pláticas y diversión ya era de madrugada, pero la chica del vestido plateado estaba muy tomada, no podía ni pararse por sí misma, así que me ofrecí llevarla a su casa. Su amiga se quedó dormida mientras mi amigo se llevaba a una a su departamento. Yo me llevé a la otra al mío. Sabía que no sucedería nada, solo si ellas quisieran. La subí al auto como pude y la llevé a mi departamento. La subí a mi habitación y la recosté. Bajé por un vaso de agua y cuando subí, ella estaba en ropa interior. No negaré que se veía muy bien, pero no estaba en su mejor sentido. Me duché y me recosté al lado de ella. La mañana siguiente, se levantó y vi su cara de confusión. Le dije: "Buenos días". Después ella se preguntó en voz alta qué había pasado y solo respondí que no pasó. Me volví a costar. Yo tenía sueño y tampoco le explicaría. No perdería mi tiempo en eso. Ella se fue.
Aunque después bajé y seguí molestando, la invité a quedarse, pero la pobre estaba tan confundida que ni hablar pudo.
Entre mis pensamientos solo tenía ganas de reírme por aquella situación, pero me contuve. Realmente no supe ni cómo se llamaba, pero no le di importancia. Yo me tenía que regresar a Cancún.
*Mar
Odette llegó a casa y le reclamé por qué me había dejado sola.
—Perdón, pero yo me quedé dormida e incluso cuando desperté estaba en una casa desconocida.
—Así, le dije algo confundida, pues yo desperté al lado de un hombre desconocido y en ropa interior y ¿sabes qué es lo peor? Que no recuerdo lo que pasó.
—Cuéntame, ¿qué pasó? – me pregunta Odette.
—No recuerdo en qué momento nos separamos
—Nada
—Odette, ¿no crees que nos hayan echado algo en la bebida?
—¿Crees eso? No tranquila, solo querían ayudarnos.
¿Cómo sabes eso Odette?
—Hablé con el chico Jesús. Además, yo si recuerdo.
—Mady, déjame explicarte. Las dos hablábamos mientras un mesero se acerca con 2 copas. Antes de hecho, el chico ya nos había invitado a la mesa, pero no habíamos aceptado. Después de unas horas, fuimos, platicamos hasta que las copas se nos subieron.
—Hay Odette, no dejes que vuelva a tomar, por favor. Tampoco espero volver a ver a ese chico.
—Total, no creo que lo volvamos a ver.
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