Capítulo 16

*Xavier Bulgare*

Salgo del baño envuelto en una toalla, la rubiecita no está en la habitación y su ropa mojada la tengo yo, está frío de cojones lo cual no es muy común por aquí, me coloco unos shorts y una camiseta blanca y elijo del armario algo que le quede bien, camino hasta la habitación de invitados y ella está ahí, acostada, envuelta en una manta gruesa y temblando toda.

— Toma, ponte esto.

Le extiendo una sudadera y unos calzoncillos tipo bóxer negros todavía con su etiqueta.

— No voy a ponerme tu ropa.

— ¿Prefieres quedarte desnuda?

Digo impaciente y ella gruñe poniéndose de pie, mantiene la cobija frente a su cuerpo y me mira enfadada.

— ¿Me vas a seguir mirando con esa cara de pervertido?

— No hay nada ahí abajo que no haya visto ya en el baño.

Cruzo los brazos frente al pecho.

— ¿Siempre tienes que ser un imbécil?

Ella refunfuña lanzando la manta sobre la cama, completamente desnuda se coloca primero los calzoncillos dejando al descubierto sus firmes y perfectos pechos, se me hace la boca agua, desearía pasarme la noche entera succionándolos mientras foll*amos rico.

— Listo, ya puedes irte.

Ella dice vistiéndose con mi ropa, es una cosita pequeña y que se ve de lo más atractiva enfadada.

— ¿Seguro que no quieres compañía? Soy un hombre de corazón generoso, te arrullo para que duermas.

Ella suspira, me empuja fuera gritando, antes de que cierre la puerta le robo un beso.

— Buenas noches, rubiecita, sueña conmigo.

Digo antes de sentir el golpe de la puerta nariz contra nariz, sin duda alguna es la mujer más esquiva que he conocido en la vida, entro a mi habitación y me acuesto justo cuando suena el teléfono.

— Dime.

Respondo secamente, es Dan al otro lado de la línea.

— Estás jod*ido\, hijo de pu*ta.

Grita él.

— Buenas noches también, hermanito, ¿a qué debo el honor de recibir una llamada tan amable de su excelencia a esta hora?

— ¿Aún te burlas? ¿cuál es tu problema con esa chiquilla rubia que está en tu morro?

Guardo silencio.

— Acaba de salir de mi favela un chaval llamado Ryan, vino pidiendo asilo porque su padre, un mafioso multimillonario, está preso, me ofreció quince millones de dólares para invadir tu complejo, sacar a su hermana y a su prima de las manos del dueño y matar a todos los que invadieron su casa.

— ¿Y qué le has dicho?

— ¿Qué te parece?

Grita él.

— Que se joda, ese tío vino aquí con Yuri, por lo visto él aceptó la oferta, te la estás jugando, él va a recorrer todos los morros vecinos en busca de apoyo, ¿crees que alguien más va a rechazar la oferta?, especialmente después de que llenaras a Tato de plomo.

— Me las apañaré con Yuri, no le tengo miedo a esos pavos, no le tengo miedo a nadie y tú lo sabes.

— Estás subestimando al enemigo Venom, el tal Ryan consiguió salir de la cárcel por la puerta principal aun con una lista de crímenes mayor que la nuestra, tiene pasta, tío, tiene dinero para jugar a ser Dios con hombres como nosotros, le convencí para que intente hablar contigo mañana, seré el intermediario.

— No quiero a ese niñato rico en mi morro.

— Jod*r.

Dan grita.

— No seas tonto, de todos modos ella irá en búsqueda de su hermana, cuando llegue a tu morro mañana queriendo hablar escúchale jod*r, haz que esa chica se pire, no seas menso, ¿vas a tirarlo todo por la borda por un chocho?

Cuelgo molesto, me levanto de la cama y regreso a la habitación de Kaya, ella está durmiendo, abrazada a la almohada luce una expresión serena que emana paz.

— Tengo que dejarte ir.

Digo observándola, camino hasta la cama y me siento a su lado, justo cuando me acerco, ella se aferra a mi cuerpo, está dormida y lo sé, pero por alguna razón no puedo alejarla, me acuesto atrayéndola hacia mí, se acurruca en mi pecho mientras acaricio su cabello, la cubro con la manta y una sonrisa florece en sus labios.

— ¿Qué estoy haciendo? No puedes seguir aquí, quedarme contigo me va a costar este morro, rubiecita, me va a costar un ejército y soldados que no puedo perder.

Le doy un beso en la boca y ella se aferra aún más a mí.

— No debería haber sido así, mocosa, nada bueno me pasa nunca.

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