- Una chica con suerte -

Niqui no se equivocó al pensar que su bello ángel de ojos negros la castigaría y de qué manera, este se dispuso a quitar las pequeñas prendas que ella tenía, lo hizo tan delicadamente como si se tratara de una obra de arte muy valiosa que podría romperse, por primera vez Niqui se sonrojo y eso no era fácil de lograr en ella era curioso ver el tiempo que se tomaba.

Entre besos muy apasionados el ángel de ojos negros se dedico hacer sentir a Niqui muy especial y solo se alejo de ella para dirigirse a un exhibidor en el cual había muchos artículos de BDSM y trajo con él un arnés muy bien equipado.

-          Mi hermosa de ojos rojos ponte este arnés, mete tus brazos de forma normal como si de un chaleco se tratara, pero deja tus brazos a los lados que los voy a ajustar.

-          Está bien, pero explícame esta barra que cuelga de esta correa donde va.

-          Ya lo veras, te invito a recostar te en la cama para que estés más comoda.

Así lo hizo Niqui, y cuando se acostó en la cama, este le pidió de apoco correrse hasta que quedara en la orilla de la misma, luego procedió a ajustar la barra a sus tobillos y de un solo movimiento la ajusto quedando la barra de separación puesta a la distancia que el ángel del deseo quería, Niqui se emocionó esto era realmente nuevo para ella.

-          Mi bello ángel de ojos negro, dime como se llama esto que me colocaste.

-          Es un arnés de ajuste de brazos con barra de separación así que por un rato estarás a mi merced.

-          Soy toda tuya, solo espero que valga la pena estar tan expuesta.

-          Claro que va a valer la pena, además después de un rato te encantará estar así ya lo veras.

El ángel de ojos negros se quedó mirando a Niqui de una forma tan sexy estaba realmente complacido con tenerla de esa manera.

Niqui observo con atención cada movimiento que hacia su bello ángel del deseo y se dio cuenta que traía en sus manos un estuche grande de color plateado, que estaba sellado, lo que le indicaba que era nuevo.

-          ¡Qué es eso hermoso ángel de ojos negros!

-          Son algunos artículos de diversión que voy a utilizar contigo y como puedes ver son nuevos, lo que quiere decir que te los puedes llevar si así lo quieres.

-          Claro que me los llevo a demás me gustan los regalos.

-          Estos regalos sí que te van a gustar, espero que cuando los uses fuera del Imperio pienses en mí.

-          Mi bello ángel, así no me dieras ese regalo, pensaría en ti de eso puedes estar más que seguro.

Con una gran sonrisa el ángel de ojos negros empezó a sacar cosas de ese estuche, saco lo que parecía unas esferas de color oro rosa, después de sacarlas del empaque, procedió a pasarlas por todo el cuerpo de Niqui concentrándose en no saltarse ningun lugar de su hermoso cuerpo, mientras realizaba ese ritual fue dándole ricos besos, besos que fueron más que suficiente para encender la llama de la pasión en Niqui.

Niqui sentía que esas esferas le habían dejado algún tipo de aceite, eso para ella era muy placentero pues era como si hubiese recibido un masaje.

El ángel de ojos negros sacó del estuche un juguete de su color favorito, Niqui empezó a sentir un calor muy extraño que iba por todo el recorrido que habían hecho esas dos esferas, claro que se concentraba más en su punto dulce, era una sensación que cada vez la quemaba más.

-          Dime que tenían esas esferas, siento mucho calor y cosquilleo.

-          Se llaman bolas brasileñas con efecto de calor, esto hará que tu cuerpo experimente sensaciones más intensas de lo normal y este juguetito que tengo aquí es la combinación perfecta para que alucines. 

Y antes que la bella Niqui pudiera asimilar lo que el ángel del deseo le había dicho, este colocó el juguete en ese punto sensible y bastó solo con eso para llevarla al cielo, Niqui se perdió en las sensaciones, esas que nunca había experimentado, era como estar viviendo una y otra vez una deliciosa agonía.

Niqui no supo cuántas veces llegó a la cumbre de su éxtasis, pero cada vez sentía que estar en esa habitación era como estar en el paraíso, ese hombre sí que sabía llevar a una chica a la locura.

Cuando menos lo espero el cuerpo de Niqui exploto en un torrencial derroche de placer, el cual fue recibido por el aquel hombre de ojos negros.

-          ¡Oh por Dios! Jamás en mi vida había tenido uno de estos.

-          Eso me encanta, ser el dueño de otra primera vez para ti aquí en el Imperio, puedo decirte que con esto estamos a mano, tu néctar también es delicioso.

Los segundos pasaron muy lento para ellos en esa habitación pues el aceite afrodisiaco que tenían las esferas intensifico las sensaciones de ambos, Niqui se preguntaba quién era ese hombre tan peculiar, pero amaba la idea de no conocer nada de él era el misterio que les regalaba el imperio ese lugar superó sus expectativas ya entendía por que en un tiempo Tadeo estuvo tan inmerso en este lugar. Hoy comprobaba que alguien había superado a Alessandro y por mucho la diferencia era astronómica.

Después de muchas horas de intensa actividad su cuerpo cayó rendido y simplemente abrazo ese fuerte pecho que tenía debajo de ella y descanso en el, pero cuando el sol estaba en su mayor esplendor supo que ya era hora de volver a la realidad, estaba más que recargada de energía, se sentía deseada y por varias horas fue venerada por un hombre que cuido hasta del más mínimo detalle para hacerla sentir plena.

-          Debo irme mi bello ángel, ya es hora, te agradezco, por tanto.

-          Espero esto te convenza de volver mi chica hermosa de ojos rojos o debo decirte mi nena 1030

-          Me estás insinuando que soy la 1030 en tu cama. Porque si es así ya comprendo de donde sacaste la experiencia.

-          Jajajaja, eso no es del todo cierto mi hermosa de ojos rojos, ¡pero yo solo me entiendo!, si decides volver te cuento por qué te dije el número, de verdad espero que regreses, eres realmente hermosa y única. Me gustaría que volviéramos a vernos.

-          Ya veremos si vuelvo, solo te puedo decir que me encantó la experiencia.

-          Me alegra ser el responsable de haberte brindado tal experiencia. Si te decides te espero el fin de semana que viene habrá algo especial.

-           Ok lo pensare. Ahora dime dónde colocaste mi lencería.

- No te la regresaré te llevas algo que yo te di, quiero conservar algo tuyo.

- Bueno me parece un trato justo. 

Se despidieron con apasionado beso. que era más bien una promesa, de volver a verse pronto.

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