-Kristine. Estoy esperando una disculpa.
-Alex, no es necesario.
-Ella te faltó el respeto y debe hacerlo.
-Ahora discúlpate con Elizabeth. El error que cometió mi esposa no puede arruinar la amistad de ambas familias.
¿Así que quieres de me disculpes con una mujer que acaba de insultarme? Bien, me disculparé, pero tendrás una disculpa única, te arrepentirás de ignorar mi opinión y solamente escuchar una sola. Verás de lo que soy capaz de hacer.
Todas las personas que estaban reunidas estaban sorprendidos por la forma grosera en la que “esposa” de Alexander White se estaba comportando. Era tan sorprendente que una persona como yo estuviera haciendo esto, Los empleados y Héctor estaban conteniendo la risa. El rostro de Alexander y el de la familia de Elizabeth estaban lleno de ira. Entre ellos, los ojos agudos de Alexander estaban afilados como un cuchillo.
-¡Oh, lo lamento mucho!-le decía mientras acariciaba a un gran cerdo.-¿Qué? Por supuesto me disculpo. Lo lamento por todo, estaba pensando un nombre para ti y ya tengo el indicado. ¿Qué te parece Lizzy? ¿Te gusta el nombre Lizzy? Estoy segura de que lo amarás. ¿Verdad que si Lizzy?
Me levanté apresuradamente y vi a cada uno con una sonrisa de triunfo. Héctor y algunos empleados trataban de contener sus risas, La familia de Elizabeth estaba furiosa. Una persona inteligente sabría lo que acababa de hacer fue un insulto a los honorables amigos de Alexander, aquel hombre que era considerado mi esposo tenía, acababa de ser insultado y desafiado.
Luego cerró los ojos con fuerza para tratar de contener su enojo, suspiraba profundamente por lo que acababa de suceder. Nadie lo había desafiado y era la primera vez que en su vida una persona lo humillaba sin decir una sola palabra.
-Llamó a Elizabeth cerdo.-susurró Héctor.
-¿Perdón? ¿Acaso le llamaste a ese cerdo Lizzy?
-¿Qué tiene de malo? Es un lindo nombre.
Además. ¿Por qué reaccionas así? Pensaría que te sientes ofendida, creo que no deberías sentirte de esa forma, ya que no tienen el mismo nombre. Elizabeth y Lizzy son dos nombres totalmente diferentes.
Antes la voz indiferente de Alexander, encogí mis hombros, en un momento pensé que iba a golpearme, pero era un desafío, lo estaba retando, por supuesto, todos los invitados y empleados se habían dado cuenta de que no iba a rendirme ante nadie y mucho ante él.
-Héctor recuerda que debemos alimentar a Lizzy y que necesita una pareja para que no se sienta sola, Sería vergonzoso que tuviera que compartir pareja si eso sucede es como si fuera una gata callejera en busca de alimento o de alguien que le dé cariño. En fin es mi opinión, perdón por ignorarlos. Es que siempre me dijeron que debía ayudar a las personas pobres y es mi forma de brindarles mi ayuda.
Héctor frunció el ceño ligeramente, sorprendido de contener la risa por lo que acababa de escuchar, ante la repentina solicitud que la había hecho.
Mientras tanto, Alexander mantenía la mirada en mí, estaba segura de que aún estaba en shock porque no podía asegurar si lo que acababa de escuchar era lo correcto. Los brillantes ojos castaños cada vez brillaban. Sentí mi corazón acelerarse, mi cuerpo se ponía rígido, trataba de contener los nervios o el miedo para que él no sospechara que su mirada me perturbaba.
-Señor Alexander, creo que lo mejor sería es que mi hija y yo nos retiremos…
-¿De verdad? Qué pena. Entonces. ¿Quiere que lo acompañe?
Miré el rostro de Héctor, que se estremeció por mis palabras, con ojos alegres. Sabía que todos los empleados al igual que él estaban disfrutando lo que estaba sucediendo, pero todos sabíamos que era inevitable controlar la ira de Alexander. Porque fue humillado delante de todas las personas reunidas.
-Bueno. Si no hay más que decir, entonces me disculpo.
Héctor sonrió con expresión traviesa, por la disculpa que acababa de decir. Sin embargo, los ojos de la persona que era considerado mi esposo se miraban eran tan profundos y oscuros, lleno de odio y enojo por lo que estaba sucediendo, estaba segura de que de alguna manera él no iba a perder y se cobraría la humillación que le hice pasar.
Me encontraba en la habitación, estaba lista para el problema que iba a suceder. Había dejado a Alexander con las palabras en la boca, ¿Qué diría? ¿Qué sucedería? ¿No sería bueno que estando enojado él y yo nos mantuviéramos separado? Siendo, sincera. Eso sería una buena estrategia, además que estaría tan enojado que no querrá estar conmigo o compartir la misma habitación.
Escuché como la puerta de la habitación se abría con fuerza. Era Alexander que me miraba con dureza. Como si lo que acababa de hacer era un gravísimo error y que nadie puede desafiar sus órdenes, ni siquiera la persona a la que todos consideran su esposa.
-Llegaste más rápido de lo que imaginé.
Alexander me respondió con firmeza, como si lo que acababa de escuchar fuese una declaración de guerra. Era ridículo sentirse ofendido u ofendido cuando desde el principio nuestro matrimonio fue obligado y en contra de mi voluntad.
-¿Qué demonios hiciste? ¿Por qué hiciste una estupidez? ¿Acabas de llamar Cerdo a la hija de uno de los socios de mi empresa? ¿Qué crees que haces Kristine?
-Defender mi punto. ¿Por qué me disculparía por un error que no cometí? Nunca lo he hecho y nunca lo haré.
-Eran personas importantes, si cometes un error debes disculparte. ¿Qué clase de educación te enseñaron tus padres? Cuando haces algo malo debes bajar la cabeza y pedir perdón, eso es lo que una persona normal haría.
¿Pedir perdón? ¿Bajar la cabeza? ¿Disculparme? ¿Es esto acaso una broma de mal gusto? ¿Por qué pediría perdón? Es cierto, que cuando cometes un error debes pedir excusas, pero. ¿Por qué lo haría si no hice nada?
-¿Por qué?
-Porque debes hacerlo.
-¿Quién te crees que eres para decirme que debo hacerlo? ¿Por qué no investigas antes? Como empresario debes encontrar una solución para los problemas, pero no lo estás haciendo, solo te enfocas en hacer lo que te conviene sin pedir la opinión de las demás personas involucrada.
-¿Pedí tu opinión? Escúchame bien, que no voy a repetirlo de nuevo. Debes comportarte adecuadamente, no quiero que arruines la reputación de la familia White si lo haces haré que te arrepientas y las personas que pagarían ese error sería la que consideras tu familia.
Abrí la boca para protestar de nuevo, pero pronto la cerré cuando vi como la mirada de Alexander se volvía cada vez más dura. Estuve a punto de cometer un error que podría llevarme a la ruina o a tener una fuerte discusión que nunca acabaría.
-Elizabeth se quedará aquí por unos meses, espero que ambas se lleven bien.
-Si ella no me provoca, entonces no tendremos problemas. Pero si ella me insulta o intenta humillarme no me quedaré tranquila y haré que lo piense dos veces si intenta meterse conmigo.
En mi vida la única cosa que me importa es tener paz durante un poco más de tiempo, pero al enterarme de que aquella mujer estará viviendo con nosotros eso me enoja mucho porque no estoy segura si es una forma para demostrar que él es el amo y dueño de este lugar.
-Me he estado preguntando. ¿Por qué esa mujer quiere quedarse acá? ¿No es mejor quedarse en su casa? No creo que sea buena idea que una persona que no está casada contigo quiera estar en la casa matrimonial no me malinterpretes, pero no deseo que mi imagen se dañe.
Alexander se acercó a mí con cuidado, suspirando por frustración.
-¿Tienes una imagen que cuidar?
Estaba indignada por lo que acababa de preguntar. Por supuesto que tengo una imagen que cuidar al igual que él soy una persona importante y mis padres son empresarios importantes.
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