Capitulo: 3

-Eres valiente, pero tonta al pensar que la muerte es la única salida que tienes después de cometer un grave error en asesinar a Susie.

-Yo no maté a esa mujer, ¿Cuántas veces te he dicho que no le hice nada? ¿Por qué no me crees? ¿Crees que perdería mi tiempo en acabar con alguien así?

-No me hagas reír, fuiste la única persona que la amenazó. ¿Piensas que no conozco la clase de persona que eres? Cínica, desleal, malvada, mimada y caprichosa.

Kristine eres la clase de persona que es capaz de vender a su propia familia solo por dinero.

-No sabes nada. Yo nunca traicionaría a mi familia por dinero.

-¿De verdad no lo harías? Entonces. ¿Por qué te comprometiste? ¿Crees que no sé que era porque ambas familias querían hacer que ambas compañías sean más grande y poderosa?

-Tú no me conoces, Alexander White. Es cierto, odiaba a tu prometida, pero yo jamás tuve la intención de acabar con su vida, tenía mejores cosas que hacer en lugar de gastar mi tiempo pensando en aquella mujer siendo sincera, ella no estaba en mis pensamientos.

-No mientas. Sabes muy bien que lo hiciste.

-¿Qué pasaría si descubre que yo no soy la persona que la mató? ¿Serías capaz de liberarme?

Estaba mordiéndome los labios, ante la pregunta que acaba de hacer. ¿Hubiera sido mejor si estuviera callada ante la pregunta que hice? Deseaba volver a mi casa y vivir la vida que una vez viví tuve cuando estaba con mis padres, sabía que era imposible tener esa clase de sueño o deseos al estar en un lugar en contra de mi voluntad, aun sabiendo que una persona como Alexander no sería capaz en rendirse u olvidar su propósito.

-Si eso fuera pasar, entonces yo mismo te pediría perdón.

-Lo acabaste de decir Alexander, me encargaré de descubrir la verdad e incluso si es posible escapar.

-Ahora cambiemos el tema.

Alexander me besó. No entendía por qué aun estando en este lugar los besos de aquel hombre hacía que mi corazón latiera con fuerza, era como si no supiera qué hacer al sentir cada beso que recibía de mi enemigo.

Su rápidamente sujetó mi cintura. Sabía que él estaba haciendo todo esto porque no deseaba pasar otro rato con la hija de su socio, por supuesto para él solo era una tonta que se encargaba de calentar su cama, mi piel se puso de gallina. Cuando las manos calientes de él me tocaron, mi corazón no dejaba de acelerarse al sentir sus caricias y como cada vez más el calor de la habitación se propagaba.

Alexander se alejó de mí, mientras me miraba con una mirada fría.

-Hoy dormiré aquí.

Estaba sorprendida. ¿Acaso Alexander estaba bromeando? ¿Dormir aquí? ¿Conmigo? ¿Qué clase de broma es esta? ¿A qué estaba jugando él? ¿Por qué una persona que ha estado casado por un año conmigo y que siempre ha ignorado mi presencia desea compartir habitación?

Mi corazón empezó a latir al sentir como Alexander me dejó en la enorme cama matrimonial. Sentir la forma en la que me miraba hacía que por primera vez me aferrara a la persona que desde el principio arruinó mi felicidad por venganza. Aun así, no podía sentirme aliviada, porque no podía confundir lo que él hacía con lo que me hizo hacer por salvar a mi familia y a la persona que una vez fue mi prometido. Cuando las manos de él acariciaban mi piel y su lengua besaba mi cuerpo, cerraba los ojos y me dejaba besar.

Estaba ansiosa por sentir como Alexander iba entrando dentro de mí, no era que disfrutara de lo que estaba haciendo, pero debía hacerlo porque una persona como él es capaz de hacer cualquier cosa para acabar con mi vida. Me mojé con facilidad al sentir como cada parte de mi cuerpo estaba más sensible y como era besada, lo que era sorprendente es que mi cuerpo fuera capaz de permitirle entrar rápidamente, pero aun así su tamaño era enorme y la sensación de tenerlo adentro hacía que no pudiera pensar con claridad.

-¡Hngh!

Mis piernas rodeaban su cintura al sentir como se movía cada vez más rápido.

Por supuesto, que desde que me casé con Alexander por primera vez dormiríamos juntos era algo sorprendente. Qué vergonzoso el ser abrazada por la persona que más odias y a la vez es tu esposo.

Pero luego empezó un movimiento extremadamente lento. Estaba tratando que le suplicara a que lo deseaba con todo mi ser, y mientras me sostenía en sus brazos, estaba haciendo que una parte de mí deseara más de él.

Mi cuello se inclinó hacia atrás.

Estaba nerviosa por lo que estaba empezando a sentir, por eso lo sujetaba con fuerza mientras me sujetaba alrededor de su cuello. Ya no podía continuar con lo que Alexander estaba haciéndome, debía permanecer lejos de él al sentir como entraba cada vez más profundo.

No estaba segura si esto era una tortura o placer al sentirme atrapada por lo que Alexander estaba haciéndome, al principio los movimientos que eran rápidos, luego redujeron, eso hacía que no pudiera ser capaz de pensar.

Él estaba tratando de mantenerme dominada y era como si al besar todas las partes de mi cuerpo y dejar marcas les dijera a cada persona que yo le pertenezco, la sensación de sentir como Alexander volvió a moverse rápidamente me dejó sin aliento.

Desde que Alexander empezó a jugar no iba a permitir que él empezara a burlarse de mí o que pensara que soy una persona débil que no puede controlarse, No iba a darle el gusto de verme, suplicar, gemir o gritar de placer, aunque me estuviera reprimiendo. No deseaba hacerlo, aun así pude escuchar sus gemidos en esta habitación, no estaba segura si era una forma de decirle a la hija de su socio que él estaba disfrutando teniendo relaciones conmigo o era para que de una vez por todas me rindiera ante él.

-Ugh, ah, no, basta… Alex… Hng…

Era incapaz de soportarlo, cada movimiento, besos y caricias de él, sin darme cuenta, trataba de empujar contra el pecho de Alexander, pero él no se movió. Era venganza y tortura a la vez, como si estuviera disfrutando que no fuera capaz de contenerme. Susurró a mis oídos con una voz ronca y a la vez como si estuviera gruñendo por los movimientos que hacía.

-Hoy no podrás dormir, Kristine.

-Déjate de tonterías.

Mordía mis labios con fuerza, pero se me hacía imposible contener los gemidos, incluso si me tapaba la boca con la mano. Pero tan pronto como lo hice, Alexander me miró cada vez con más dureza. Sabía que él estaba molesto por lo que estaba haciendo al no admitir o tratar de mantenerme inmóvil a sus movimientos o besos.

-Aléjate de mí, Alexander White… Ugh, hngh. !Ah!

-No me hagas reír, Kristine.

-Tú…

Alexander frunció el ceño. Puso sus labios sobre los míos. No estaba dispuesto en que no obedeciera sus mandatos o deseos que es hacerme gritar o disfrutar el placer que me estaba dando. Nuestras lenguas se entrelazaron y no pude contener mis gemidos que ahogaron la habitación.

-¡Uhg!

Estaba empezando a disfrutar que él se estuviera moviendo rápidamente, sin pensar. El placer que duró más de lo habitual, lo cual hizo que perdiera la compostura, no era capaz de alejar a Alexander, estaba deseando que el placer no desapareciera.

-¡Angh!

Un gemido insoportable salió de la boca de él. Su cuerpo se puso rígido al sentir como mis uñas se clavaban en su ancha espalda. Alexander apretó los dientes y gimió nuevamente haciendo que mi corazón se acelerara por lo sucedido.

Alexander no fue capaz de contenerse, rápidamente se corrió dentro de mí. Estaba muy sorprendida por lo que acababa de hacer, aquel malvado hombre quería mantenerme cautiva y lo peor quería dejarme embarazada.

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