No quiero compartir

Capítulo Ocho

Ignacio parecía disfrutar haciéndome quedar mal delante de sus padres. En el baño, mientras hacía pis y trataba de calmarme por lo vergonzoso de la situación en la mesa del restorán; escuché a unas mujeres hablar de él y de su exesposa.

—No puedo creer que el joven De la Torre se volviera a casar. Paola estará devastada cuando se entere —dijo una de ellas.

—Pensé que lo había dejado porque era gay —respondió otra.

—Lo dejó porque no podían tener hijos juntos y la familia de él los presionaba ya que no la querían a ella. Dicen que son terribles controladores —esas mujeres no dejaban de hablar mal de los De la Torre y empezaba a molestarme.

—Supe que Paola no está con nadie pese a dejar a José Ignacio. ¿Suponen que es porque lo siga amando? —preguntó una. Yo no sabía si salir o dejarlas continuar.

—Claro que sí, ella lo ama desde que iban a la secundaria —dijo otra y tuve que salir, ya que golpearon la puerta del individual donde me encontraba.

Todas se quedaron mirándome, pero solo las saludé cordialmente después de lavarme las manos y me fui. ¿A mí que me importaba si su ex lo quería o si había estado con él? Mi trabajo era darle un hijo y luego él podría hacer lo que quisiera; incluso volver con su ex si lo deseaba. Al volver a la mesa la comida ya había llegado y todos me esperaban.

—¿Estás bien? —me preguntó Ignacio y le dije que sí, cuando me senté.

Sonreí como si no me importara nada, aparentando sentirme feliz al lado de esas personas, las cuales eran completos desconocidos para mí. Esto solo era un trabajo, uno que terminaría en un año y tenía que quedarme claro. Después de cenar esos dos bocados de aire volvimos a la mansión. Sería por eso que las personas con dinero solían ser delgadas, ya que no ingerían alimentos consistentes. Por un instante recordé el guisado que mi madre hacía en invierno y sentí cómo se me habría más el apetito.

Una vez que los padres de Ignacio se despidieron de nosotros para irse al cuarto, que él les había preparado con antelación para esta semana, me di cuenta de que esta noche dormiría en la misma cama que mi esposo. Fuimos juntos hasta su habitación y al entrar me mostró donde podía cambiarme. Busqué un pijama y me di cuenta de que Alisé solo había puesto deshabillés trasparentes en mi parte del vestidor. No iba a dormir desnuda delante de un hombre; por lo que tomé una de sus camisas para colocarme encima. Aunque fuera gay, no quería tentar mi suerte.

—Creo que mis padres están conformes contigo. ¿Qué has hecho para caerles bien? —preguntó él al verme salir del vestidor, aunque me miró extrañado—. ¿Por qué llevas puesta una de mis camisas?

—Es que Alisé no sabe mi gusto en pijamas —dije insegura.

—Alisé no eligió esas prendas, las elegí yo —dijo y se acercó a mí, solo llevaba sus pantalones puestos, por lo que pude ver con demasiada atención sus pectorales y el poco vello sobre estos—. ¿Te preocupa que me excite viéndote?

—No, claro que no. Es solo que no estoy acostumbrada a usar esa tela —mentí, aunque se diera cuenta no le diría que era una miedosa.

Él comenzó a desprender los botones de la parte superior de su pijama que estaba sobre mi cuerpo y no pude evitar sonrojarme. Era imposible para mi decir o hacer algo, una sumisión de mi persona que hasta ahora desconocía se apoderó de mí.

—Creo que, si mis padres vinieran y nos vieran, sería difícil de explicar por qué llevas esas lindas bragas y mi pijama. Por lo que será mejor que me lo devuelvas —dijo y terminé en ropa interior. Mi brasier no era trasparente, pero tenía puntillas, lo que dejaba que parte de mi piel se notara—. Así estás mejor, piensa que es como si estuvieras en la playa.

Para él era fácil decir eso. No sabía que cuando yo iba a la playa me ponía una sudadera sobre el bikini. De todas maneras, no podía decirle nada; era su cuarto, y algo de razón tenía, ya que su madre era una mujer muy perspicaz. Ignacio se colocó la prenda que me había quitado y fue hasta la cama en busca de dos almohadas.

—¿Qué haces? —pregunté sin entender.

—Voy a dormir en el sofá dentro del vestidor para que puedas usar la cama.

—No, es tu dormitorio. Duerme tú en la cama —dije tratando de quitarle las almohadas.

—No voy a dejar que duermas en mi vestidor. Debes dormir en la cama —dijo y no me dejó sacarle las almohadas—. No hay manera de resolver esto porque tú no aceptarás que durmamos juntos y no puedo salir del cuarto.

Tenía razón, yo no quería dormir con él ni él conmigo. Un momento, ¿acaso dijo que yo no lo dejaría dormir conmigo?

—Podemos dormir juntos. Ambos sabemos que no pasará nada —dije como si eso no me diera vergüenza.

—¿Estás segura de que no querrás robar mi virtud mientras esté dormido? —me preguntó riendo mientras volvía a dejar las almohadas en la cama y se acomodaba.

—A ti ya no te debe quedar virtud —dije por lo bajo mientras me ponía del otro lado.

—¿Crees que soy un hombre pecaminoso? —preguntó acercándose a mí en la cama.

—¿Por qué te acercas tanto? —le pregunté sorprendida.

—Solo te estoy haciendo una pregunta —dijo sonriendo. Parecía feliz de verme de todos colores.

—Mejor durmamos —dije y le di la espalda. Él sonrió y luego se dio vuelta dándome la espalda también.

Estuve un buen tiempo para quedarme dormida, temía moverme en la cama sin querer. Fue como la primera vez que me hice señorita. Una tortura mental, tanto así que cuando por fin me dormí ya empezaba a salir el sol. Al final no iba a resultar tan fácil fingir ser la esposa del CEO.

Autora: Osaku

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Comments

Liliana Torres Diazgranados

Liliana Torres Diazgranados

jajajaja me encanta

2024-04-27

0

•●◉✿ 𝑨𝒅𝒂𝒊 ✿◉●•💜

•●◉✿ 𝑨𝒅𝒂𝒊 ✿◉●•💜

ojeras + sueño = 🤣🤣🤣🤣😈😈😈

2024-04-24

0

•●◉✿ 𝑨𝒅𝒂𝒊 ✿◉●•💜

•●◉✿ 𝑨𝒅𝒂𝒊 ✿◉●•💜

/Blush//Blush//Blush//Blush/

2024-04-24

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