¿La señora Reyes y mi ex?

Capítulo Dieciséis

 Entramos a la fiesta y todas las miradas se pusieron sobre Ignacio. Al parecer era muy popular entre las mujeres jóvenes. Ya que muchas de ellas vinieron a saludarlo, como si yo estuviera ahí como decoración. Aun así, él se mostraba muy serio y reservado delante de ellas, lo que me causó gracia.

—¿De qué se ríe mi bella esposa? —me preguntó de manera juguetona.

—Me gusta estar al lado de un hombre tan deseado —dije con ironía y él para castigarme me dio un beso delante de todos. No podía rechazarlo, ya que se suponía que era su esposa—. No hagas estas cosas que nos hacen ver vulgares.

—Si se trata de ti y tus besos quiero ser el más vulgar de todos —dijo y me sonrojé. Estaba escrito en el contrato, en público debíamos mostrarnos románticos. Él era muy bueno actuando.

—¿Qué sorpresa ver que mi sobrino deja las oficinas y viene a una fiesta? —dijo un hombre que me pareció familiar, aunque no sabía de dónde.

—¿Cómo no vendría a tu cumpleaños?, tío. Dejaré lo que sea por la familia —dijo Ignacio de una manera extraña.

—Estoy seguro de que si —dijo el hombre mientras me miraba—. ¿Ella es la nueva señora De la Torre?

—Es cierto, tú no pudiste estar en nuestra boda, solo mi tía conoció a Violeta. Ella es mi amada esposa y pronto pensamos tener hijos. Creo que toda la familia se alegrará, por nuestra decisión —dijo Ignacio haciendo que su tío lo mirara extraño. Yo me abracé a él, ya que ese hombre me generaba una sensación extraña.

—Claro que sí, falté por negocios. No pretendía faltarles el respeto. Aunque me sorprendí. ¿Hace cuánto se conocen? —preguntó el hombre tratando de molestarnos.

—Cuando el amor es puro y viene de lo más profundo no importa como una relación comience —dije y los dos me miraron sorprendidos—. Hay personas que pasan años de novios y cuando se casan sus vidas se vuelven un infierno. En cambio, nosotros no podemos dejar de sentirnos feliz al lado del otro.

—Mi esposa es muy inteligente, además de ser una gran artista. Así que deberías escuchar sus consejos —dijo Ignacio apoyando mi palabrerío. Me besó delante de su tío, aunque solo fue un dulce y tierno beso—. Creo que la vida la puso en mi camino para poder cumplir mi destino. Te agradará mucho cuando la conozcas bien.

—Claro —dijo el hombre como si nuestra relación le molestara—. Por cierto, supongo que conoces a mi gran amigo Pedro Reyes. Se casó hace solo seis meses y su dulce esposa ya está en cinta. Él sí que es un hombre viril.

En ese momento un hombre de la edad del tío de Ignacio se nos acercó y con él una hermosa mujer mucho más joven. Al verla me di cuenta de que era la exesposa de Ignacio. Su tío era una persona en verdad malvada.

—Buenas noches, joven De la Torre —dijo el hombre, con acento catalán, que acababa de acercarse.

—Buenas noches, mi tío dice que se ha casado recientemente. Me parece que debería felicitarlo —dijo Ignacio de una manera más cordial que la que debería.

—Por favor, no es necesario. Por otro lado, usted se casó hace mucho menos —dijo el hombre muy amablemente. Al parecer no sabía que Ignacio había estado casado con su actual esposa o no hablaría así—. Ella es mi querida esposa Paulina.

Fue extraño saber que él la llamaba distinto. Aun así, no sabía que era lo que Ignacio haría. Por lo que debía prepararme para cualquier cosa.

—Ya te dije que mi nombre se pronuncia Paola —dijo la mujer, como si se sintiera incómoda por como su esposo hablaba de ella.

—Lo siento cariño, me gusta más llamarte así. Además, cuando estamos en la cama no te quejas —dijo de manera que ella se avergonzara.

—Si nos disculpan tengo mucha sed. Amor, ¿podríamos beber algo? Sabes que me baja la presión si no tomo suficiente líquido —dije inventando algo.

—Claro, disculpen. Y felicidades —dijo Ignacio y nos apartamos de ellos. Una vez que llegamos donde estaban las bebidas respiré profundo y le pregunté si estaba bien—. Necesito que me abraces. ¿Podrías hacerlo?

Sus palabras me sorprendieron; sin embargo, no lo dudé y lo hice. Estuvimos así un buen rato. Él mismo acariciaba mi cabello mientras lo hacíamos. Le pregunté si quería que nos fuéramos y me dijo que no.

—Hace rato que me siento mejor, es solo que me gustó tenerte tan cerca y me aproveché de la situación —dijo, por lo que me aparté de él y comenzó a reír.

—Estaba preocupada por ti. Casi haces que me ponga a llorar —dije molesta con él mientras seguía riendo.

—Ella ya no significa nada para mí. Es más, fue gracioso ver con quien terminó casada cuando decía que odiaba a los españoles por su acento —dijo como si en verdad no le importara—. Si quieres podemos beber algo y bailar un rato antes de volver a casa. La enfermera se quedará a esperarnos, así que no hace falta que nos preocupemos por el tiempo.

—¿Seguro que estás bien? —le pregunté seria.

—Si me besas estaría mejor —dijo y le corrí la cara por un momento—. Me gusta cuando te avergüenzas por lo que digo. No puedo evitarlo.

—Eres infantil —dije tratando de no mirarlo.

—Aun así, conseguí que me abrazaras por casi quince minutos. Voy mejorando —dijo con una gran sonrisa. No pude evitar estar contenta con sus palabras. Me había preocupado mucho por él—. Me gustó cómo le hablaste a mi tío, es un tipo fastidioso. Es el segundo esposo de mi tía, la hermana de mi padre y, ya que él no puede tomar la empresa, quiere que mi primo lo haga para poder meter sus garras.

—¿Y por qué vinimos a su cumpleaños? —pregunté confundida.

—Es la obligación del CEO ir a los cumpleaños de todos los parientes cercanos. Tíos, primos, abuelos, etc. —me explicó con disgusto—. Mejor vayamos a bailar un poco.

Tomó mi mano y fuimos a la pista. La música que había en ese momento era suave por lo que solo había parejas a nuestro alrededor. Cuando él me tomó de la cintura sonrió, no sé por qué lo hizo, pero me contagió su alegría. La cual duró poco, ya que escuché mi nombre antes de que la canción terminara.

—Violeta, ¿Eres tú? —me preguntó y al darme vuelta vi a mi primer novio Juan Manuel.

Autora: Osaku

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