7.- Disculpa

-hola Samira, puedo hacerte compañía.-parpadea asintiendo en total silencio.

-¿por qué estás a estas horas afuera?.-voltea de nuevo al cielo escuchándola suspirar.

-por esa imagen tan bonita señor Bognádov y para poder despejar mi mente.-asiento sentándome aun lado de ella.

-¿cómo te has sentido en esta casa?.-al verme, me sonríe y por primera vez la vi sonreír mostrando su hermosa sonrisa.

-muy bien, son otros aires y gracias por permitirle a mi madre que pudiera venir a visitarla-suspira con pesar.-pero tengo que regresar en unos días.

-¿por qué?, si Laila está feliz que estés con ella, por mí no ay problema si te quedas más tiempo.-ella niega intentando sonreír pero su rostro se torna distinto.

-yo también lo estoy, pero no puedo es que Derek.-se tapa la boca negando una y otra vez.-Me tengo que ir adiós.

Se levanta yéndose casi corriendo y me quedo con la inquietud que algo le pasa no sé, note algo en su mirada al nombrar aquel hombre, saco mi teléfono y mando un mensaje mientras me quedo aún sentado fumando un cigarrillo tratando de entender que es lo que pasa y que es lo que esconde…

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Es un nuevo día me levantó directa a la ducha mientras caen las gotas del agua cálida recuerdo que ayer estuve a punto de decirle algo a él, al hombre que solo con pocas horas de haber llegado me a hecho subir a una montaña Rusa de emociones y sensaciones de enojo, desesperación, ira, nerviosismo, timidez pero provoca una revolución en mi panza al tenerlo cerca y oler su fragancia tan varonil.

Al salir me cambio lo más rápido posible y salgo para la habitación de mi mamá doy pequeños toques antes de abrir, y la veo aún acostada, camino a ella hasta sentarme en la cama tomando su mano.

-hola madre ¿cómo estás?.-acaricia mi mano.

-bien hija, pero aún me duele para caminar.-me levanto recordando lo que él, le dijo a mi madre.

-ya vengo ma, no tardo sí.-niega intentando detenerme.

-hija espera, Samira.

Al escucharla no paro hasta salir de la casa, corro hasta la mansión, lo busco en el despacho y no está salgo de la mansión sin éxito, hasta que subo las escaleras rumbo a su habitación, toco dos veces a su puerta, pero no ay respuesta vuelvo a insistir pero nada, tomo la perilla hasta abrir entro dando unos cuantos pasos y lo veo salir del baño enredado en una toalla en la cadera dejando descubierto su torso.

Me quedo embelesada observando con detalle cada tatuaje que tiene en su piel, este hombre parece mapa pero se ve tan sexi, es un Dios Ruso muerdo mi labio inferior aun viéndolo, pero un fuerte ruido me saca del trance.

-¿te gusta?.-mi inconsciente me traiciona asintiendo, pero reacciono aclarando mi voz y tapando mis ojos con mis manos.

-mmmm perdón por entrar así, solo que toque y no obtuve respuesta.-siento su mirada penetrante en todo mi cuerpo poniéndome más nerviosa de lo que ya estoy.-solo que mi madre aún tiene la molestia y recordé lo que le dijo usted ayer.

-no te preocupes Samira, llamaré al médico para que la revise.-asiento aun tapando mi rostro pero la imagen de su cuerpo semidesnudo ya está en mi cabeza.

-gracias señor Bognádov permiso.-no camino ni tres pasos para salir de la habitación cuando siento su mano sobre la mía.

-para ti solo soy Faddei.-la manera en que lo dijo se me erizo la piel, pero al sentir su aliento golpear en mi oreja eso ya era otro nivel hasta que me susurra.- solo Faddei

Solo asentí saliendo disparada de su habitación, con el pulso hasta el cielo, llegue a casa y mi madre estaba en la cocina preparando el desayuno pero se quejaba con cada movimiento.

-¡¡madre!!, deberías estar en cama, no tarda el médico en venir.-me acerco mientras ella niega, pero se deja ayudar a subir las escaleras.

-hija ¿por qué haces esto?, no quería darle molestias al señor Faddei.- le ayudo a acostarse, beso su frente mientras me vuelvo a sentar junto a ella.

-es necesario, mamá entiendes es por tu salud.-suspira sin remedio alguno.

Salgo de la habitación a terminar el desayuno, escucho sonar el timbre de la puerta, camino a abrir y es él con el médico, abro por completo para que pasen, le indico donde es la habitación mientras ellos suben, término de guisar, apago la estufa y subo para saber que le pasa a mi mamá.

Al entrar la están revisando acercándome en silencio y solo observo, mientras Faddei no deja de verme es un poco incómodo por lo que paso minutos atrás.

-bueno, señora Laila, el dolor de sus piernas es producto por estar largas horas de pie, tendrá que estar en reposo por cinco días mínimo y con el tratamiento que le daré, estará como nueva.-el médico me entrega una caja con ámpulas.

-doctor ¿cada cuando tengo que aplicárselas?.-sonríe, entregándome una receta.

-una cada veinticuatro horas, y esta es una crema que le ayudara, dando un suave masaje, pero si termina el tratamiento aún tiene molestias tendremos que hacer unos estudios.-asiento, mientras se despiden.

-gracias doctor.-

Me quedo un rato con mamá le aplico la primera dosis, quedándose dormida salí sin hacer el mínimo de ruido, al bajar las escaleras lo vi ahí, sentado en el pequeño comedor al verme se levanta.

-ya voy para la mansión a prepararle algo.-él niega acercándose a mí.

-mejor desayunamos aquí, lo que preparaste huele delicioso.-asiento yendo a la cocina a calentar, minutos después sirvo su plato junto a una taza de café mientras me quedo parada.- anda acompáñame a desayunar no muerdo, bueno si tú no quieres.

Me quedo pensando que era a lo que se refería disipe mis pensamientos, sirviéndome para sentarme junto a él, estábamos comiendo pero me era un poco difícil pasar bocado bajo su mirada, trato de disimular para que él no note mi nerviosismo.

-seño… Perdón, Faddei quiero pedirle una disculpa por lo de ayer.-asiente volviendo a sonreír, se veía extremadamente guapo.

-no tengas cuidado, también quería disculparme por no haber probado de, ese," postre".-asiento volviendo a comer, pero me quedo reflexionando en el tono que dijo la palabra postre.

-Samira, ¿sabes que somos adultos?-asiento ante su comentario incongruente.-bueno me tengo que ir, estuvo todo Muy RICO espero en la tarde me des de tu postre Adiós MÍLAYA.-se acerca dejándome un beso en la mejilla y sale de la casa.

Definitivamente, me dejo fuera de base, su comportamiento, sus labios tocar mi piel y su forma de decir las cosas, ¿pero qué que me dijo milaya? Con esa gran pregunta en mi cabeza camino hasta la habitación, dándole un beso a mi madre, saliendo rumbo a la mansión a empezar con los quehaceres.

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