No lo puedo creer, ¡todo lo que hemos visto y solo han pasado 5 minutos de pelea!
-Es verdad, pero lo que nos deja sorprendidos a todos es que solo Mark ha lanzado ataques sin parar hacia el Príncipe Ikiro.
Los locutores del evento, Aarón e Iiza, dos estudiantes superiores del colegio, narraban a detalle lo que estaba pasando en el evento, dando a gran voz las proezas de ambos seres.
Liza: Es sorprendente cómo el Ángel atacó sin piedad al demonio, dejándonos ver sus famosos ataques como "Flecha de luz" y "arco celestial", para los que no saben, estas dos son habilidades muy letales si se sabe a dónde y a quiénes tirar. ¿No lo crees, Aarón?
Aarón: Sí, muy fuerte y todo, pero hay que admitirlo, quien más nos ha sorprendido es el joven Ikiro, quien no ha dado ni un solo ataque, solo se ha defendido de estos disparos... ¿Acaso tendrá algo en mente?
Liza: Muy cierto, lo único que le hemos visto usar es "absorción", una habilidad muy conocida por nosotros, una habilidad que solo los Demonios de alto rango como él saben usar muy bien.
Aarón: Con razón ha salido ileso de los ataques de luz, ya que como sabemos, es una debilidad mortal para los Demonios. Sin duda, esta pelea nos dejará con muchas experiencias visuales.
Así como lo anunciaron, Mark no dudó en descargar todo su poder en Ikiro, quien por el momento se había limitado a desviar y defenderse de los ataques de Mark, usando su habilidad que le permite tomar el poder mágico y daño de un poder, guardándolo en su arma para usarlo como carga bonificadora para cualquier ataque que quisiera dar.
Mark: ¡Vamos, joven Ikiro, no se contenga! Déjeme ver qué es lo que tiene. ¿Acaso no quiere jugar conmigo?
Mark buscaba la forma de provocar que Ikiro usara sus poderes contra él, buscar una forma y una debilidad del demonio para ir por su objetivo principal, que era la gema que, gracias a Yuno, no pudo tocar ni ver de cerca.
Alzando sus brazos, Mark invocó "Rayo sagrado" desde lo cielo, alumbrando el lugar de blanco. Entre las nubes, una aurora comenzó a surgir y, como si fuera agua, rayos blancos comenzaron a caer. Mark, esperando que alguno dañara al demonio, sonrió hostilmente cruzando los brazos, mostrándose ganador.
Pero, para su sorpresa, ningún rayo caía en Ikiro, haciéndolo enfadar. Justo en el momento en que intentó hacer otro movimiento, escuchó a Ikiro reír...
Ikiro: Espera... Es mi turno de jugar.
Dijo susurrante, una voz que solo el propio Mark pudo escuchar, dejando al público atónito. Ikiro, levantando su palma al cielo, comenzó a invocar a cada rato celestial hacia él, tomando cada rayo con su mano sin salir herido. Toda esa energía no solo causó una corriente de aire fuerte, sino que aquella aura blanca comenzó a volverse oscura.
Mark quedó sorprendido por su poder. Ahora entendía por qué Ikiro no había movido ni un solo dedo. Había guardado toda su energía y poder para el momento indicado. Una esfera energética oscura comenzó a formarse en la mano del demonio y, dando poco tiempo a Mark de reaccionar, Ikiro lanzó dicha esfera hacia él. Mark tenía todo planeado. Solo era cuestión de esquivar la esfera, pero lo que no sabía era que todo era un truco.
Cuando la esfera estuvo por pasar sobre él, Mark logró moverse hacia la derecha, dando solo un paso. Dejando ver sus acciones egocéntricas de su gran sabiduría y velocidad, pero en cuanto puso un pie sobre la tierra, un trueno oscuro cayó sobre él, dejando a Mark débil, haciéndolo caer al suelo.
Nadie había esperado tal engaño, pero muchos habían quedado maravillados. Ikiro solo escuchaba los aplausos en lo que caminaba hacia Mark. Para cuando llegó a él, puso un pie sobre su débil cuerpo, poniendo la mayoría de su peso sobre su pierna, acercando su cuerpo lo más que pudo a Mark.
Ikiro: No cabe duda de que los Ángeles siguen siendo una especie demasiado confiada. Gastó toda su energía en solo esos tres ataques que nunca se puso a pensar en que yo no había hecho nada, en que tenía una estrategia.
Sonriente, Ikiro tomó del cuello a Mark y, alzando su cuerpo del suelo, comenzó a estrujar su cuello con un poco de fuerza, haciendo sentir dolor e incomodidad a Mark, que débil, puso sus manos sobre el brazo de Ikiro, como dejando ver que quería safarse de él. Pero de sus manos una luz blanca comenzó a brillar.
Dicha luz comenzaría a causar quemaduras en el brazo de Ikiro. A pesar del dolor, Ikiro no soltó a Mark, pero pensó que para no verse tan mal, según él, haría lo mismo, aunque no tuvieran el mismo poder. Ikiro usó su fuego, encendiendo su mano en llamas verdes, dedicadas especialmente a la quema del alma, dejando no solo un espíritu débil, sino también marcas en la piel que no son tan fáciles de quitar.
En el público, se escuchaban gritos. Unos aclamando el nombre de Mark, mientras otros el de Ikiro, buscando un ganador. Mark cada vez podía aguantar menos. Ikiro estaba tomando parte de su energía, así como también iba debilitando su respiración, pero no quería desistir, pues su capricho quería cumplir.
Cómo podía, intentaba acercar su mano derecha al cuello de Ikiro. Por más que el Demonio alejaba su cuerpo y hacía presión, no lograba que Mark desistiera de sus intentos de querer tocar su collar.
Aarón: No lo podemos creer. Ambos seres han resistido de una forma bastante impresionante.Pero, ¿Acaso ambos tendrán el mismo aguante?
Liza: Eso es claro que no. Aunque me duele admitirlo, todo el mundo sabe que el Príncipe Ikiro tiene más aguante, pero ¿lo que hace es legal?
Aarón: Técnicamente sí, las peleas están para ver sus estrategias, ver qué hacen cuando están en verdadero peligro y, por el momento... Mark no ha demostrado ningún interés en querer soltarse de las manos del príncipe de las tinieblas. ¿Tendrá un plan para no hacerlo?...
Mark iba perdiendo un poco la conciencia, su vista comenzaba a nublarse, haciendo que su poder fuera desvaneciéndose. Los alumnos se quedaron callados y atentos ante la situación, esperando tal vez un alto por parte de los maestros que solo observaban y murmuraban entre ellos.
Mark susurró volviendo a estirar su mano hacia el cuello de Ikiro, temblorosa está vez pero logró tocar su piel del cuello. Un avance, pero eso solo ocasionaría que Ikiro, en un intento más de alejarlo, lo aventara hacia los muros que rodeaban el campo de batalla.
Mark, débil, sangrante y adolorido, cayó sentado al suelo. Con los ojos entreabiertos y vista nublada, veía como a lo lejos Ikiro se comenzaba a aproximar a él, empuñando su espada en su mano derecha, dicha que emanaba un poder oscuro, maligno. Para evitar un daño más que probablemente su cuerpo no aguantaría, de su cuerpo un rayo de luz blanco salió disparado contra Ikiro, pero éste sería detenido por un rayo oscuro, proveniente del demonio que usó su espada para liberar su poder.
El poder era tanto que provocaron una corriente de aire fuerte, causando aún más alboroto en los alumnos. Ikiro, aburrido de la situación, dio un suspiro y puso su mirada a Mark, bajando un poco la intensidad de sus actos.
Ikiro:- Dejemos esto atrás... Sé lo que quieres, ven por él, dejaré que... Calmes tus deseos...Pequeño angel...
A voz fuerte, logró hacer que Mark sonriera y pudiera ponerse de pie, aunque al principio dudó, pero al notar cómo el demonio baja su intensidad en el ataque, aprovechó la oportunidad para cumplir su capricho y calmar sus dudas, o eso pensó.
Poniendo una mano sobre el piso, tomó fuerza suficiente para hacer dos movimientos. Primero, con su rayo, ocasionaría un estallido de poder de luz para cegar a Ikiro y dar paso a su siguiente movimiento. El estallido ocasionó lo que quería, la luz sobre los ojos Ikiro hizo que éste dejara caer su espada al suelo y se tapara los ojos, dando esa libertad a Mark de atacar. Tomando impulso, Mark salió disparado contra Ikiro, su espada tomada con sus dos manos, fue puesta en el aire lista para ser enterrada y dar fin con la pelea contra Ikiro, dejándolo de esa forma herido para que Mark pudiera tomar la gema.
Pero cuando estaba tan cerca de lograrlo, la situación cambió de repente. La impresión de los alumnos dejaba ver que lo sucedido en la arena había sido algo totalmente inesperado. Ante sus ojos, un charco de sangre comenzó a formarse donde un cuerpo había salido herido.
El cuerpo en el suelo era de Mark, que había sido traicionado por Ikiro. Todo había apuntado a que Mark iba a ganar, pero cuando su espada estaba a punto de tocar el cuerpo de Ikiro, ésta se rompió en varios pedazos y una katana había atravesado el hombro de Mark. De la impresión no le dio tiempo de defenderse, dejándose llevar por los actos de Ikiro, que al tenerlo en su arma, impulsó su cuerpo hacia el suelo enterrando aún más el arma en el cuerpo de Mark.
Ikiro:- Te lo dije... Tu especie sigue siendo tan tonta e ingenua... Ahora todos vieron lo ambiciosos que pueden ser los ángeles... Todo gracias a ti.
Mark en el suelo, logró entender que había sido totalmente engañado, que dejó que un deseo arruinara su reputación y estabilidad social en el colegio, y todo por querer calmar sus dudas. Los alumnos al ver quién había sido el ganador gritaron emocionados, un final totalmente sorpresivo aunque también esperado, al menos para los que siempre habían estado apoyando a Ikiro.
Aarón:- Señoras y señores, así como lo están viendo, no hace falta anunciarlo, pero aún así lo haré, con ustedes el ganador de esta ronda, ¡¡IKIRO, EL PRÍNCIPE DEL ORGULLO!!.
Gritos de emoción hicieron que la tensión del juego de miradas entre el demonio y el ángel se cortara. Ambos dieron un suspiro corto y dirigieron sus vistas a otros lados. Mark cerraría sus ojos pensando en su error mientras Ikiro se bajaba del cuerpo del Mark, y tomando su katana del mango, la sacaba del cuerpo del ángel sin piedad, haciendo salir más sangre.
Mark se quejaría dejando ver una imagen de dolor y pena, causando preocupación a algunos alumnos de las gradas, pero eso es algo que Ikiro no le creería para nada.
Ikiro:- Ya déjate de dramatismo... Todo el mundo sabe que los ángeles se saben curar solos
Tomando su prenda superior, pasó su arma por ella, limpiando la sangre de Mark, guardándola de nuevo entre su mano, se retiró Ikiro del lugar victorioso, sin un rasguño más que las quemaduras en sus manos, que conforme iba caminando, dejó ver cómo unas marcas negras empezarían a cubrir las quemaduras.
Mark al notarlo se levantó de inmediato del suelo, pues una de sus dudas había sido resuelta.
Mark:- Lo sabía... sabía que esa leyenda era verdad... pero, ¿por qué hasta ahora?... ¿por qué soportó un dolor que pudo evitar?.
Mencionó susurrante y pensante, viendo por último gesto. Como Ikiro antes de perderse en la oscuridad de la entrada principal a la arena, volteó a verlo, guiñándole un ojo a la par que sonreía. Haciéndolo entender que lo hizo por él, activando uno de sus poderes especiales para que lo viera. Haciéndole pensar que pelear de esa forma por él fue una pérdida de tiempo, que si quería verlo así, solo tenía que pedirlo. Haciéndolo pensar que tal vez, el había exagerado, pensado un poco mal de él, que Ikiro podía ser amable.
Pasando solo unos segundos, Mark decidió salir de la arena para dejar paso a la siguiente batalla. Que sería la del hijo de las bestias y Remo, hijo de la princesa del lago de lágrimas e hijo del fuego. Justo antes de salir a combatir, Remo había quedado maravillado por la forma de pelear de Ikiro. Sin duda él había estado en primera fila, no quería perderse ni un solo detalle.
Para cuando termino la pelea, toda esa emoción se convirtió en nervios, pues en esa pelea había tres cosas en juego: la primera, su reputación ante los demás; la segunda, la custodia de su hermano; y la tercera y mucho más importante para él, demostrarle a Ikiro que su entrenamiento con él había valido la pena, además de querer tener la oportunidad que había quedado con Ikiro.
Pero, además de sentir emoción y nervios, se sintió un poco decepcionado al ver cómo Ikiro se fue del lugar sin ver un poco de su pelea. Dicha emoción, aunque quiso ocultarla, su hermano Silver la notó, pues había sido muy obvia al estar viendo entre ocasiones por la entrada a las gradas, entendiendo en ese momento que estaba buscando a alguien.
Silver: - Sí que te gustó pasar tiempo con él, ¿no es así?
Dijo poniendo su mano sobre el hombro de su hermano, llamando de esa forma su atención y calmando su inquietud por ese momento.
Remo:- ¿De- De quién hablas?
Silver:- Hay hermano, no te hagas el que no sabes, sabes bastante bien de quién hablo. Tu mirada y acciones te delatan.
Remo:- ¿En serio?... es que, en realidad, no me gustó.
Silver:- ¿No?... Entonces, ¿por qué...?
Remo:- ¡Me encantó! Su forma de pelear es tan pulcra y calculada que, al verlo, te inspira a ser como él. Sin duda alguna, le queda muy bien el apodo del "Caballero Esmeralda".
Silver:- Hay hermanito, me alegro mucho de que te haya gustado y espero que te haya servido haber entrenado con él. Aunque espero que no haya sido muy rudo contigo. Se dice que ellos son muy estrictos en ese ámbito, incluso consigo mismos.
Remo:- Sí, lo sé y es verdad cada palabra de esas, pero tranquilo, estuvo bien. Cada golpe, cada empujón y corte valió la pena. Me dio consejos muy valiosos, además de que también me dio un gran impulso.
Silver:- ¿Cuál es ese impulso?...
Remo:- Mmm... ya lo sabrás en su momento. Además, tú deberías estar calentando. Vas contra su hermana después de esto. Yo debería ser el que esté preocupado por ti. Si así fue él con el ángel, ¿qué te hará ella a ti?
Silver:- Tú lo has dicho. Ikiro no le hizo caso a Mark en nada. Fue paciente. Creo que así será con ella, solo que yo no cometeré los mismos errores que Mark.
Remo:- No lo creo. Aunque son gemelos, siento que tienen formas de pelear diferentes. Tal vez ella sea más impulsiva en ese tema, tal vez le guste jugar más que a su hermano. Por algo que aprendí de ellos fue que les gusta jugar... Y mucho... Bueno, ya me voy. ¡Deseame suerte!
Feliz entró en la arena, dejando a su hermano pensante, dudando que si había hecho mal en confiar en sí mismo, en no entrenar, en pensar que el hecho de ver cómo peleaba Ikiro sería suficiente para comprender a Itkizu.
Pero eso sería una cosa que averiguaría hasta enfrentarse con ella. Tomando aire, fue a las gradas para ver un poco mejor la pelea de su hermano y darle apoyo, ya que muy pocos, pero demasiado pocos, lo apoyaban. Todos iban a favor de la bestia.
Eso, al notarlo Remo, lo desanimó un poco, pero, al estar a punto del desborde, a lo lejos vio unos ojos verdes entre la multitud loca. Esos ojos eran de Ikiro, quien se había ido a las gradas cumpliendo parte de su promesa: verlo pelear...
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