La vida de Yuno había cambiado, y todo por aquella chica de nombre Kurumi, porque, a pesar de que la misión de ella era asesinarlo, no fue capaz de hacer tal cosa, pues se dio cuenta de que todo lo que decían de él no era cierto, solo eran simples teorías y juicios contra él. Pasó el tiempo y se encariñó tanto con este humano que olvidó por completo su misión, la razón por la que había dado con él.
Comenzaron a vivir juntos, como si fueran una pareja, aunque en realidad no lo eran. No tuvieron el valor para dar ese paso, para ellos eran simples compañeros de cuarto, pero todos pensaban que ellos eran pareja. Siempre los veían muy juntos dando esas acciones, esas simples como conclusión de pareja, pero llegaba momentos en que incluso ellos algunas veces se daban ligeras muestras de afecto. Al principio no pasaba de unos simples abrazos y ligeras caricias de manos, pasando poco a poco con los besos.
Yuno y Kurumi entraron a un gremio llamado Red Roses. Ambos, en cuestión de días, empezaron a ganar fama por ser de los mejores cazarecompensas y no era para más. Cada misión que les daban, misión que cumplían sin error alguno. Ellos realizaron incontables misiones, tantas que en su momento Kurumi ya estaba harta de tanta misión, ya no quería hacerlo, quería un descanso, así que se retiró, quedando ante todos como la protegida de Yuno.
La belleza de la dama y la experiencia que tenía la hacían una mujer codiciada por los demás miembros del gremio, pero ella tenía ojos para un solo miembro, dejando a los demás como simples pretendientes intentando alcanzar la gloria. Poco a poco Yuno fue subiendo de puesto hasta ser uno de los líderes principales del gremio. En su estadía como líder, un miembro del gremio se acercó a él.
El joven quería ser su mano derecha, ser más que su compañero o trabajador, quería en verdad apoyarlo en todo, pero Yuno no accedería tan fácil. No le negaba la oportunidad, tomó en cuenta su valor y determinación, pero primero tenía que ver qué tipo de persona era. El joven con el nombre de Ayato estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa con tal de cumplir su meta, nada detendría a este chico.
Yuno, después de razonar un rato, decidió invitarlo a donde vivían. Pensó que de alguna forma podría poner a prueba al joven Ayato invitándolo a su casa, donde una de las mayores pruebas se encontraba ahí, pues sabía bien que Ayato era un joven muy encantador y de buen parecer, pero sobre todo muy inmaduro y débil, siendo esta una buena oportunidad para medirlo.
Llegando al hogar de Yuno, este lo había invitado a pasar y tomar asiento. Yuno, quien era el anfitrión, le ofreció unos bocadillos y un poco de agua. Al parecer, solo estaban ellos dos, no había señales de Kurumi por la casa, pero dejando ese tema atrás, tuvieron una charla muy entretenida sobre sus misiones y cosas de la vida de ambos. Después de unos momentos, Yuno se levantó de su asiento y caminó hacia la puerta. Eso le pareció algo raro a Ayato. Estaban pasando un rato agradable y que de pronto hiciera algo así fue extraño, pero no diría nada por respeto a su mayor. Cuando Yuno llegó a la puerta y la abrió, volteó a ver al joven con una sonrisa y con voz clara y confiada le dijo:
- Estás en tu casa, no tardaré, iré por unas cosas aquí cerca. No te preocupes por estar solo, no tarda en llegar Kurumi.
Pero algo que no sabía Ayato era que Kurumi ya estaba en casa. De sorpresa y forma muy inesperada, Kurumi salió de la habitación con una ropa muy llamativa y atractiva, llevando un gran escote y una falda corta. El conjunto era de una sola pieza pero demasiado atractivo, además de que la chica, para complementar el momento, no llevaba nada puesto por debajo, no dejaba nada a la imaginación.
Kurumi: -Yuno, ¿ya vas a venir a dormir...?-
Al percatarse de que la persona que estaba ahí no era Yuno, solo sonrió. Todo iba de acuerdo a lo planeado, dándole oportunidad a ella de iniciar su parte del plan.
Kurumi: -Tú no eres Yuno, pero... no estás nada mal. ¿Por qué no me dices tu nombre?-
Ayato: -Se... señorita Kurumi, no debería...-
Kurumi: -Vamos, solo te estoy pidiendo tu nombre, no otra cosa... pero si...-
Ayato: -Lo siento mucho, no fue mi intención causar problemas. Me retiro ahora, buenas noches a ambos.-
La chica que estaba recargada sobre el desayunador del hogar con sus codos, dejando su sensual figura por delante, notó cómo Ayato intentaba levantarse del sofá. De inmediato fue hacia él, no dejando que el joven terminara su frase ni se levantara bien, ya que de un momento a otro ella ya estaba enfrente haciéndolo sentir aventando de nuevo su cuerpo hacia el sofá. Ella poniendo sus piernas entre las de él, se inclinó poniendo su dedo índice sobre sus labios, viéndole a los ojos y después de darle una cautivadora sonrisa, le guiñó.
Kurumi: -shhhh~...
Fue lo único que dijo para después levantarse y caminar hacia su cuarto. Su caminar era distinto, intentaba provocarlo. Su manera de caminar era poner un pie delante del otro haciendo más notorio el movimiento de sus caderas. Al llegar a la puerta del cuarto, volteó a ver a Ayato y sonriéndole, le hizo una seña con su dedo índice para que la acompañara. Ayato, sin dudarlo, fue con ella a la habitación. Se dejó dominar por la flamante dama. Cuando entró a la habitación, la dama ya estaba acostada en la cama con las piernas cruzadas y en su vestimenta uno de sus tirantes ya caído estaba.
Fue cuestión de segundos para que Ayato estuviera en la cama con Kurumi. Ella, como respuesta, se acercó a su contrario, como si fuera a besarlo. En cambio, Ayato, llevado por sus impulsos, se lanzó hacia ella dándole el beso y comenzando a acariciar sus piernas sin temor. Eso fue incluso tan repentino e inesperado que ella, sin dudarlo, lo aventó, dando por terminado su trabajo que comenzaba a salirse de control.
Kurumi: -Creo que fue suficiente... ¿No?-
Yuno: -Sí... gracias, ahora ya sé en quién no confiar.-
Yuno oculto en las sombras, recargado en la puerta de su habitación, habló manteniendo una sonrisa que podía verse cada vez que salía de su escondite. Ayato, al escucharlo, se quitó de Kurumi y se sentó en la cama. Permaneció tranquilo, si un poco sorprendido, pero su conciencia aún estaba tranquila. Pensó que lo que decía era por Kurumi. Tenía la idea de que él no había hecho nada malo, así que sonrió:
Ayato: -Ella fue la que me trajo aquí, quién sabe a cuántos lugares más me llevará.-
Kurumi: -Por favor... ¿De qué hablas?... ¿Acaso tu pequeño cerebro no te permite entender el asunto?-
Ayato: -¿Qué?-
Yuno: -Ella tiene razón, estoy hablando de ti Ayato. Te di la confianza de estar en mi hogar, ¿y te vienes a meter al cuarto de Kurumi? Eso quiere decir que eres débil y que una mujer te puede hacer como quiera, solo por tu inmadurez. Ese tipo de personas no me sirve. Hazme el favor de irte... Vete de aquí, no quiero saber nada más de ti.-
Ayato estaba sorprendido y a la vez lleno de rabia y odio. Lo engañaron, lo hicieron parecer como un tonto. Eso no podía perdonarlo. Molesto, tomó sus cosas y se fue del lugar, dejando a Kurumi y a Yuno solos en su hogar. Kurumi, estando ya en la cama, abrazó a Yuno por la espalda, aprovechando que se había sentado en la orilla a pensar. Para aliviar la tensión, lo jaló hacia atrás para acostarlo a su lado.
Kurumi: -¿Cómo lo hice? ¿Estuvo bien?-
Yuno: -Sí, muy bien. Buen trabajo.-
Kurumi: -Bien... Oye, Yuno.-
Yuno: -¿Sí?-
Kurumi: -Estaba pensando y... ¿Qué tal si aprovechamos la situación y jugamos un ratito? -
Al decir eso, ella dibujaba pequeños círculos sobre el pecho de Yuno. Él, como respuesta, tomó su mano para retirarla y así acomodarse en la cama, recargando sus manos sobre la almohada y manteniendo su vista hacia el techo.
Yuno: -Pero qué cosas dices, Kurumi... Mejor vamos a descansar. Hacer algo así ya sería demasiado, ¿sabes?-
Yuno se acomodó de nuevo, dándole la espalda a su contraria. Kurumi hizo una ligera sonrisa, pero de disgusto ante la respuesta de Yuno. Ella quería ya dar el siguiente paso entre ellos, pero él se resistía.
La vida de ambos continuó y Kurumi no se dio por vencida tan fácil. En múltiples ocasiones, trataba de seducir a Yuno, pero la respuesta de él siempre fue "no". Pasaron los días, las semanas, los meses y su respuesta seguía siendo la misma, hasta que ella se armó de valor y le preguntó:
Kurumi: -¿Por qué siempre te niegas? ¿Acaso encontraste a alguien?-
Yuno: - No... Es eso solo que no tengo tiempo para estas cosas. Prefiero concentrarme en mi trabajo. -
Kurumi entendió enseguida por qué ponía tantas excusas. Ya se había dado cuenta de que Yuno no tenía experiencia en ello. Tantas excusas que la que le dio le pareció ridícula, dándole de inmediato la idea del por qué siempre la rechazaba. Riendo en bajo por la situación de su amigo, se acercó a él y lo abrazó por la espalda.
Kurumi: - Oh, querido Yuno, ¿no me digas que no has hecho algo así?-
Yuno: - Ya te dije que no tengo tiempo para esas cosas.-
Kurumi: - Vamos, ahorita tienes tiempo. Te aseguro que no te vas a arrepentir.-
Sin dudarlo más tiempo, ella se acercó al cuello de Yuno para que pudiera sentir su respiración que poco a poco fue subiendo por su cuello hasta llegar a su oreja, acompañando aquellas respiraciones con suaves caricias y roces de sus labios contra la piel de Yuno, provocando en él un suave sonrojar en sus mejillas. Lo estaba poniendo nervioso.
Kurumi: - ¿Te gusta?-
Pasó sus manos por enfrente del cuerpo de Yuno para acariciar su abdomen. Disfrutaba acariciarlo aunque fuera por encima de la ropa. Él de inmediato sintió una reacción ante el tacto de su contraria. En un movimiento rápido, tomó una almohada que estaba cerca y la colocó enfrente de sus caderas para así ocultar un pequeño bulto que se estaba formando. La chica se comenzó a reír, pero sin dejar de acariciar su cuerpo.
Ella aprovechando la debilidad de Yuno, bajó su mano poco a poco y la metió por debajo de su almohada, causando que Yuno diera un jadeo al sentir la mano de su compañera en su miembro ya despierto. Pero aunque le daba algo de pena el que estuviera así por ella, no la detuvo. Lo que hacía le comenzaba a gustar cada vez más.
Esa noche ambos se dejaron llevar, entregando sus cuerpos a la pasión mutua. En el cuarto, se podían escuchar jadeos, golpes y gemidos, convirtiendo esa noche en la más larga, atrevida e interesante que habían tenido en sus vidas...
Después de ese encuentro, las cosas cambiaron para ambos, ya que, aunque solo lo verían como un encuentro, Yuno siguió con sus misiones y Kurumi se dedicaba a cuidar de él, pero ambos eran más distantes desde aquel día. Pensaron que habían hecho mal, por eso no querían hablarse. Solo se hablaban para lo necesario, pero, aunque lo negarán, algo dentro de ellos les pedía que volvieran a estar juntos.
Los días fueron pasando, Yuno consiguió hacerse cargo de Red Roses. No habían muchos cambios en el gremio tras su liderazgo, solo uno: Ayato había desaparecido y ya llevaba meses sin saber de él. Pero poniendo atención a otras cosas, viendo los expedientes, notó que había una misión pendiente que nadie quería tomar por lo difícil que era. Pues era una misión para los rangos más altos del lugar, una de las más difíciles de llegar. Así que Yuno, viendo la situación, la tomaría y se haría cargo de ella. Pero algo que tenía esta misión es que era anónima, no se sabía quién la había mandado. Al parecer, parecía simple ya que en la descripción solo marcaba trampas simples, el atrapar y matar a una persona, dando a Yuno más seguridad de tomar la misión.
Kurumi, al enterarse de que Yuno había tomado la misión, se preocupó por él. Así que no le dejaría ir solo. Tomó sus cosas y salió junto con él a la búsqueda de esa persona. Se decía que era altamente peligrosa ya que este humano tenía un gran control de la electricidad, algo no tan nuevo pero sí interesante para una misión de caza y captura.
Yuno y Kurumi salieron de viaje a buscar a la persona, pasando días y no daban pista alguna. Pero para variar la situación, ellos seguían un poco distantes, haciendo la misión más pesada e incómoda. Hasta que un día, estando en un hotel, ella se atrevió a hablar, dando nuevamente ella el primer paso, tomando el tema de lo sucedido entre ellos.
Kurumi: -No te gustó lo de la otra noche, ¿verdad? ¿O me equivoco?-
Yuno: -¿Cuál noche?-
Kurumi: Ya sabes, cuando tú y yo...-
Yuno: Ah, eso. La verdad es que me gustó, pero tú y yo no somos más que amigos. No debimos hacerlo, no estuvo bien.-
Kurumi: ¿Por qué no?-
Yuno: Porque es pecado... Bueno, solo no estuvo bien.-
Kurumi: Espera... No me digas que crees en eso, por favor. Eres un cazarecompensas, eso que haces es mucho más que tener relaciones fuera de un noviazgo.-
Yuno: Tienes razón... Pero aún así no estuvo bien.
Kurumi: Bueno, ¿y qué necesitas para que estés tranquilo?
Yuno: Que estemos en una relación bien estable. Pero no creo que se dé entre tú y yo.
Kurumi: ¿¡Acaso eres tonto!?
Yuno: ¿Disculpa?
Kurumi: ¡Esa noche, Yuno! ¡Esa noche yo me entregué a ti por amor! ¡¡¡POR AMOR YUNO!!!... {No sé cómo no te diste cuenta}...
Yuno se quedó sorprendido. Escuchar esas palabras de su amiga de años fue muy inesperado, pero también fue agradable. Sonrió al escucharlo. Era algo que había querido escuchar hace ya mucho tiempo, pero nunca se atrevió a dar el paso, a decir algo por temor de ser rechazado.
Para intentar calmarla, Yuno se acercó, dio vuelta y tomando su rostro con ambas manos y acariciando sus mejillas con sus pulgares, la miró a los ojos mientras iba acercando sus rostros lentamente.
Yuno: He sido un verdadero tonto... ¿Verdad?
Kurumi: {Sí} -diría sonriendo un poco.
Yuno: Perdón, pero te juro que ahora en adelante, yo...
Justo en el momento en que Yuno le daría un beso a Kurumi como muestra de su amor por ella, una gran explosión fuera de su hotel los interrumpió. Dicho movimiento ocasionó que el hotel en donde estaban se derrumbara. Varios fueron los lesionados, incluso varios muertos. Por fortuna, ellos actuaron rápido y resultaron poco lesionados. Aún heridos, ellos ayudaron a la gente atrapada. Aunque el polvo en el aire les permitía ver poco, ellos seguían luchando por salvar a la gente, liberando hasta la última alma atrapada.
Después de su gran esfuerzo, ambos estando juntos buscaban más personas, pero una risa entre la niebla se logró notar. Ambos, fijados en su misión, se vieron poniéndose de acuerdo con una sola mirada. Esa era la persona que buscaban. Era arriesgado, pero no importaba. Tenían que cumplir su misión.
Yuno: Al terminar esto, tú y yo iniciaremos una nueva vida... Mi querida Kurumi.
Sonriente, Yuno guiñó un ojo a Kurumi, dándole su respuesta. Ella sonrió y se sonrojó, sintiéndose feliz. Yuno fue el primero en ir tras la sonrisa misteriosa, dejando a Kurumi. Ella, viéndolo, sonrió y puso su mano en su pecho. Su felicidad era grande, por fin podía estar con la persona que amaba.
Kurumi: Te juro que seré lo mejor para ti... Hoy y siempre. Te amo, Yuno Yamura.
Al terminar de hablar, fue tras Yuno para completar su misión y, al final, poder tener la vida que siempre quiso. Esperaba poder regresar ambos a casa, o al menos eso ella esperaba.
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