No, no, no, no...
-Vamos, tienes que tranquilizarte.
-¡No! ¡Tú no lo viste! ¡Ella y él...!
¿Qué... qué... qué?
Sus... ellos... Ellos...
Ruri...
El trauma, la angustia, el temor, el horror... fueron las causantes de que Ruri, la pequeña humana protegida por un oso de peluche, se desmayara en brazos de William, el ángel que corrió a su auxilio tras verla llorando tras los rincones de un pasillo del edificio después de huir de las manos de Borg y los gemelos.
William no entendía nada de lo que pasaba, quería saber qué cosa había pasado, qué había visto, qué había sucedido para que estuviera en ese estado. Su mirada vacía y apagada, llena de terror, hizo que William quisiera investigar más a fondo de lo que había sucedido.
Cuando desmayó, William llevó en brazos a Ruri a su habitación, que compartía con Kenle. Al verlo, Kenle corrió a auxiliarlo, tomando a Ruri con cuidado y la llevó al sofá, donde la dejó recostada. Ambos buscaron entre sus cosas una botella de alcohol y algodón, vertiendo un poco de dicho producto, humedeciendo el algodón y poniéndolo cerca de la nariz de Ruri.
Costó un poco de tiempo hacerla reaccionar, pero por fin lo habían logrado. Lo primero que vio Ruri fue a sus dos amigos, llamándole, preocupados por ella. Apenas podía abrir los ojos, reaccionar al momento, aún estaba desconcertada.
Viendo el alrededor, intentó asimilar el lugar donde se encontraba. Se sentía confundida, no recordaba nada por ese momento. Voces bajas, borrosas, fue lo único que escuchaba de sus amigos, quienes le hablaban con el intento vago de hacerla entrar en razón.
- Ruri, Ruri... ¿Ya estás mejor?
Era lo que gritaban sus amigos mientras la tomaban del hombro y sacudían, pero ella aún no reaccionaba, seguía confundida. Volteando a verlos, se levantó poniendo la poca fuerza que tenía, más al vano intento, cayó de nuevo al sillón siendo sostenida por sus amigos que la tomaron de los brazos para evitar una caída de golpe, haciendo que quedara sobre el sofá.
La mirada la mantuvo baja, llevaría una mano a su rostro y aquel malestar en ella iba en aumento, aquel trauma comenzaba a resonar en ella nuevamente; lágrimas caían de sus ojos, rodaban por sus mejillas y caían a sus piernas.
De pronto y sin avisar, un sollozo se empezó a escuchar. Sus amigos quedaron extrañados pero ya preocupados, no sabían qué era lo que había pasado, no sabían cómo sacarla de ese trance en el que estaba metida.
Kenle: "Vaya... ¿Pero qué es lo que habrá pasado?"
William: "Ni idea, ella llegó corriendo a ese rincón, estaba agitada, asustada, como si la estuvieran persiguiendo, pero nadie venía atrás de ella."
Kenle: "Qué raro..."
William: "Sí... En cuanto la vi, le hablé, me ignoró por completo, solo escuché como decía 'ahí vienen', y se fue a dónde la encontré, pero aún en ese rincón frío y desolado, seguía diciendo, 'Ellos vienen por mí'."
Kenle: "¿Ellos?... ¿O sea, son varios?"
William: "Quiero suponer, le quise preguntar, pero solo me decía eso, 'Ellos, ella, él', y que 'yo no lo vi'... No decía más... Estuvo así por más que insistí, hasta que cayó desmayada."
Kenle: "Mmm... No entiendo nada... Tal vez fue una pesadilla."
William: "Lo dudo, por muy fuerte que sea, no te pone en ese estado."
De momento, aquel sollozo se empezó a interrumpir, el cuerpo de Ruri comenzó a temblar y su voz comenzó a balbucear un "no" que iba en aumento.
Ruri: "No... no... No.... NO... NOOOO."
Los chicos se alejaron asustados, se pusieron de pie y dieron un paso atrás, cada uno en alerta, en posición de defensa por si algo pasaba.
Kenle: "Ruri... Calma."
Ruri: "NO... TU NO LO VISTE... ELLOS... ELLOS... TENGO QUE IRME, NO QUIERO ESTAR AQUÍ."
William: "¿Quiénes ellos?... Si no nos dices qué te pasa, qué viste, no te podemos ayudar."
Ruri: "¿Y PARA QUÉ?... ELLA LO QUISO AYUDAR Y AHORA ESTÁ MUERTA!!!"
William: - ¿Muerta?... ¿¡De qué hablas!?-
Ruri: - ¡ELLOS LOS MATARON, ¡¡¡LOS MATARON!!!-
De momento, y ante la preocupación por el comportamiento de Ruri, William puso su mano sobre su cabeza y, usando su poder "paz", comenzó a brindarle tranquilidad a la chica. Sus ojos se iban cerrando, aquellos gritos iban cesando, la paz que emanaba William comenzaba a brotar en Ruri.
Poco tiempo tardó en cerrar sus ojos y quedarse profundamente dormida. Sus amigos, con demasiado cuidado, la llevaron a uno de sus cuartos y la recostaron sobre la cama, apoyando con demasiado cuidado su cabeza sobre la almohada y cubriendo su cuerpo con las cobijas.
Al final, su oso fue con ella, poniéndose entre sus brazos, resguardando la paz que por fin había sido dada a la niña. Sin hacer tanto ruido, ambos chicos salieron del cuarto y se quedaron sentados sobre el pasillo, aún confundidos.
Kenle: - ¿No tardaste mucho en usar tu poder? Pudiste evitarle ese mal rato -
William: - Perdón, pero quería saber qué es lo que había pasado y pensé que estando en ese estado nos diría algo... -
Kenle: - Pues ya viste que no, se puso peor -
William: - Sí, pero al menos ya dijo algo más... No sabemos quiénes, pero dijo con demasiada seguridad que alguien murió -
Kenle: - Pero estamos en una escuela, ¿quién se atrevería a matar a alguien? -
William: - No lo sé, tal vez solo necesitemos un poco más de tiempo para saber la verdad, esperar a que Ruri se sienta mejor -
Kenle: - Sí... Pobre, tan tierna y linda, ¿Qué fue lo que vio para ponerse en ese estado?... -
Los dos chicos se quedaron ahí en el pasillo, pensantes, tratando de sacar conclusiones de algo que no vieron nada, que solo están basados en el corto y escaso testimonio de su amiga.
Pasó el tiempo, el primero en irse sería Kenle, quien entró a la habitación y se quedó dormido en el sofá individual que había en el cuarto, ya que su cama estaría ocupada por Ruri. William, a diferencia de Kenle, en vez de irse al cuarto, se fue caminando por el pasillo. En su mente pasaban varias cosas, entre ellas una idea de quién pudo ser el dueño del atroz crimen que su amiga comentó.
En su pensamiento, no se percató de que un viento inusual comenzó a pasar por el pasillo, cálido pero frío a la vez. Una suave brisa, como si una suave seda estuviera cubriendo su piel, le hizo saber que ya no estaba solo. De pronto, una figura femenina de mediana estatura se comenzó a mostrar. Posando sus manos sobre el chico y dándole un cálido y suave abrazo, la mujer de cabellos dorados y vista celeste poseía unas enormes alas blancas, además de tener un brillo singular no solo en su vista sino en toda su figura espectral. La mujer, de nombre Kanye, era uno de los terceros querubines del reino celestial, quien ahora en la escuela era conocida como la subdirectora del lugar. Un abrazo fue lo primero que le dio al ángel de menor edad, dando un dulce y alegre saludo.
William, quien apenas correspondió el saludo, mantuvo su mirada perdida en el vacío. Aún no podía despejar su mente. Eso alertó a Kanye, quien supo de inmediato que algo andaba mal. De inmediato se arrodilló frente a él y, tomando sus mejillas con sus manos, le levantó la mirada teniendo así un contacto visual con él.
Kanye: - Querido William... ¿Qué pasa? Algo te aflige. Tus ojos reflejan preocupación. ¿Qué pasó? -
William: - Es que... -
Kanye: - No tengas miedo. Sabes que puedes confiar en mí. -
William: - Yo... Quiero ayudar a una amiga, pero no sé cómo. -
Kanye: - ¿Pero por qué? ¿Le sucedió algo? -
William: - Como tal, a ella no, pero... - bajó la mirada suspirando a la vez - ella dice que alguien fue asesinado. -
Kanye: - ¿Asesinado? -
William: - Sí... Y eso la tiene aterrada. Dice que la vieron y están persiguiéndola. Yo no vi a nadie, pero... No me gusta verla así. El saber que su paz fue arrebatada por alguien me... Me... -
Kanye: - ¿Te molesta mucho, verdad? -
William: - Sí... -
Kanye: - Ay, mi querido William... Tienes que tranquilizarte. Yo te ayudaré a conseguir tu paz. -
Susurrando a su oído, fue lo que le dijo Kanye a William después de levantarle el mentón con su mano para tener contacto visual nuevamente. Llevó sus labios a los de él, un poco húmedo, sorpresivo pero tierno beso, fue lo que recibió William por parte de su querida Kanye.
Él no dudó en corresponderle el beso, posando sus manos sobre las de Kanye. El beso le brindó tranquilidad, así como Kanye le había dicho, le dio paz, haciendo que en sus labios marcara una sonrisa al terminar el beso, siendo correspondida con la sonrisa de Kanye.
La paz en él estaba otra vez. Su mentora era su retroalimentación. En ellos había un secreto más fuerte, más intenso. No solo un pequeño rastro de cariño, que pese a su diferencia enorme de edad, en ellos había un cariño intenso.
Kanye se alejaría de William, poniéndose de pie frente a él, dejando ver toda su espléndida figura que le encantaba ver a William. Pero eso no era lo que a William le había cautivado, sino su hermosa sonrisa y su forma de ser con él.
Ella le brindó su amor cuando William más lo necesitaba, encontrando en ella calidez y la alegría que su alma buscaba. El tiempo pasó y aunque fuera poco, para William es como si hubieran pasado años. Al final, se terminó enamorando de su mentora.
Un día, William se armó de valor y se declaró a ella, siendo correspondido de inmediato. Solo había un pequeño problema: la edad de ambos. Ante su linaje estaba mal visto, era un pecado, más para Kanye siendo el tercer querubín. Pero también el tener ese cargo le daba cierta ventaja.
Kanye, usando cierta autoridad y poder sobre el reino celestial, ocultaba aquella relación imperfecta que tenía con el menor. En cuanto pudieron estar juntos bajo el mismo techo, hicieron que esas visitas casuales que tenían antes fueran más frecuentes. Buscando una recarga de vitalidad entre ambos dentro de un cuarto donde al entrar solo gemidos opacados y respiraciones agitadas se escuchaban durante mucho tiempo, si era posible, durante toda una noche.
Esa madrugada no iba a ser la excepción. Después de cierto silencio y miradas, Kanye se llevó a William a una habitación vacía, donde bajo llave, le empezó a brindar aquella calidez y vitalidad que William necesitaba. Donde caricias, jadeos y gemidos opacados empezaron a rodear la habitación...
Por otro lado del colegio, Kenle, quien se había metido a la habitación, se fue a sentar en el sofá en medio de la sala. El sueño no había estado en él en ningún momento, solo se había permanecido sentado, pensante, confundido. Dentro de él había una sensación de curiosidad e intranquilidad por lo que había pasado. Su cuerpo no se sentía en paz, su mente le pedía quería saber más sobre los hechos.
Esperando el momento en que su amigo se fuera, salió del cuarto y fue directo al lugar donde William había encontrado a Ruri. Era de madrugada, el pasillo estaba solo y la mayor parte oscuro. Solo la luz de la luna que pasaba a través de los ventanales alumbraba el solitario lugar. Kenle, que estaba inspeccionando el lugar, comenzó a seguir un rastro de impurezas, un don que le permitía tener la bendición que le fue dada.
Aquella impureza la había logrado ver impregnada en la pared en la que Ruri se había recargado, dándole una leve pista del camino que ella recorrió, dándole la idea de que podía ser llevado al lugar del crimen del que su amiga había sido testigo. Siguiendo el camino, comenzó a recorrer todo el camino que Ruri pasó, teniendo su primera parada donde Ruri se había encontrado con el príncipe de las bestias.
Estando ahí, Kenle no pudo sentir más que una cantidad moderada de impureza colectada en un solo sitio. Pensó en ese momento que tal vez su amiga intentó buscar refugio de sus perseguidores, aunque también su propia idea le pareció ilógica. No había nada en donde ocultarse más que un pasillo largo y vacío, causándole aún más dudas de lo que había pasado.
Viendo a los alrededores, empezó a ver qué más camino le faltaba por ver. Por lo cual, dejando aquella idea vacía, comenzó a seguir el rastro que lo llevó a subir las escaleras, a pasar por el único pasillo que une a los dormitorios de los alumnos de primer y segundo año, un largo y amplio, decorado con algunas plantas en macetas grandes.
Al adentrarse a ese pasillo, sintió una gran energía oscura en ese lugar, más nadie estaba, nada se lograba ver. Kenle, armado de valor, comenzó su camino hacia los adentros, dejándose llevar por aquella impureza que detectaba su ser. Más nunca se imaginó que ese lugar nunca estuvo solo.
En aquel sitio, una energía oscura inundaba el lugar y en el centro de ese largo túnel que parecía no tener fin, una silueta femenina hizo presencia, pues aún en la oscuridad se hizo notar. Kenle, con un poco de temor, se fue acercando, pensando que tal vez esa era la respuesta que tanto había estado buscando, una respuesta a lo sucedido, pero su sorpresa fue otra.
Al estar un poco más cerca de aquella silueta, en medio de la oscuridad, unos ojos color verde esmeralda se hicieron resaltar. Kenle detuvo su andar al ver cómo ambos ojos le observaban fijamente y poco a poco se empezaban a acercar a él.
- Es tarde para que un pequeño niño ande solo... ¿No lo crees? - dijo la silueta.
- ¡Muéstrate! - respondió Kenle.
- Ven, déjame llevarte a tu cuarto, no dejaré que nada malo te pase - dijo la silueta.
- ¿¡Que no me escuchaste!?... ¡¡Que te muestres!! - exclamó Kenle.
De pronto, el silencio se coronó entre ambos. Las miradas celestes y esmeraldas se mantenían fijas, aunque una llena de miedo no se apartaba de la otra. Una risa suave y femenina se escuchó de pronto, poniendo en alerta a nuestro pequeño Kenle, quien levantó una mano listo para cargar su poder. De momento y sin esperarlo, cuando parpadeó, los ojos verdes ya estaban más cerca de él y la silueta estaba muy cercana a la suya, más aún no podía ver nada.
- Pero qué lindo eres... Es una lástima que aún seas un niño - dijo la dama oculta en la oscuridad.
Dejó ver solo parte de su mano que, a la luz de la luna, se notó una piel clara, suave, fina, adornada sus uñas con un color verde al mismo color que sus ojos. La mano acarició las puntas del cabello de Kenle y parte de su mentón, aunque fue poco el momento. Por alguna extraña razón, a Kenle le había gustado, queriendo más, pero gracias a su poder se logró mantener firme.
- No... No vuelvas a tocarme - dijo Kenle.
- Pero, ¿por qué?... Si veo que te gustó - respondió la dama.
- No es cierto - dijo Kenle.
- No mientas... Es un pecado hacerlo - dijo la dama.
- Así como el matar - dijo Kenle.
- ¿Matar? ¿De qué hablas? - preguntó la dama.
- No te hagas la desentendida, yo sé bien que tú sabes algo sobre lo ocurrido, dime ahora o... - dijo Kenle.
¿O qué?... ¿Me harás algo?
Kenle: Sí... Así que muéstrate, ya no tienes a dónde ir.
Serio pero un poco nervioso, Kenle puso ambas manos hacia el frente, listo para atacar a la mujer, pero ésta no mostró defensa alguna. Confiada, dio unos pasos más hacia él e inclinó su cuerpo, poniendo su rostro muy cercano al de Kenle. La luz de la luna dejó ver un hermoso rostro: la bella dama esmeralda, dueña de ese hermoso rostro, miraba a Kenle sonriéndole, lo que hizo que el pequeño se pusiera nervioso por su hermosura. Cautivado, Kenle bajó la mirada y en sus mejillas un sonrojo muy notorio se hizo presente, dándole la oportunidad a Itkizu de sujetar las manos del niño con algo de fuerza y, dando un movimiento rápido, lo hizo girar, quedando atrapado entre los brazos de la demonio, la cual acercó su cuerpo al de él, quedando ella aún más inclinada y su rostro pegado al del chico.
Itkizu: Te han dicho que te ves muy tierno sonrojado...
Kenle:¡¡ Suéltame!! -.
Itkizu: ¿Por qué debería hacerlo?... ¿Acaso no te gusta que haga esto?
A sus palabras, la dama esmeralda pegó sus labios a la piel de Kenle, dando suaves y lentos roces a su pálida piel. El chico se puso nervioso, pero no podía negar que la sensación era agradable, aunque viniera de una desconocida y solo fueran caricias con sus carnosos labios. Era una experiencia nueva para él que le había gustado demasiado y no quería que parara. La dama fue bajando sus roces hacia su cuello, levantando a la acción la cabeza de Kenle. Él suspiró nervioso; cada roce en su piel solo iba estimulando una sensación de deseo en él. Ella se detuvo sin separar sus labios de su cuello. Él pensó que había acabado su dulce tortura, pero solo fue el comienzo de su nuevo deseo pasional.
Itkizu esperó solo unos segundos, dejando que Kenle tomara de nuevo control de sí mismo, para de pronto pegar más sus labios a su piel y plantar en su cuello un beso, tomando con su mano el otro lado de su cuello. Kenle, por la intensidad, soltó un gemido bajo que enseguida fue cubierto por Itkizu con su mano al tapar su boca.
Itkizu: Shh... Nos pueden descubrir.
Comentó la dama al separar sus labios por unos instantes para después seguir con el beso que poco a poco se iba convirtiendo en mordida. Kenle no pondría resistencia alguna, porque de alguna forma eso que la dama hacía, le comenzó a excitar y eso pudo notarlo Itkizu al bajar la mirada, pero solo en ese momento soltó una risa vaga.
La mordida había demorado muy poco, pero todo tenía un propósito, pues al separarse de él, una pequeña estrella se quedó en el lugar de la mordida, así como la que ella tenía en su mejilla, una marca de pertenencia. Itkizu sonrió al ver al pobre chico todo rojo, nervioso y temblando, dándole aún más ternura al ver que este tenía los ojos cerrados.
Con lentitud Itkizu soltó al chico, quitando primero la mano de su boca. Kenle, al ya no sentir nada y sentirse liberado, abrió los ojos y volteando con rapidez, lo primero que hizo fue sentirse en el cuello, acariciar las zonas en las que la joven había pasado, viéndola extraño y confundido.
Kenle: - Espera... ¿Eso fue todo?
Itkizu: - ¿Acaso querías más?
Kenle: - Si... Digo... No, no yo...
Itkizu: - Ja ~
Kenle estaba apenado, por accidente y de forma muy rápida se delató, demostrando en esas palabras que todo lo que había hecho le gustó, aunque eso no fue lo único que lo había delatado, sino también un pequeño amigo que se había levantado ya hace rato y Itkizu lo había notado, más no le había dicho nada hasta ese momento.
Itkizu: - Quién diría que levantaría las pecaminosas pasiones de un niño con solo unas caricias, aunque eso... Ya lo había notado desde hace rato.-
Kenle: - ¿A- A qué te refieres con...?-
Itkizu sonriente, señaló con su mano su parte baja. Kenle confundido bajó la mirada notando su erección, apenado, sonrojado y nervioso trató de ocultarlo poniendo sus manos en esa zona, era algo que nunca le había pasado por lo cual estaba demasiado avergonzado.
Itkizu se comenzó a reír, era claro para ella que era una nueva experiencia para el pequeño Kenle, por lo cual, se inclinó de nuevo hacia él, apoyando sus manos sobre sus rodillas y mirándolo a los ojos le guiñó.
Itkizu: -Tranquilo... Será nuestro secreto- comentó con una risa baja al final.-
Kenle: -No, no te burles de mí, fue tu...-
Itkizu: -¿Mi qué?-
Kenle: -Na-Nada...-
Itkizu: -Hay vamos, dilo, sé bien que fue lo que hice, solo que... nunca me imaginé que te ocasionaría eso jaja.-
Kenle: -Es que...-
Itkizu: -Pero tranquilo, no tienes por qué sentir pena, es normal cuando una chica linda, como yo, te da ese tipo de caricias.-
Kenle: -Sí, pero... es que...-
Itkizu: -¿Qué?... ¿Es tu primera vez?-
Kenle asintió con la cabeza, quitando ambas manos de esa zona y bajando la mirada. Él aún se sentía muy apenado.
Itkizu: -Lo supuse... Pero tranquilo, nadie más que nosotros lo sabrá, mi pequeño ángel.-
Acompañando sus palabras, Itkizu se acercó a Kenle y, tomando su barbilla con su mano derecha, llevó sus labios de nuevo hacia Kenle. Él, al ver sus acciones, volvió a sentir nervios, pero no quería detener esa oportunidad de poder recibir su primer beso.
Listo para el momento, él levantó poco a poco sus labios e iba cerrando sus ojos, pero Itkizu le tenía preparado algo menos intenso.
Sus labios estando frente a los de él, los desvío hacia la izquierda y sin perder la velocidad de sus actos, le plantó un beso en la orilla de sus labios, Kenle al reaccionar y abrir los ojos ,vio a la demonio de nuevo frente a él sonriendole, el en verdad esperaba un beso por parte de ella, se sintió decepcionado pero no podía negar que recibir ese beso se sintió demasiado bien.
Conformado con el resultado le sonrió como muestra de agrado por el beso,itkizu suspiro riendo dejando caer por accidente aquella gema que ocultaba bajo sus prendas, eso atrajo la atención de Kenle poniendo su vista hacia esa dirección, Itkizu no había notado lo que había pasado y verlo ver hacia su pecho le hizo entender que veía esa zona por interés , por lo cual, se levantó de golpe y le dio un golpe en su frente para hacerlo ver otra cosa.
Itkizu:- Pequeño travieso... Eso aún no lo puedes ver-
Kenle:- ¿Que cosa? - dijo poniendo una mano en frente golpeada.-
Itkizu:- No te hagas el tonto conmigo pequeño, se bien que veías y aún eres un niño -
Kenle:- Pero yo... Espera, pensaste qué...-
Dudoso miro como Itkizu pondría su mano sobre el cuello de su playera ocultando la parte de piel desnuda , dándole a entender que miraba él sus pechos al estar agachada.
Kenle:- No No No.. yo no estaba viendo eso... No podría -
Itkizu:- Aja... Pervertido -
Kenle:- No , enserio que no, no ... No te haría eso a ti-
Itkizu:- Aja... ¿Entonces porque tú vista bajo?-
Kenle:- bueno yo miraba ... Eso que cuelga tu cuello -
Al escucharlo, Itkizu de inmediato busco su tema que estaba expuesta, tomándola con su mano la oculto y dándole la espalda volvió a meterla bajo su prenda, eso, a Kenle le caso curiosidad, su forma de actuar y la extraña impureza que emanaba de ella.
Con cautela Kenle de acerco a ella y tocándole dos veces su hombro derecho le pregunto:
Kenle:-¿ Oye estás bien?-
Itkizu se quedó callada, por lo cual Kenle volvió a insistir haciendo una reacción de molestia en Itkizu, que impulso su hombro hacia adelante aventando la mano de Kenle hacia afuera de su entorno.
Itkizu:- Déjame en paz... ¿Acaso no tienes una erección que atender?-
Kenle:- Oye no... No tienes que ser así conmigo, solo te pregunté si estás bien, de pronto tú... Cambiaste -
Itkizu:- Cállate -
Kenle:- No... Es verdad, estábamos bien , hasta te burlabas de mi y ahora , eres grosera conmigo y solo porque comenté lo de tu piedrita -
Itkizu:- bueno,¿ y eso qué? -
Kenle:- No se, tú dime -
Itkizu suspiro bajando sus manos y dejando unos segundos de silencio e incomodidad entre ambos , se volteo de golpe y tomo de los brazos a Kenle pegandolo a ella, haciendo que sus rostros quedarán paralelos al grado que el podía escuchar su respiración.
Itkizu:- Ahora escuchame bien... Tú y yo nunca nos vimos, nunca paso lo de aquí, es mejor que corras si es que no quieres que sea tu fin también -
Kenle:- Es-Espera ... ¿También?-
Al separarse itkizu lo miro a los ojos y sonriendole , le guiño el ojo poniéndole sobre sus labios su dedos índice que poco a poco se iba bajando sobre su piel conforme ella se iba alejando adentrandose a la sombra de nueva.
Itkizu:- Sh... Y recuerda, será nuestra secreto~
La misma risa que al principio escucho fue lo último que supone de ella, Kenle por más que la intento detener al vago intento de tomar su mano, no dio con ella, parecía que la oscuridad se la llevó, Kenle quedó confundido pero ansioso, él quería saber mucho más de lo sucedido, de ella, tener más de sus caricias pero también quería saber que es lo que ocultaba tras esa gema.
De forma muy discreta ,Kenle, cuando ella dio vuelta él puso en marcha su don, que lo hizo ver qué esa gema trae un mal que está unido a la doncella, eso le hizo sentir preocupación por él ser que puede ser el causante de los traumas de Ruri y que de alguna forma lo humilló , pero eso no le importo, él se había maravillado por la chica.
Sin dejar de pensar en ella y en su posible problema, regresó a su habitación , sin hacer mucho ruido abrir la puerta y se recostó en el sofá quedándose dormido en segundos, al poco tiempo su amigo , William , también regreso a la alcoba, se notaba agitado y sonrojado pero no era para más, la aventura que había tenido con el angel.
En silencio fue hacia su cuarto, pasando por cerca de Kenle quién dormía en paz, al verlo descubierto fue por una cobija y lo cubrió con ella, con cuidado acomodo la orilla cerca de sus hombros notando una marca extraña en su cuello.
Una extrella fue lo que William pudo notar, le fue extraño verle aquella marca, nunca se la había visto y el sabía que Kenle no era de los chicos con ese tipo de gustos, ganado por la curiosidad,se acercó más a su cuello y quitándole su cabello haciéndolo a un lado, tocó la marca en su cuello haciendo una reacción en su amigo.
Kenle:- {No... Aún... No... Te vallas}-
Esas palabras hicieron que William retrocediera pensando que su amigo iba a despertar, pero al ver qué solo se acurrucó más dio un suspiro relajándose, pero aún así , sintió aún más duda y curiosidad de lo que había pasado y ahora quería saber de quién hablaba, pero para tener una respuesta clara tenía que esperar unas horas más.
Dejando a su amigo tranquilo fue directo a su cuarto a descansar, había sido un día agotador para varios y aunque el tuvo un final feliz , seguía cansado mentalmente.
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