La calidez de la tentación se calma con un poco de amor?

El nuevo día había comenzado el sol empezaba a hacer su entrada, dando luz a los altos y grandes edificios del instituto PBW. Al poco tiempo, también se empezó a escuchar ruido por el lugar. Primero, el ruido de las aves al silbar, después, murmullos de alumnos que, puntuales, salían de sus dormitorios a primera hora para asistir a sus clases.

Entre esos alumnos salieron los gemelos junto con su prima Mae. Ellos estaban molestos. No era mucho de su agrado tener que usar uniforme escolar, aunque tampoco les desagradaba un poco, solo por el hecho de que el negro les quedaba muy bien a ellos. Pero aún así, preferían mucho más su ropa de siempre.

Ikiro: - Sigo diciendo, este uniforme es una tontería.

Mae: - Vamos primo, deja de quejarte. Te tienes que acostumbrar a usarlo.

Ikiro: - Lo sé, lo sé... Al menos un dato bueno... Seguimos siendo el centro de atención con esto.

Mae: - ¿Por qué lo dices?

Itkizu: - Mira a tu alrededor.

Haciendo lo que Itkizu le indicó, Mae observó, viendo a unos cuantos metros de ellos a varias personas que no dejaban de murmurar, emocionarse y ver a los tres. Mae dio un suspiro, ya que había pensado que se libraría de todos esos asuntos estando ahí, pero al parecer se había equivocado. El alboroto de su llegada a ese lugar seguía siendo algo de qué hablar. Aunque era obvio, si la llegada de algunos de los herederos de los príncipes del infierno a ese colegio fue polémica, ahora sería más grande el asunto con la llegada de los primogénitos del orgullo, los famosos futuros reyes del infierno.

Sonriente, Mae volvió a poner su vista en sus primos, quienes disfrutaban de la fama del momento, de la atención, dando saludos cortos a la multitud, como verdaderos ídolos o gente de la realeza entre humanos. Dando nuevamente un suspiro, pero esta vez largo, se acercó a ellos y tomándolos de las manos, los comenzó a jalar para llevarlos al salón. Fue un poco complicado pasar entre los alumnos que querían estar cerca de los gemelos, pero para fortuna de ella, solo tenía que hacer un solo viaje, ya que los tres iban a estudiar en el mismo salón.

Al llegar al salón, la vista fue nuevamente hacia ellos, pero por fortuna, las caras no eran tan nuevas esta vez. Cuatro jóvenes ya habían tenido la fortuna de verlos, haciendo menos tensa la situación de su llegada al lugar. Varios jóvenes se alzaron para rodear a los gemelos una vez que ellos se sentaron en las bancas cerca de la ventana. Momento de vanagloria tuvieron de nuevo los gemelos, halagos, respeto, honra recibían por varios alumnos, haciendo que por ese momento se sintieran a gusto en el colegio.

Vaya... ¡¡Afortunados nosotros los nobles al tener a los gemelos del orgullo entre nosotros!!

Dijo una voz masculina muy familiar. Los gemelos, quitando su sonrisa, miraron al varón que alzó los brazos tras su comentario, viendo de nuevo a Borg. Los gemelos suspiraron a la par y mostraron un gesto de disgusto.

Borg: - Pero vamos chicos, no sean groseros y saluden o por lo menos no se lleven toda la atención, hay más príncipes aquí, solo un salón lleno de celebridades ~

Ikiro: - Ja... ¿Acaso estás celoso?

Borg: - Para nada, ¿De qué les tendría envidia?... Principito~

Quedando frente a Ikiro, después de abrirse paso entre la multitud, puso su mano sobre la mesa, haciendo apoyo acercando su rostro ante la del demonio. Ikiro, viéndole a los ojos, sonrió de momento precipitado, dejando ver burla ante el intento de sublimación ante la bestia.

Ikiro: - Por lo que veo... ¿De que haya llegado alguien mucho mejor tú... ¿O porque el alterarse ante nuestra llegada?

Borg: - ...

Ikiro: - {Porque sabes que nosotros somos mucho mejor que tú... Que nosotros podremos acabar con el supuesto y miserable príncipe de las bestias... ¿O me equivoco?}

Sus palabras dejaron sin comentario a Borg, aunque fue algo que Ikiro le dijo al oído después de acercarse a él, tuvo el temor de que alguien escuchara, dejando al expuesto su secreto que al parecer los gemelos sí sabían.

Por seguridad suya, Borg hizo un ruido con la lengua de poca simpatía alejándose de Ikiro, quedando de frente a ambos gemelos y metiendo sus manos a sus bolsillos dio vuelta y en voz alta pronunció:

Borg: Es mejor que no se dejen alterar por dos principitos... O si no

¿O si no qué?...

Una voz suave y dulce interrumpió sin piedad a la bestia. Todo el alumnado del salón volteó a la puerta, donde una bella mujer de perfecta silueta y hermoso cabello gris se mantuvo de pie viendo a los alumnos con una sonrisa.

-Es mejor que cuide sus palabras, joven Borg, si es que no quiere un castigo en su primer día de estudio...

Ahora, todos tomen su asiento, por favor, dejen en paz a nuestros príncipes.

Obedientes a las palabras de la profesora, todos fueron a sus asientos, entre ellos Borg, que al sentarse justo a dos filas de dónde los gemelos se encontraban, volteó a verlos recibiendo de ellos un saludo, un movimiento de dedos por parte de Ikiro, quien parecía despedirse de él, y por otro lado, Itkizu, le sonrió y guiñó el ojo, como si le estuviera coqueteando, haciendo aparecer un leve sonrojo en Borg, bajando su guardia unos cuantos segundos, haciéndolo volver su vista hacia el frente.

-Y aprovechando el ambiente de fiesta, ¿por qué no nos presentamos para... Conocernos mejor? Mi nombre es Aranice Dinte y seré su profesora de adiestramiento en la magia. Conmigo aprenderán a controlar su don elemental al máximo, algo que... Todos ustedes tienen.

Cómo verán, esta clase es única, no solo porque ya son alumnos de preparatoria y la gran mayoría son hijos de ciertos seres poderosos y legendarios, sino porque cada uno de ustedes es capaz de controlar más de un poder elemental, al menos la mayoría, haciendo nuestra clase aún más divertida~

Pero dejemos de hablar de eso por un momento, he de decir que conozco a la mayoría, así como ustedes ya también se conocen, pero ¿qué tal si damos paso a que nuestros alumnos recién llegados se presenten? Creo que sería muy encantador oírlos hablar. Vengan aquí en frente y dejen maravillada a la con su encantadora voz.

Viendo a los gemelos y a Mae, la profesora con una seña hecha con su mano, los invitó a pasar al frente. Al principio no querían, les daba algo de pereza, pero nuevamente Mae sería quien los obligaría a hacer algo. Al pararse ella primero, tomó a sus primos de las manos y como niños pequeños los llevó tras ella, quedando los tres frente de toda la clase.

Aranice: - Díganos sus nombres, gustos, algo para conocerlos mejor queridos, primero usted, señorita - dijo señalando a Mae.

Mae: - Bueno, mi nombre es Mae Komotto, mejor conocida como la Doncella de la Oscuridad. Soy hija del séptimo príncipe del infierno. Me gustan las cosas amargas y ayudar a la gente. Por eso mismo, me he ganado el título como doncella real de los príncipes del orgullo. Me gustan los gatos y pasar un buen rato bajo la luz de la luna. Espero que podamos llevarnos bien y que mi nombramiento no sea un impedimento para que se acerquen y conversemos...

Aranice: - Lindo - diría aplaudiendo junto a toda la clase, quienes además, algunos varones gritaban y emocionaban. Tras guardar silencio, la maestra se le quedó viendo a los gemelos, quienes no querían hablar. Estaban cruzados de brazos dando un poco la espalda a la clase. Mae, al verlos, suspiró y poniéndose detrás de ellos, los empujó haciendo que dieran un corto paso hacia el frente y quitaran su actitud negativa.

Mae: - Hablen ya... O su padre.

Recibiendo una mirada de molestia de parte de los gemelos, Mae cruzó los brazos, no dejando más remedio a los chicos que hablar. Al parecer, esa palabra era mágica. Ambos, viendo al frente, a los alumnos que parecían emocionados por oírlos hablar, sonrieron.

Ikiro: - Esto es nuevo para nosotros. Estamos acostumbrados a que siempre nos presenten como es debido, pero al no tener opción... Mi nombre es Ikiro Encobrin.

Itkizu: - Y el mío, Itkizu Encobrin. Somos hermanos gemelos, siendo ambos hijos del gran príncipe de las tinieblas, herederos del infierno, encargados del pecado del orgullo.

Ikiro: - Como nuestro título muy importante dice, somos los futuros reyes del infierno. Estamos a cargo de todo. Muchos nos conocen por nuestro magnífico talento y triunfos, aunque además, lastimosamente, siempre nos tachan por niños consentidos, pero no es nuestra culpa. Siendo nosotros, todos quieren darnos todo.

Itkizu: - Nosotros no somos malos, solo somos diferentes de tratar. Sean buenos chicos y verán que las cosas irán bien. Sean buenos chicos y nosotros los trataremos bien~.

Sonrientes y dando una mirada encantadora al público, ambos se inclinaron hacia el frente, concluyendo su discurso y recibiendo de inmediato el aplauso, gritos y emoción de los alumnos. Quedaron maravillados con sus palabras, al menos la mayoría. Solo dos o tres alumnos no estaban del todo contentos con su llegada, entre ellos Borg y Mark, que aplaudieron de forma muy floja y veían a los gemelos con seriedad. Uno por envidia y celos, mientras el otro por curiosidad y duda.

Aranice:- Encantador, hagan el favor de sentarse queridos.

Siguiendo las instrucciones, los tres caminaron hacia sus respectivos asientos sin dejar de recibir aplausos y halagos por parte de sus compañeros. A los gemelos les gustaba mucho recibirlos, haciendo que el lugar fuera cada vez más agradable.

La maestra, dando la calma, comenzó a dar la clase introductoria a la materia. Así como dijo al inicio, comenzó a explicarles los diferentes tipos de magia que hay en el mundo y sus técnicas escritas. Cada alumno puso la atención debida. No faltaba, claro, alguno que otro distraído, pero todos habían comprendido lo necesario.

Aranice: - Ahora que hemos terminado con los básicos, demos inicio a lo interesante. Ustedes, queridos alumnos de primero, serán sometidos a una prueba de rendimiento mágico, donde nos demostrarán qué tan fuertes y dominantes son en su especialidad. Cada uno se enfrentará contra uno de sus compañeros, siendo un duelo mágico.

Aquí tengo una caja con papeles donde vienen los poderes elementales acompañados de un número. Son dos de cada uno. Al sacarlo, deben buscar a su pareja... Mucha suerte a todos, queridos.

Cada alumno se fue levantando de su asiento y tomando un papel de la cajita sobre el escritorio. Caras confusas, decepcionantes y de emoción se fueron expresando en los estudiantes que pasaban, pasando a los pocos segundos a los gritos y búsquedas de compañeros. Entre esos alumnos, algunos equipos fueron los más controversiales, siendo por el momento los alumnos más destacables del salón.

Entre ellas estaba Elysian, conocida como la princesa de la gula. Ella fue puesta contra Mae, la princesa de la pereza. También estaba Mark, un arcángel celestial, quien fue puesto contra Ikiro, príncipe del orgullo. Muchos alumnos quedaron fascinados al enterarse de esa pareja: un ángel y un demonio unidos para combatir entre ellos. Una pelea única, pues se sabía que esas dos razas no se llevan bien por naturaleza y que ahora tendrán que enfrentarse en una pelea estudiantil. Será épico el momento, o al menos eso pensaban los alumnos.

Ellos también estaban esperando ver con quién pelearía la princesa del orgullo. Quién sería de las últimas en tomar la hoja, pasando al frente y con la mirada de toda la clase puesta en ella. En cuanto sacó el papel, sonrió volteando hacia los alumnos dejando ver el papelito.

-Una marca de agua y... ¿Un 8?... ¿Quién?... ¿Quién lo tiene!?!

Gritaron y vocearon varios alumnos, buscando entre ellos el papel igual correspondiente al compañero de la princesa. Muchos fueron a ver a Borg, pensando que sería él, pero para su desgracia, él estaba emparejado con uno de los hijos del Dios del fuego y la Diosa del agua, siendo Remo. Siendo él un ser tímido y reservado, en ese momento estaba un poco preocupado. No se sentía listo para una batalla, aunque fuera solo de muestra y menos por tener que enfrentarse con el príncipe de las bestias.

Pero en ese momento, todos tenían en mente quién sería el compañero de la princesa. Nadie decía nada, pero todo era cuestión de diversión para un alumno que, después de un rato de estarse riendo de ver a sus compañeros ansiosos, se puso de pie:

-Yo seré su compañero... Prin-ce-sa~

Todos voltearon sorprendidos al ver al chico, quien se mantenía riendo con una sonrisa despreocupada. El joven de cabello azul cielo como el mar era el hermano de Remo, Silver, un ser carismático, extrovertido y curioso. Una cara totalmente opuesta a su hermano.

-Será un honor pelear contra usted.

Dijo dando una reverencia a Itkizu, por respeto, para después tomar su asiento estando junto a su hermano. Todos quedaron aún más fascinados y querían que la pelea comenzara pronto, pero aún tenían tiempo, días que esperar. Justo en ese momento, la campana sonó, indicando el primer descanso de los estudiantes.

Todos habían salido de los salones e ido directo a la cafetería o eso se había visto. En el salón 1-A, donde los hijos de príncipes estaban, los gemelos se habían quedado ahí, hablando entre ellos, pasando un rato entre hermanos. Itkizu estaba sentada sobre el escritorio del maestro e Ikiro haciendo dibujos en la pizarra.

Ikiro: - En verdad, debiste ver su cara, estaba furioso, no se esperaba esa noticia, que nosotros supiéramos su secreto...

Itkizu: - Me di cuenta, sería una pena que alguien le dijera su verdadera identidad...

Ikiro: - Sí, mucha pena, pero mejor hay que guardar ese secreto por ahora, nos servirá de algo más adelante.

Itkizu: - Sí, lo sé, no soy tonta, hay que tener a esa bestia bajo nuestro control... Pero hablando de eso, algo me pasó en la noche.

Ikiro: - ¿Qué cosa?

Itkizu: - Bueno, después de irnos a "dormir", decidí salir un poco a caminar, ya sabes como siempre, pero estando en un pasillo, de la nada un niño apareció.

Ikiro: - ¿Un niño?

Itkizu: - Sí, quiero suponer que es amigo de la niña esta... ¿Cómo se llamaba?

Ikiro: - ¿Ruri? ¿Por qué?

Itkizu: - Porque resultó que ese niño estaba buscando respuestas de lo que le pasó a su amiga. Parece que la dejamos traumada.

Ikiro: - Pero no fue nuestra culpa, eso le pasa por ver cosas de adultos.

Itkizu: - Lo sé, pero ese niño al verme, me culpó pero al final... Todo salió a mi favor, ahora ese niño me pertenece ~

Ikiro: - Genial, otra alma, esa es mi hermana.

Itkizu: - Sí, debiste verlo, es tan tierno y débil, hasta le causé su primera experiencia al mundo adulto.

Ikiro: - Jajaja, no me digas que...

Itkizu: - ¡Sí!... El pobre niño cayó tan fácil con simples caricias, se sintió avergonzado pero aún así, no quería que parara... Pobre, pero gracias a su ingenuidad ahora es mío y él ni cuenta se dio.

Ikiro: - Pero qué niño tan tonto.

Itkizu: - Pero... Hay algo que me sorprendió un poco, ese niño pudo ver algo en la gema.

Ikiro: - ¿Cómo la vio?

Itkizu: - Fue un accidente, se salió y la notó, pero su mirada, algo vio en ella, creo que se dio cuenta.

Ikiro: - No, no creo, es solo un niño, además, no sabemos ni qué poder tiene, tal vez le pareció bonito.

Itkizu: - Lo dudo, su mirada... Era distinta, además cuando llegó su poder con la que me encontró, me hizo sentir como... Relajada.

Ikiro: - Mmm... Qué raro, pero, ¿qué tan relajada?

Itkizu: - No sé... Me hizo sentir libre.

Sus palabras dejaron sorprendidos no solo al hermano, sino también a Borg, quien los escuchaba estando fuera del salón recargado en la pared. Ikiro se le quedó viendo a su hermana, algo así no les había pasado por mucho tiempo, era algo nuevo, una experiencia que él deseaba tener.

Dejando un rato de silencio y dando por terminado su dibujo en la pizarra, pensó en una forma de averiguar la verdadera función del niño, de ver qué tan real era lo que sintió su hermana. Al terminar, marcó un punto en la pizarra viendo así su obra de arte mientras sonreía:

Ikiro: - Podemos hacer una cosa ahora que el niño estaba bajo tu control y tus encantos.

Itkizu: - ¿Qué?

Ikiro: - Hazte su amiga, trata de averiguar la función de su poder, investiga por qué te sentiste así, ve de qué forma podemos usar su poder a nuestro favor...

Itkizu: - Buena idea... ¿O no lo crees así, Borg?~

Sonriendo y con malicia, Itkizu dirigió aquella pregunta hacia la entrada, dejando al descubierto el "escondite" de Borg. Ambos gemelos mirando hacia la entrada, sonrientes, esperaron pacientes a que Borg se rindiera y terminara mostrándose ante ellos.

Borg, al escuchar su nombre, sonrió. Sabía bien que era cuestión de minutos para que lo nombraran, que se habían dado cuenta de que los espiaba.

Borg: - Cada minuto que pasamos juntos en este colegio me sorprenden más, aunque... Fueron un poco lentos en descubrirme, ¿no lo creen?...

Entrando a la habitación, había estado viendo a los gemelos fijamente, con actitud prepotente y retadora, poniendo un alto a su andar quedando unos metros lejos de los gemelos, quienes a su actitud respondieron con una sonrisa.

Borg, a punto de entonar una palabra, alzó la mirada viendo así el dibujo de Ikiro en la pizarra. Era él, dibujado en una situación letal, arrodillado, con las manos caídas, siendo herido por una lanza clavada justo en su fortalecido pecho y como si fuera un trofeo, él estaba sobre un bloque que parecía concreto, pero que tenía escrito "Fin al engaño bestial".

Esas palabras dejaron sorprendido pero a la vez le causaron aún más molestia a Borg. Primero, porque con eso los gemelos habían demostrado que todo el tiempo ellos supieron que él estaba ahí, sobre todo Ikiro. Y segundo, por el hecho de que con esa prueba le volvieron a demostrar que ellos saben más de lo debido, volviéndose unos enemigos peligrosos.

Ikiro: - ¿Dibujo increíble, no te parece?... Es igualito a ti, bueno, a un futuro tuyo.

Borg, al escucharlo, se comenzó a reír. No quería mostrar que un dibujo lo había puesto en confusión, quería verse fuerte ante los gemelos.

Borg: - ¿En verdad creen que con un simple dibujo lograrán causarme miedo?

Ikiro: - Claro que no, solo quería que vieras lo genial que soy como artista... Porque tienes que admitirlo, me quedé hermoso.

Borg: - { Pero qué infantil }.

Itkizu: - No se enoje joven Borg, solo es un dibujo, no es como que dijera alguna verdad... ¿O sí?

La doncella observó a Borg, directo a los ojos, teniendo un cambio de miradas con el pelinegro. Él, ante ella, no decía nada, parecía como si Itkizu lograra calmar a la bestia. Borg, después de admirar aquella vista esmeralda, volvió su mirada al dibujo de Ikiro, despejándose un momento de la atención de Itkizu.

Borg: - Tiene razón, solo es un dibujo insignificante, pero... Con un buen lujo de detalle, con esto veo que fui bien merecedor de tener su atención, me estimaron tan rápido que un retrato me hicieron, me halagan...

Ikiro: - Puf... Por favor, lo dice el que nos espía tras los muros. ¿Puede ser que alguien no pueda vivir sin nuestra presencia?

Borg: - Me halaga, pero en ese caso, sería con su hermana. Es más atractiva que usted.

Itkizu comenzó a burlarse de su hermano, quien solo le dio un leve empuje en su hombro para que se calmara.

Ikiro: - Pero, dejémonos de juegos. ¿A qué venía su espionaje, Borg? ¿Acaso en casa su papi no le enseñó que eso es malo?

Borg: - Solo vine a decirles que yo sé que algo hicieron, que por algo Ruri corría de ustedes.

Itkizu: - Pero si nosotros no hicimos nada, tal vez esa niña sabe lo grandes y fuertes que somos y que ese ni quería interponerse en nuestro andar.

Borg: - No lo creo... Algo le hicieron.

Ikiro: - Qué atrevido es usted al culparnos de algo que nunca ha ocurrido.

Borg: - Pero el que esté así con ustedes quiere decir que...

Itkizu: - Quiere decir que es solo una niña pequeña confundida, no que hicimos algo nosotros. ¿O tiene alguna prueba de ello?

Borg: - No...

Itkizu: - Ahí lo tiene, no hay prueba, no hay necesidad de acusación alguna. Le pido de favor que para la próxima averigüe bien y nos evite pasar este tipo de escenarios.

Habiéndose acercado a Borg, le puso su mano en el hombro dándole tres palmadas suaves, antes de darse vuelta e ir hacia la salida, yendo tras de ella su hermano, quien solo se despidió de Borg con un saludo general, desplegando hacia el frente su mano derecha que salió desde su frente.

Ikiro: - Sea más inteligente, joven Borg. Para la próxima no será un dibujo lo que haré.

Dejándolos ir, Borg se quedó solo en el salón viendo aquel dibujo, pensando en la forma de describir la verdad, pero no solo del trauma de Ruri contra ellos, sino del por qué es que saben que él no es el verdadero heredero del liderazgo de las bestias, sino un impostor...

Pasando algunos momentos del día, los gemelos decidieron separarse para buscar un poco de diversión. Ikiro se fue al patio principal, que estaba algo desolado, pues era hora del desayuno, algo que él no habría querido asistir. No tenía el hambre suficiente como para aceptar el hecho de tener que convivir con los demás alumnos en ese lugar otra vez.

Al caminar y contemplar el lugar por unos momentos, logro notar a lo lejos una figura femenina familiar. Al acercarse un poco más, noto el color morado azulado de la cabellera de la chica, haciendo que ella sonriera.

Con sigilo y aprovechando lo distraída de la dama, se puso tras ella viendo que la chica estaba viendo un mapa guía del colegio. Ella, sin aún sentir que Ikiro estaba justo a sus espaldas con su rostro pegado al suyo, comenzó a murmurar centrándose aún más en su hoja.

Ikiro: - Qué bien, justo lo que necesitaba... Gracias Hikary.

Sin despreocupación alguna, Ikiro le tomó el mapa a Hikary, que del susto dio un brinco hacia delante volteando de inmediato en pose de defensa contra Ikiro.

Ikiro: - Me has ahorrado mucho trabajo, sigues siendo útil.

Hikary, al percatarse de que era Ikiro quien le quitó la hoja, bajó la guardia y poniéndose un poco nerviosa, le sonrió y rindió una reverencia.

Hikary: - Ikiro, me asustaste, no pensé que te vería muy pronto.

Ikiro: - Digo lo mismo, ¿acaso abandonaste la misión que te encomendé?

Hikary: - No, para nada. La terminé rápido, por eso vine aquí, para poder verte...

Ikiro: - ¿Verme?...

Bajando la hoja y viendo a Hikary que mantenía la mirada baja, se le comenzó a acercar levando sus dedos bajo su barbilla y posándolos sobre su piel. La hizo levantar la mirada y que lo viera a los ojos, poniendo a Hikary aún más nerviosa y sonrojada.

Ikiro: - Bueno querida, aquí estoy... Puedes verme todo lo que tú quieras, pero solo ver, eh... A menos que quieras ~

Acercándose a ella, dirigió sus labios hacia los de ella dejándolos demasiado cerca. Hikary, quien se dejaba llevar por el momento, cerró sus ojos y al sentir la respiración de Ikiro sobre su piel, la hizo levantar un poco sus labios como si fuera a darle un beso.

Ikiro: - Hey... Tranquila, aún no es tiempo~

Poniendo sus dedos en los labios de ella, la alejó con lentitud. Hikary, al abrir los ojos y ver la sonrisa burlona del demonio, se sonrojó como tomate y cayó en cuenta de lo que había hecho. Se sentía en verdad apenada.

Hikary: - Yo... em... lo siento.

Ikiru: - Tranquila, ni te pongas así, sé que soy cautivador, no te avergüences por ser una más que cae en mis encantos.

Dijo Ikiru mientras volvía su mirada al mapa. Mientras tanto, Hikary se sintió un poco mal. Sus palabras la hicieron comprender que él la veía como una chica más, una común y corriente, no como la princesa y guerrera que es, haciéndola sentir inútil e insuficiente para el ser a quien admira tanto, que es él.

Con la mirada baja, Hikary solo guardó silencio mientras Ikiru seguía viendo su hoja. Hubo un silencio incómodo entre ellos hasta que un grupo de chicas pasó a su lado saludando a Ikiru. Él, como es costumbre, las saludó sonriente y guiñando un ojo en su saludo, coqueteando con las jóvenes cautivadas por el demonio. Rieron y sonrieron, causando celos en Hikary, que al ver tal acción, se despidió de Ikiru.

Nos vemos luego... Príncipe Ikiru.

Esas palabras hicieron que Ikiru volteara confundido. No entendía qué fue lo que pasó. Según él, solo saludó, pero tampoco haría por detenerla. Dejaría que se fuera diciendo únicamente:

Hey... Tu papel -

Levantando el mapa que le había quitado, moviéndolo de un lado a otro, fue la forma de un vano y flojo intento de detenerla. Pero al ver que no lo logró, alzó los hombros despreocupado y decidió retirarse del lugar, buscando algún lugar más entretenido guiándose por el mapa.

En otro lado de la escuela, por las jardineras principales del edificio C, Itkizu se encontraba admirando las flores que había a su alrededor. Los girasoles, como algunas alcatraces, llamaron mucho su atención, pues eran su flor favorita de la doncella. Pero en ese hermoso lugar donde también las mariposas de muchos colores hacían compañía a la princesa, tres pequeños jóvenes recién llegaban, hablando sobre diversas cosas que habían sucedido en su primera clase.

Esos tres niños eran Ruri, quien parecía más aliviada, William y Kenle, que hacían reír a su amiga. Estaban muy despreocupados pensando que estaban solos en ese lugar hasta que Ruri, después de tanto reír, su vista quedó perpleja y su risa se volvió en un silencio extraño.

William y Kenle, al notar cómo su amiga se había quedado atrás, voltearon a verla y notaron su expresión extraña. Guiándose por la mirada de Ruri, vieron que a lo lejos estaba Itkizu.

-¡Es ella!.

gritó Kenle feliz y emocionado al ver de nuevo a la chica que lo cautivó. William, por el contrario, se quedó callado y serio, diciendo:

-Es ella...

Pero en un tono bajo y sospechoso. Ambos chicos tuvieron diferentes reacciones y razones al ver a la doncella del infierno. William, volviendo su vista a Ruri, se acercó a ella, poniendo sus labios cerca de su oído, la tomó por el hombro y le susurró:

-¿Ella fue?

Ruri, a su pregunta, asintió con la cabeza, afirmando sus grandes sospechas que ya tenía sobre la doncella. Él, sin dudarlo, sacó su arma sagrada y se abalanzó contra Itkizu, pero pocos centímetros antes de que llegara a ella, fue lanzado por Kenle hacia otro lado al chocar sus espadas, dejando a William tirado en el suelo y él, quedando frente a Itkizu.

Kenle: -¿Pero qué te pasa?...

William: -Fue ella... ella fue.

Kenle: -¿De qué hablas?

William: -Ella fue la culpable de que Ruri esté así, simplemente ve... Mira cómo se puso en cuanto la vio, ¿acaso no es claro?

En ese momento, Kenle y Itkizu voltearon a ver a Ruri, que ya estaba escondida entre las hojas, pero eso no hizo cambiar de opinión a Kenle, quien no bajó la guardia en defensa de la dama, poniendo su espada en alto, el filo contra William. Puso su mirada en su amigo, demostrando que él seguiría del lado de Itkizu. Esa acción hizo que William entendiera un poco lo que pasaba, o al menos el porqué no se sorprendió ante tal acto.

William: -Pero... Por lo que veo, eso tú ya lo sabías... ¿No es así?

Kenle se quedó callado ante la pregunta, pero era claro que ya lo sabía. No podía ocultarlo más. Eso hizo que William riera y guardara su arma. No sería capaz de pelear con su amigo por una mujer mayor que ellos. Perder una amistad por un demonio.

William: -Por lo que veo, tú ya has tenido la oportunidad de averiguar cosas... Espero que un día me las cuentes. Búscanos en cuanto termines con ella. Me llevaré a Ruri a otro lado para que se calme.

Dando la vuelta, observó por unos instantes a su amigo con una mirada fría y tajante, como señalándome que después discutirían del tema. Pero en su cruce de miradas, observó una marca muy peculiar en el cuello de su amigo: una pequeña estrella que, por curiosidad, la doncella esmeralda tenía una igual en su mejilla. Eso lo hizo pensar en varias cosas, pero para evitar aún más revuelo entre ellos, sonrió viendo por última vez a Itkizu, quien permaneció tranquila oliendo las flores de su alrededor.

Itkizu: "Pero qué acto tan controversial, y yo pensé que este sería un lugar tranquilo."

Comenzó la doncella del abismo a Kenle una vez que William se había ido del lugar junto con Ruri.

Itkizu: "Debo admitir que fuiste muy valiente al protegerme de tu amigo."

Kenle: "¿Eso crees?"

Dijo guardando su arma y volteando a ver a Itkizu con una sonrisa y vista llena de ilusión.

Itkizu: "Claro, no cualquiera tiene el valor de enfrentarse a su amigo y menos por una persona que no conoce."

Kenle: "Pero tú y yo sí nos conocemos... Lo de la otra noche, ¿no contó?"

Itkizu: "Eso lo decides tú, acuérdate que es un secreto tuyo y mío."

Kenle: "Entonces sí, sí contó... ¡Fue la mejor forma de haberte conocido!"

Itkizu: "¿En serio?... Sin importar de qué bueno... Te haya causado una..."

Kenle: "Eh, sí, no, no importa, me gustó que..."

Itkizu: "¿Te gustó qué?"

Kenle: "{Que hayas sido tú la que me lo causó...}"

Avergonzado y apenado, Kenle bajó la mirada, pero Itkizu, dejando la flor que olía a un lado, llevó su mano al rostro de Kenle y con delicadeza la tomó y levantándola hizo que la mirara a los ojos mientras se acercaba a él lentamente.

Itkizu: "No tienes por qué avergonzarte, querido, ya te dije que es normal..."

Mirando a los lados, procurando que nadie los observara, se fue acercando cada vez más a Kenle, poniendo al chico nervioso.

Itkizu: "Pero ahora dime... ¿Acaso ya... Tuviste tu primer beso?"

Kenle: "¿Eh?"

Itkizu: "Sí, ya sabes... Algo así..."

Itkizu se acercó a él como si fuera a darle un beso en los labios, pero cuando estos apenas lograron rozarse, ella se desvió dándole el beso en su mejilla, dejando a Kenle con las ganas e ilusión de recibir su beso. Pero eso no evitó que el chico se sonrojara. El simple hecho de recibir un beso de ella le causaba mucha ilusión y felicidad.

Kenle: - Bueno... Yo...

Itkizu: - Mmm... ¿Te gustaría tenerlo?

Kenle: - ¡Sí!

Itkizu: - Bueno, te recomiendo conseguirte una novia... Te será fácil, eres bonito.

Riendo, le acarició la mejilla y se alejó de él, dejando al pobre chico con la duda de sus palabras y acciones. Él había pensado que ella se lo daría en ese momento, pero al ver que se alejó, la tomó de la mano. Estaba nervioso pero a la vez decidido, se estaba dejando llevar por el momento, por el anhelo de recibir su primer beso de la mujer que lo cautivó, aunque haya sido por medio de engaños.

Kenle: - No... No me dejes así, por favor.

Itkizu: - ¿Así cómo?

Kenle: - Con las ganas de...

Itkizu: - ¿Del beso?... Pero querido, eso debo hacerlo tu novia, no yo.

Kenle: - Pero yo no quiero esperarme hasta tener una novia.

Itkizu: - ¿Por qué no?... Dicen que es una bonita ilusión.

Kenle: - Porque... Yo...

Tomando valor, Kenle se atrevió a confesar su necesidad ante la doncella, quien lo miraba con una sonrisa. Ella ya sabía lo que quería, pero le gustaba hacer que le rogaran o pidieran. Pero justo en el momento en que Kenle iba a soltar una palabra, una voz masculina se escuchó a lo lejos...

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