Baile de Máscaras, parte 1 - Allura/Shiro

Es viernes y me levanto en pijama para ir a la sala. Cojo un trozo de pastel de la mesa y me siento en el sofá. Enciendo la televisión y comienzo a ver mis series. A las 10:00 alguien llama a la puerta. Miro por la mirilla y no hay nadie. Abro la puerta y me quedo helada.

*Yo* - Otra caja...

La cojo y entro en casa. Pongo la caja encima de la mesa y la abro. Dentro hay un sobre y otra caja decorada.

En el sobre hay fotos mías y de Marie otra vez. Lo aparto y abro la caja. Dentro encuentro una nota y la leo.

**Nota:

"Hola guapa, no olvides el baile de hoy, arréglate, ponte aún más preciosa de lo que ya eres, si no lo tomas en serio, pensaré que no te importa esa linda niña, hasta luego, guapa**."

Suelto la nota y veo qué más hay en la caja. Hay una máscara, un zapato y un pequeño papel con una dirección y una hora. Cojo la dirección y la busco en internet, parece ser la casa de un hombre rico, habrá un baile de máscaras allí hoy.

Respiro hondo y me siento en el sofá. Intento calmarme y ver la televisión, pero no puedo. Apago la televisión y comienzo a pensar.

(¿Hará algo conmigo, o peor aún, con Marie?...)

Paso el día pensando y comiendo mucho helado, también lloro un poco. Cuando son las 19:00, me arreglo. Me doy una ducha, me pongo el vestido, los tacones y empiezo a maquillarme. Me pinto los labios de rojo y me maquillo los ojos. Arreglo mi cabello y me pongo la máscara.

Vestido:

Era una vez, en un pequeño pueblo en medio de un vasto bosque, un joven llamado Pedro. Pedro vivía con su abuelo en una pequeña cabaña cerca del río. Ambos eran muy humildes y llevaban una vida sencilla.

Un día, Pedro decidió explorar el bosque y descubrió un zapato abandonado en el suelo. Era un zapato muy peculiar, de un color verde brillante y con pequeñas flores bordadas en él. Pedro sintió curiosidad y decidió llevar el zapato a casa.

Al llegar a la cabaña, Pedro mostró el zapato a su abuelo. El abuelo también estaba intrigado por aquel zapato y le dijo a Pedro que podría tener algún significado especial. Junto con el zapato, encontraron una pequeña nota que decía: "Este zapato posee el poder de cambiar vidas. Úsalo sabiamente".

Pedro se emocionó ante la idea de tener un zapato con poderes especiales. Decidió ponérselo y al instante, sintió algo extraño recorrer su cuerpo. De repente, se encontraba en un lugar completamente distinto.

El zapato lo había transportado a un reino mágico lleno de criaturas fantásticas y paisajes de ensueño. Pedro quedó maravillado y se dio cuenta de que había encontrado algo realmente especial.

A medida que Pedro exploraba el reino, descubrió que el zapato le permitía resolver problemas y ayudar a las personas que lo rodeaban. Se convirtió en un héroe para muchos y su nombre fue conocido en todo el reino.

Pero Pedro también aprendió que el poder del zapato solo podía ser utilizado para el bien. Si lo usaba con malas intenciones, el zapato perdía su magia y Pedro perdería su oportunidad de hacer el bien.

Con el tiempo, Pedro se convirtió en un sabio y valiente líder en el reino mágico. Aprendió a usar el zapato con sabiduría y se aseguró de que siempre estuviera en manos de alguien con un corazón puro y noble.

Así, Pedro vivió una vida llena de aventuras, bondad y magia gracias al zapato. Nunca olvidó la importancia de usar sus poderes para el bien y siempre mantuvo vivo el recuerdo de su humilde vida en la cabaña junto al río. Fin.

Había una vez un pequeño pueblo en lo más profundo de las montañas. En este pueblo vivía una joven llamada María. María tenía un cabello tan largo y brillante que parecía que siempre estaba bañado por el sol. Su cabello era la envidia de todas las mujeres del pueblo, que no podían evitar mirarlo con admiración.

María cuidaba su cabello con gran esmero. Lo cepillaba cuidadosamente todos los días y lo mantenía limpio y sedoso. Pero lo más sorprendente de todo era el poder de su cabello. Cuando María soltaba su cabello, algo mágico sucedía. El cabello cobraba vida propia y se movía como si tuviera mente propia.

Los niños del pueblo solían reunirse alrededor de María para ver el espectáculo que ofrecía su cabello. Hacían apuestas sobre a qué distancia podría llegar su cabello cuando María lo soltara. Algunos decían que llegaba hasta la punta del río, otros decían que llegaba hasta el otro lado del valle. La verdad es que nadie sabía cuál era la longitud máxima que el cabello de María podía alcanzar.

Un día, un príncipe que pasaba por el pueblo escuchó sobre la fama de María y su cabello. Decidió visitar el pueblo para verlo con sus propios ojos. Al ver a María y su cabello en acción, quedó totalmente enamorado. Nunca antes había visto algo tan hermoso y mágico. Inmediatamente supo que tenía que casarse con ella.

El príncipe le propuso matrimonio a María y ella aceptó encantada. Juntos, construyeron un castillo en el pueblo y vivieron felices por el resto de sus días. María nunca volvió a soltar su cabello mágico, pero su leyenda vivió para siempre en la memoria de todos los habitantes del pequeño pueblo en las montañas.

Era una noche oscura y la luna se asomaba tímidamente entre las nubes. La silueta de un hombre se recortaba en el callejón, envuelto en sombras. Caminaba lentamente, con paso firme pero sigiloso. Sus ojos brillaban en la oscuridad, fijos en su objetivo. Al llegar a la puerta, hizo una pausa y su mano se extendió hacia la cerradura. Con un hábil movimiento, abrió la puerta sin hacer ruido y entró en la casa. Instantáneamente, la habitación se llenó de una presencia invisible y el aire se volvió denso. Ahí estaba él, la sombra que acechaba en la noche. Nadie se dio cuenta de su llegada, nadie excepto aquel que le había contratado. Se movía con destreza y cautela, avanzando sin dejar rastro. Sabía que su misión era peligrosa, pero estaba dispuesto a arriesgarlo todo por alcanzar su objetivo. Ninguna puerta estaba cerrada para él, ninguna alarma podía detenerle. Era la sombra que se esconde en las esquinas y los callejones más oscuros. Al final del pasillo, encontró lo que buscaba. Una caja fuerte, llena de secretos y tesoros ocultos. Sin perder un segundo, sacó las herramientas de su bolsillo y comenzó su trabajo. Con manos expertas, desactivó los mecanismos de seguridad y abrió la caja. Dentro encontró lo que había esperado: documentos confidenciales, información valiosa. Su cometido estaba cumplido, pero sabía que su tarea no había terminado. Desapareció en la oscuridad, dejando atrás solo una sombra fugaz.

Batom era un gato negro que vivía en una pequeña casa al lado del río. Desde pequeño, Batom había sido muy juguetón y travieso. Siempre andaba persiguiendo mariposas y correteando por los árboles. Aunque era un gato casero, le encantaba escaparse y explorar el mundo exterior. Una noche, mientras deambulaba por el bosque, Batom se topó con una cabaña abandonada. Intrigado, decidió entrar y ver qué había dentro. Para su sorpresa, encontró una puerta secreta en el suelo. Batom, sin pensarlo dos veces, decidió investigar y bajar por la puerta secreta. Al bajar, se encontró en un mundo mágico lleno de criaturas místicas y paisajes asombrosos. A partir de ese momento, la vida de Batom nunca fue la misma.

El viento frío del invierno soplaba a través de las calles, llevando consigo el aroma a madera quemada y a castañas. La ciudad se encontraba sumida en una niebla espesa, que le daba un aire misterioso y oscuro. Las luces de los faroles apenas se filtraban a través de la niebla, creando sombras fantasmagóricas en las fachadas de los edificios. Era una noche perfecta para ponerse una máscara y perderse entre la multitud. En la plaza principal, una feria ambulante había montado sus atracciones y puestos de comida. La música y las risas se mezclaban en el aire, creando una atmósfera festiva. La gente iba y venía, todos con sus máscaras, ocultando su verdadera identidad. Era como si la ciudad entera hubiese decidido que esa noche serían otros. Bajo una farola solitaria, un hombre observaba la escena con curiosidad. Vestido con un traje negro y una máscara de ave, era imposible adivinar quién se encontraba bajo ese disfraz. El hombre sonrió y se adentró en la multitud, listo para disfrutar de la noche sin ser reconocido.

Respiro profundamente y abro la puerta, cuando bajo del coche que había llamado, ya me estaba esperando, confieso que entrar fue difícil con este vestido.

Después de media hora llegamos al lugar, bajo y me acerco a la puerta.

Seguridad: Nombre.

Yo: Allura.

Seguridad: Puede pasar.

Entro y camino por el pasillo hasta encontrarme con un hermoso salón.

Salón:

(Pretende que hay gente kkk)

Entro en ella y no sé qué hacer hasta que alguien me saca a bailar.

**Hola, preciosa.

Me alejo un poco para verle la cara, pero sólo veo su máscara.

Máscara:

Eu - ¿Eres tú?

Hombre - Qué bueno que viniste.

Yo - ¿Por qué querías que viniera?

Hombre - Para bailar contigo.

Yo - ... ¿Cómo te llamo?

Hombre - ¿Intentando descubrir mi nombre? ¿Qué tal fantasma?

Yo - ...

Seguimos bailando, no sé si realmente quería golpearlo o llorar, o ambas cosas, pero seguí bailando. Él parece más fuerte que yo, no tendría oportunidad.

Bailamos por un tiempo, hasta que una persona pone la mano en el hombro de ese "fantasma".

Hombre - ¿Puedo robarla para un baile?

Fantasma - ... Claro.

Él se aleja y suelto un suspiro de alivio, miro hacia el hombre y veo quién es.

Yo - Eres tú.

Sonrío.

Shiro - Sí, soy yo.

...

Shiro...

Despierto, me ducho, cambio de ropa y bajo las escaleras.

Yo - Buenos días.

Emma - Buenos días.

Fabrício - Buenos días.

Yo - ¿Regresaste, papá?

Fabrício - Sí.

Yo - ¿Puedes quedarte con Marie hoy? Tengo un evento al que debo ir.

Fabrício - Claro, hijo.

Yo - Gracias.

Desayuno y voy a la empresa, trabajo mucho y a la hora del almuerzo llamo a René.

Yo - Hola.

René - Hola.

Yo - ¿Qué tipo de evento es? No sé qué ropa usar.

René - ¿No te lo dije? Es un baile de máscaras.

Yo - Como si tú no te hubieras callado a propósito, sabes que no me gustan estas cosas.

René - Pero irás, ¿verdad?

Yo - Sí, ya le pedí a mi padre que se quede con Marie.

René - Genial, nos vemos allá entonces.

Termino mi almuerzo y mi trabajo y vuelvo a casa.

Yo - ¡Hola!

Marie - ¡Papá!

Marie viene corriendo y me abraza, la levanto en brazos.

Yo - ¡Hola amor!

Marie - Hola papá.

Yo - Hoy papá va a salir, ¿de acuerdo? Te quedarás con el abuelo.

Marie - ¡De acuerdo!

Le doy montones de besos y la pongo en el suelo, subo las escaleras y voy a mi habitación, encima de la cama ya están las prendas que preparé por la tarde, las visto y bajo.

Ropa: [indica que falta la descripción de la ropa en el texto original]

El sol quemaba en el mediodía mientras caminaba por las calles empedradas del pueblo. Las voces de los vendedores ambulantes llenaban el aire, mezclándose con el aroma a comida callejera. Los colores vibrantes de los puestos de mercado llamaban la atención de los transeúntes. Entre toda la multitud, ella caminaba con paso decidido, llevando consigo la máscara que la había protegido durante tanto tiempo. Era una máscara elaborada, con detalles intrincados que ocultaban su verdadero rostro. Nadie sabía quién se escondía detrás de esa máscara, y ella prefería que así fuera.

Cada vez que se ponía la máscara, sentía una extraña sensación de liberación. Como si todo su pasado se desvaneciera y pudiera ser alguien completamente diferente. Bajo la máscara, era libre de mostrarse tal como deseaba, sin miedo al rechazo o al juicio de los demás. Era una infinidad de posibilidades contenidas en la piel de una sola persona.

Pero incluso con la máscara, no podía escapar de sus demonios internos. En la tranquilidad de su hogar, se preguntaba quién era realmente; si alguna vez podría dejar de esconderse detrás de una máscara y confrontar su verdadero yo. Había vivido tanto tiempo bajo la sombra de una identidad falsa que se había olvidado de cómo era ser ella misma.

Cada noche, antes de acostarse, se miraba en el espejo y se preguntaba si debería quitarse la máscara. Pero el miedo la paralizaba. ¿Quién sería ella sin la máscara? ¿Y qué pasaría si los demás no la aceptaban? La incertidumbre la asfixiaba.

Hasta ese día en el que se encontró con alguien que había visto más allá de su máscara, alguien que le mostró lo hermoso que podía ser el mundo cuando se quitaba las capas y se revelaba. Fue en ese momento que entendió que ya no podía esconderse más. Era hora de arriesgarse y ser valiente. Era hora de quitarse la máscara y ser quien realmente era.

*Eu* - ¿Cómo estoy?

*Marie* - Estás hermoso, papá.

*Yo* - Me voy, beso amor.

Le doy un besito a ella, que está en brazos de mi padre.

*Fabrício* - Adiós, hijo.

*Yo* - Adiós.

Salgo y entro en mi coche, media hora después llego a la casa de René, me acerco al guardia, digo mi nombre y entro, el salón es muy grande y bonito, René tiene buen gusto.

*René* - ¡Qué tal!

René me saluda mientras viene hacia mí.

*Yo* - Hola, gran fiesta.

*René* - Gracias, tengo que hablar con algunas personas, luego nos vemos.

Él responde y se dirige hacia unas mujeres.

*Yo* - Claro que sí.

Camino por la fiesta hasta que veo a una persona inesperada bailando.

(¿Allura?)

Cuando termina la canción, me acerco a ella y la saco a bailar, ¡y qué hermosa está, Dios mío!

*Allura* - Eres tú.

Ella sonríe radiante.

*Yo* - Sí, soy yo.

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