sin opciones

Aquel hombre que se alzaba entre el resto parecía ser alguien de gran autoridad pues su uniforme era más elegante y con distintivos, muy llamativos en comparación con los del resto, además de contar con un gran séquito de soldados que seguían al pie de la letra sus órdenes apenas estas salían de su boca.

Acercó el micrófono a sus labios preparándose para hablar mientras con un ligero movimiento de cabeza, asintiendo, parecía haberles dado instrucciones al resto quienes se alejaron de la escena sin decir ni una sola palabra dejando únicamente a un par de elementos junto a su superior.

-“Todos presten atención aquí un momento-“Dijo con una voz de mando.

-“Soy el Teniente Reyes, encargado de estas tropas y de hacer el siguiente comunicado del secretario de defensa nacional:”- Explicó mientras se preparaba para leer el documento que traía en mano.

“Queridos compatriotas nuestra nación se encuentra hoy en un gran peligro, tras el incidente ocurrido hace 12 días en Nevada, Estados Unidos, también conocido como “día Zero” el mundo ha entrado en un caos, la aparición de “la sombra” y las miles de víctimas que ha dejado a su paso ha hecho que México, Estados Unidos y Canadá firmaran un acuerdo donde además de aceptar a los miles de refugiados norteamericanos, nos comprometemos a realizar una operación conjunta para detener este fenómeno. Pero después de casi dos semanas y tras intentarlo por todos los medios disponibles, el radio de la sombra sigue incrementándose.

Además tanto nosotros como nuestros aliados hemos sufrido incontables bajas, no sabemos cuánto tiempo más podamos retenerla.

Actualmente el fenómeno permanece en el territorio del Norte pero según los cálculos podría llegar a nuestro país en un máximo de 3 meses, si lo logra será una catástrofe”-

El teniente solo seguía hablando mientras la gente no podía hacer nada más que escuchar atentos lo que estaba por venir.

-“En busca de cumplir el tratado se ejecutaran los siguientes puntos:

1.-Todos los refugiados, tanto norteamericanos como mexicanos (en el caso de evacuar la frontera), serán enviados a los albergues que han sido adaptados en las distintas escuelas, campos deportivos y zonas similares ubicados por todo el centro del país.

2.-Todos los alimentos, medicinas y provisiones que posean deberán ser entregados a las autoridades correspondientes para ser repartidas equitativamente entre los refugiados.

3.-Todos los hombres, como miembros de esta nación, tienen la obligación de defenderla de cualquier amenaza que ponga en peligro a la patria, por lo que todos los hombres entre 18 y 60 años tienen prohibido salir del país y deberán enlistarse en el ejército. Si se niegan tanto ellos como su familia serán considerados traidores”-.

Conforme el Teniente Reyes leía los puntos del comunicado, el rostro de la gente se hacía cada vez más sombrío, un silencio sepulcral había invadido el ambiente.

La tensión era tal, que si dejabas caer un alfiler al suelo todos los presentes la oirían golpearlo.

La paz del ambiente se vio interrumpida por el grito de alguien que resonó en los oídos de los presentes -“¡Tiene que ser una maldita broma!”-

Al parecer un grupo de personas en la parte delantera, que se encontraba a dos metros del Teniente, separados únicamente por una reja de metal, estaban comenzando a hacer estragos. Entre ellos el hombre que había alzado la voz previamente.

-“quieres que nos sacrifiquemos por “el bien de la nación”, ¡al diablo con eso!, solo apártense y déjennos pasar”- Reclamó señalando con la mano al Teniente Reyes quien permanecía sobre el auto con micrófono en mano.

El Teniente lo observó por medio segundo antes de apartar la mirada y fijarla nuevamente en el documento-“Repetiré el comunicado una vez más”-Dijo, ignorando completamente al pequeño alborotador, prosiguiendo a leer nuevamente.

-“¡¿Me estas escuchando?, te estoy hablando imbécil ¡”- Los reclamos del hombre comenzaron a influenciar al resto de las personas.

Primero fue a su hermano que estaba a un costado-“¡Eso no nos importa! , Ni mi hermano ni yo estamos dispuestos a arriesgar nuestras vidas por unos desconocidos”-Respondió.

Su esposa fue la siguiente:-“¡Váyanse a la mi*rda! , No tenemos que obedecer sus absurdas órdenes, ¡ustedes no son nadie! ”-Reclamaba mientras cargaba a una pequeña niña en sus brazos.

-“¡Hace 50 años fue mi esposo y ahora quieren llevarse a mis hijos!”-Prosiguió la madre de los hombres, quien era una mujer de edad avanzada con una gran cabellera blanca y arrugas por todo el cuerpo, mientras agitaba violentamente el bastón que traía en la mano izquierda.

Las emociones negativas de aquella familia se extendieron como la pólvora entre el resto de la gente que comenzaba a revelarse contra las proclamaciones del gobierno. El ambiente había cambiado nuevamente y el caos era quien reinaba ahora.

-“No pienso quedarme aquí esperando”-Proclamó el alborotador principal tomando a su hija con un brazo y comenzando a escalar con el otro la reja metálica de poco más de 2 metros de altura.

Su hermano pronto siguió su ejemplo y cuando comenzaba a alzarse entre la multitud, con el brazo, comenzaba a llamar al resto de la gente para que hiciera lo mismo. Las personas una a una se unieron al caos: gritaban, maldecían y empujaban, la única razón del porque no arrojaban cosas a los militares era porque simplemente no había rocas en el camino y lo que llevaban eran las únicas pertenencias que tenían.

Pronto un gran número de hombres se acercaron a la reja para tratar de derribarla. Por otro lado Reyes acababa de terminar de leer el anuncio por segunda vez, lentamente levantó la mirada para observar a la furiosa horda.

-“Señor, ¿Cómo debemos proseguir?”-preguntó uno de los guardias que lo acompañaban.

Reyes divagaba entre sus pensamientos al escuchar la pregunta.-‘Las ordenes eran reclutar a más hombres y eliminar a…los traidores, pero no quiero hacer que corra sangre de forma innecesaria’-.

-“Creo que una advertencia debería bastar por ahora”-contestó Reyes.

-“Entendido señor”- Respondieron los guardias al unísono.

El hombre estaba a punto de llegar a la cima de la reja cuando de pronto…

-“¡Bam!”-.

Un gran estruendo azotó el ambiente.

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