Capitulo IV - Cazadora
Mina empezó a vomitar y terminó nuevamente en el hospital. Después de que le realizaran varios estudios determinaron que tenía una hemorragia interna. Si bien el proceso normal con ese diagnóstico era una cirugía para tratarla, en el caso de Mina no era necesario. Solo hizo falta hidratarla y monitorearla unos días. Hasta que sola se curara, lo que le llevó unos tres días de internación.
Después de eso donó casi tres litros de sangre y se marchó sin hablar con Denis. Seguían peleados, y aunque eso a ella le dolía entendía que era lo mejor para él. Adrián, quien la había llevado al hospital días atrás ahora la esperaba en la puerta de este, en un automóvil. Al verlo ella no discutió con él y solo subió. La llevó hasta su casa sin hablar, algo que sorprendió a Mina, ya que él sabia donde ella vivía.
Cuando entraron al departamento de la joven, Adrián pudo observar los talismanes bien elaborados que cubrían todas las paredes del lugar, eran de gran complejidad. Por lo que ahora fue él quien se sorprendió al darse cuenta del conocimiento que debía tener el responsable de eso. Quien fuera que lo hubiera hecho sabía sobre demonios y protección.
–¿Cuándo los ves? –preguntó Adrián al ver que su casa estaba protegida de todo tipo de demonios.
–Todo el tiempo –dijo ella mientras se recostaba en su supuesta cama en el suelo. Mas que cama eso era un nido de ratas. Tenia incluso botellas y envoltorios de todo tipo en ella.
Mina era capaz de ver, escuchar y sentir todo tipo de demonios cuando estaba lúcida. Incluso ellos aparecían en sus sueños, lo le daban respiro. Por lo que ella hacia todo lo posible por consumir drogas que la mantuvieran con poca lucidez para así no tener que verlos, y para que ellos no perciban su energía.
Adrián se sentó en el piso, después de hacerse espacio entre las velas y la mugre que había. Abrió una especie de pergamino hecho en una tela antigua. Dentro de este había unas escrituras en un idioma que era imposible de leer para ella.
–Aquí están los demonios que tú puedes ver en este momento –dijo señalando la punta del dibujo–. Estos son de grado uno, dos y tres. Después están los de grado cuatro y cinco que si incrementas tu energía espiritual tal vez logres verlos. Y por último están los de grado seis y siete. Esos solo los ángeles y demonios puros pueden verlos.
Mina sabía algunas de esas cosas. Su abuela le había contado sobre los demonios cuando ella era pequeña y había empezado a percibirlos. Incluso la había ayudado siempre que Mina tenía un encuentro con alguno, para que no lograran lastimarla. Por lo menos era así hasta que murió. Después de eso ella se quedó completamente sola y a la deriva.
–Dime algo que no sepa –dijo ella impaciente.
–Dime tu primero, ¿Por qué dejas que ellos absorban tu energía vital? –preguntó Adrián molesto.
El comportamiento que ella solía tener era inaceptable para los cazadores de demonios. No sabía porque, pero esta chica hacía que su paciencia terminara por el suelo.
–Si ellos absorben mi energía no me detectan tan seguido y además purifico sus espíritus humanos por un tiempo –dijo ella, mientras se ponía de pie y comenzaba a quitarse la ropa.
–Sí, pero así ayudas a incrementar el poder de los demonios que poseen a esas personas. Además, esas almas están perdidas. Al ser poseídos ya no hay posibilidad de liberar a los humanos de esos demonios. A partir de ahí las personas solo son un recipiente y los demonios consumen sus almas hasta dejar su interior vacío. Para así ellos controlar ese cuerpo como a una marioneta hasta que ya no les sirva y luego desecharlo como basura –dijo Adrián mientras veia como ella se quitaba la ropa para cambiarse.
–Mi abuela me dijo que las almas pueden ser salvadas si las separamos a tiempo –dijo ella mientras que él miraba su espalda desnuda llena de cicatrices.
–Tu abuela estaba equivocada. He intentado separar a los demonios de los humanos por años y nunca se pudo –dijo él volteando para no seguir viéndola mientras que ella se vestía.
–Bueno. ¿Vas a decirme o no que es lo que quieres que haga? –preguntó ella poniéndose frente a él para que la vea a los ojos.
Adrián se puso nervioso. No se había dado cuenta que ella tuviera una mirada tan penetrante. Era como si estuviera viendo directamente a su alma.
–Te voy a llevar con mi amigo para iniciarte –dijo y unos minutos más tardes ambos terminaron en un local de tatuajes las 24 horas.
Ella entró y al ver al tatuador abrió grande los ojos.
–Esto no es posible –dijo ella asustada.
Adrián miró a su amigo y él la miró a ella.
–En verdad la trajiste –le dijo su amigo a Adrián–. Pensé que le iba a costar más reconocerme.
Él amigo de Adrián se llamaba Rafael y era un ángel caído. Lo que sería un espíritu celestial que vive eternamente condenado en el mundo de los humanos por desafiar a sus superiores.
–¿Cómo es posible? –preguntó ella.
Su abuela le había dicho que era imposible para los ángeles atravesar el plano de los seres humanos sin poseer a una persona.
–Es simple, me enamoré de un humano y preferí vivir en su compañía 50 años a toda la eternidad solo. Estupideces que uno hace sin pensar. Pero si todo sale bien voy a volver a mi mundo después de preparar a la nueva cazadora.
–¿Cazadora? –preguntó ella sin entender aun como podía un ángel salir del cielo y estar en la tierra.
–En eso te vamos a transformar a partir de hoy si es que nos lo permites. Cazadora de demonios –dijo Adrián.
–Muéstrame tus brazos –le dijo Rafael y ella los extendió para que él los vea.
A diferencia de Adrián, a Rafael no le cuestionaba nada. Era el poder que los seres celestiales tenían por sobre los humanos.
Autora: Osaku
Todos los hechos y personajes de esta novela pertenecen a la ficción. Cualquier semejanza con la realidad son pura coincidencia.
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Comments
chiquita
que locura 😂
2024-04-20
1
Scarleth Montano
e ahí su motivo d mantenerse drogada¡¡¡.. waooo.k desgastant debe d ser para Mina¡¡😪😪
2024-03-23
1
Marita Peña
ASI QUE MINA ES UN SER MÍSTICO
2023-11-27
3