Desde la perspectiva de Jeffrey Sloane:
Nunca pensé en confesarme de esa manera. Me puse nervioso, temiendo que me rechazara de inmediato, pero me dejó en la incertidumbre. Sin embargo, ahora lo que más me preocupa es lo que pueda pasarle, especialmente después de lo que me dijo mi madre. Desde entonces, no hemos vuelto a hablar; me ignora cada vez que nos cruzamos.
¿Puedes creer que tu querida madre logró adelantar el enfrentamiento para la próxima semana? -su voz es tranquila, pero lo que dice me deja helado-. Se nota que tiene muchas ganas de matarme.
Lo miro, sorprendido por sus palabras.
Mi madre debió hacer eso por lo que le dije hace poco -mis ojos lo miran, suplicantes-. Perdóname, por favor. En lugar de ayudarte, parece que solo estoy empeorando todo.
Se ríe ante mi comentario, quitándole peso al asunto.
No te preocupes. De todas formas, sea esta semana o la otra, de una u otra manera, tendré que enfrentarme a ella -me sonríe-.
No puedo contener más lo que siento. Ya no lo soporto. Me acerco y lo beso, sin pensarlo.
Me mira sorprendido, pero lo que más me alivia es que no me ha apartado. Me quedo en silencio, mi corazón latiendo desbocado.
Yo... eh, dios -dice, agachándose y cubriendo su rostro con las manos. Sus orejas están rojas, y me resulta tierno verlo así-. Al menos, ¿podrías esperar hasta que pase el enfrentamiento? -murmura, aun sin mirarme directamente-.
Te esperaré el tiempo que sea necesario -le digo con firmeza, agachándome frente a él-. Pero ni pienses que te dejaré morir frente a mí -tomo su rostro entre mis manos, obligándolo a mirarme a los ojos-.
Te daré mi respuesta a tu confesión después de eso -dice, apartando la mirada mientras el rubor en sus mejillas se intensifica-.
Está bien, al menos obtuve algo por adelantado -sonrío. Lo veo sonrojarse aún más, como si fuera un pequeño tomate-.
¡Calla! -se levanta de golpe y se aleja rápidamente, dejándome solo, con una sonrisa en los labios-.
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No esperaba verlo tan bajo como para interesarse en un asqueroso humano, pero ahí está. Mi hermano irrumpe en mi habitación sin aviso, su expresión cargada de desprecio.
¿Quién te dio permiso de entrar en mi cuarto? -le digo, molesto-.
Si tú entras en el mío sin permiso, ¿por qué yo no puedo hacer lo mismo? -se sienta en mi cama como si nada-.
Aja…
Ojalá mamá haga lo que yo no pude con ese humano. -Su tono es gélido, y no oculta su desprecio-.
¿Por qué no te largas? Ya he escuchado suficientes estupideces salir de tu boca, pedazo de idiota.
Estás siendo muy grosero con tu querido hermano -responde, fingiendo estar herido-. Y todo por ese humano. Ojalá mamá lo haga pedacitos, para que dejes de estar embobado con él y busques algo que de verdad valga la pena.
Espero que te arrepientas de todo lo que estás diciendo.
Ni loco me arrepentiría -dice, levantándose y caminando hacia la puerta-. Yo solo digo la verdad de las cosas.
Cuando se va, me quedo solo en la habitación, mi mente llena de pensamientos. Tengo que empezar a practicar. Lo digo en serio, voy a acompañar a Theo en el enfrentamiento. Pero, sinceramente, no he sido muy dedicado ni a practicar ni a mejorar mi poder. Sin embargo, si hay una forma de detener o contrarrestar el poder de mi madre, lo haré. Pero ahora que lo he decidido, ¿cómo se supone que voy a practicar? ¿Y con quién? Necesito a alguien para probarlo.
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Espero que les haya gustado
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