Capítulo 8

Y finalmente llegó el día...

Había decidido hacerlo hoy si se daba mí suerte. Tenía la protección adecuada y los nervios que me consumían pero de todos modos no me acobardaría.

Un mensaje llegó de un número que conocía muy bien, mí querida amiga me deseaba buena suerte.

Otro mensaje de la chica que con suerte sería mí primera vez que decía "Te estoy esperando guapo, ¿Ya llegas?"

Llegué pronto a su dirección y quité el sudor de mis manos contra la tela de mis jeans negros. Toqué el timbre y la hermosa morena me recibió con lencería roja y un pequeño camisón transparente que no escondía absolutamente nada. Me quedé sin habla y admiré cada parte expuesta.

Ella solo me miró con coquetería, me empujó dentro y cerró la puerta detrás de mí, entre besos llegamos al cuarto, tomó perfectamente la iniciativa y estaba en el paraíso. Fue lindo si, todo ocurrió, me gustó, me sentí bien y sacié mí curiosidad. Luego de aquello me fui a casa, me duché y me acosté a dormir.

El rumor luego se esparció de mí única aventura y así las oportunidades llegaron; oportunidades que debo aclarar no desaproveché en su mayoría y estaba bien.

Mí relación con Megan a medida que me convertía en popular en el sexo opuesto se volvió cada vez peor.

Había besado varios labios y tocado varios cuerpos pero aún suspiraba por ella y me sentía frustrado. Miraba sus fotos ya que cuando estaba cerca de mí la ignoraba. Ella no era femenina, siempre vestía ropa cómoda y sus fieles converse negras que habían tenido mejores días y el maquillaje solo para resaltar sus ojos lo usaba. Aún así su belleza me parecía lo más exótico del planeta.

Para mí desgracia cuando compraba condones ella estaba en la farmacia mirándome con el desagrado o burla que tanto acostumbraba.

-Los gorritos son para las fiestas, pero tu eres muy aburrido para asistir a una

-Ajá, ¿Cuánto es?

-¿Sabes que no globos niño?

-Te lo demostraría si fueras cualquier otra, guarda el cambio- dejé el dinero y salí de ahí

Escuché algunos insultos pero seguí caminando sin prestarle atención. Nuestras discusiones podían durar bastante en el instituto y no planeaba hacerlo también fuera de él.

Emily era la única que sabía de mí enamoramiento con esa colorada del demonio, un amor imposible y un odio incalculable a esa mujer que lo único que hacía era joder mis días.

Pese a mí vida de popular con el sexo opuesto yo no hacía alarde de lo que tenía con las mujeres ni siquiera mencionaba sus nombres. Al menos sabía que si un caballero no tiene memoria una dama no tiene pasado, y yo fingía amnesia al salir de las casas de esas chicas.

Mis calificaciones no habían bajado y seguía tomando fotografías cuando necesitaba relajarme, mí vida no había cambiado tanto.

Fui a mí precioso lugar secreto nuevamente para así relajarme y pronto llegó la chica más hermosa e insoportable, Megan. Fingí no verla ni oírla, la ignoré lo más que pude aunque no tenía mis auriculares.

Ella comenzó a escuchar musica en su teléfono y a cantar en voz baja de a ratos cuando no estaba con su cigarrillo mentolado en sus manos.

"ya nada queda, se fue nuestro amor

Las calles desiertas

Sin luz, sin sol, se fue tu amor..."

Ella escuchando música romántica, triste, algo que indicaba desamor y me atreví a mirarla de reojo, mí corazón se encogió al ver sus ojos llenos de lágrimas y algunas deslizandose por sus mejillas.

Ella siempre me molestaba y se la veía bien, nunca estaba vulnerable, no sabía que decir ni si debía hacer algo así que le di un pañuelo de papel y no la miré para evitar que se avergonzara.

-Gracias pero no quiero tu lástima

-No la tienes, todos tenemos un mal día aveces

No hablamos mucho más, me fui luego de ella cuando supe que estaba bien y ese fue nuestro único encuentro decente, una pequeña tregua en nuestra inexplicable enemistad.

Me quedé preocupado por ella y por su estado de ánimo hasta que volví a verla y todo parecía estar normal aunque sus ojos lucían tristes

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