Capítulo 6

Paulo

Sospeché que había algo malo con la contratación nueva a mí personal, que no todo sería estupendo al tener nueva empleada y no tener que pagarle pero no creí que tanto.

Bastó verla una vez para reconocerla, Bárbara Levin trabajando para mí. Sigue estando muy buena, tiene más curvas aunque sigue tan delgada como siempre.

Con empleados nuevos soy amigable, sociable y los trato correctamente, me gusta trabajar en un ambiente lo más familiar posible pero con ella no pude.

Me atrae como a todos los hombres pero la quiero a kilómetros de distancia. Fue cortés cuando me la presentaron y no me reconoció, me extendió su mano pero no la tocaría ni con una espátula.

La mayoría de los comensales eran hombres que seguían agregando cosas a sus cuentas y todo por ser atendidos por ella. Más bebida, más cafés, otro postre, más propina. Le daban su tarjeta personal los que tenían mucho dinero aunque los que no lo tenían hacían invitaciones bastante específicas. Las miradas que le dedicaban eran lujuriosas y depravadas, soy hombre y conozco como actúan.

Gracias a sus clientes calientes tuvimos más ingresos aunque me molestó muchísimo su modo de tratarlos. Y no medi mis palabras al decírselo, sus ojos brillaron con furia.

Cuando ya no quedaban clientes y todos se habían ido a descansar ella fue al baño para hablar por teléfono. A nadie he reprendido por eso pero a ella necesito hacerle la vida imposible, merezco vengarme y tengo la oportunidad perfecta de hacerlo. Esperé que saliera del baño y le dije que no podía usar su teléfono.

Un carro muy caro pasó a recogerla, está perfecto y me pareció ver el mismo en el edificio donde vivo pero seguro vi mal. Entré a mí apartamento y escuché algunos ruidos, mí vecina insatisfecha tenía visitas.

¿Por qué digo vecina insatisfecha? Porque gracias a que las paredes divisorias son tan delgadas la escuché hablar por teléfono con alguien a quien le decía lo poco que duraba su novio y que no podía tener un orgasmo por eso. Pobre mujer, si está buena y no causa problemas podría hacerle el favorcito.

Lunes por la mañana me dirijo al restaurant para poder molestar a mi nueva empleada. Lo que veo me sorprende gratamente, muchos comensales desayunando, algo que jamás ocurre. Toda la mañana hay mucho movimiento y a medio día lo mismo ocurre. ¿La razón? más de la mitad está coqueteando con Bárbara, esperando que acepte para salir con ellos.