A la mañana siguiente Luis superó su crisis y fue dado de alta, y aunque Felipe insistió en llevarlos a su hogar, ella le dijo que tenía su propio auto y subió a Luis a su vehículo, lo colocó en la silla de niños y se fue dejando a Felipe que se sentía muy culpable por lo ocurrido la noche anterior.
Felipe Gutiérrez era un atractivo hombre de 34 años, tenía una estatura de un 1,89 mts y su cuerpo estaba tonificado debido a que entrenaba religiosamente todos los días, su piel era clara, unos ojos azules los cuales hacían delirar a cualquier chica, su cabello negro lo llevaba siempre muy corto, se tomaba el tiempo de lucir muy bien en todo momento, tenía un tono de voz grave y sensual, y se había graduado de ingeniero civil debido a que poseía una gran inteligencia.
No era un día laboral debido a que era fin de semana, y estuvo dando vueltas por la ciudad para aliviar la tensión que sentía, en su celular observó muchas llamadas perdidas de Estrella, sin embargo, no deseaba hablar con ella, porque sabía que lo ocurrido la noche anterior fue intencional y lo peor era que Catalina se había dado cuenta, y en ese momento la relación entre ellos era muy tensa aunque ignoraba el motivo, luego de un tiempo finalmente decidió ir a su casa.
Catalina viajaría a República Dominicana por motivos laborales en una semana y necesitaba aclarar el malentendido antes de su partida. Cuando llegó a la casa que compartía con su esposa se sorprendió porque la encontró haciendo las maletas, el niño se encontraba muy activo ayudando a su madre.
—¿Qué estás haciendo, Catalina? —preguntó Felipe, intentando sonar calmado.
—Haciendo mi equipaje y el de Luis. ¿Acaso ya lo olvidaste? —respondió ella, con sarcasmo.
—¿Olvidar qué?
—Que la empresa me trasladó a la sucursal de República Dominicana por dos años.
Catalina era Contador Público, además de ser bilingüe, trabajaba para una trasnacional muy importante donde había destacado debido a su eficiencia.
—El viaje es en una semana. Necesito pasar tiempo con mi hijo antes de que se vayan.
—Felipe, el niño jamás te ha importado. Dejaste que tu amante lo pusiera en peligro.
—¡No es mi amante! Estrella no sabía…
—Tienes razón. No es tu novia. Es tu amante.
—Catalina, estás cometiendo un error.
—¿Ah, sí? Entonces explícame por qué me mostró una prueba de embarazo diciendo que el bebé es tuyo.
Felipe puso una expresión de sorpresa y finalmente comprendió por qué Catalina había cambiado tanto en los últimos dos meses y por qué aceptó trasladarse a otra sucursal.
—¡Eso es mentira! Si confiaras en mí…
—Desde que nos casamos, siempre mantuviste esa actitud con Estrella. Pero ya no me importa. Me voy lejos de todo esto. Me tienes harta.
—¿Y qué va a pasar con Luis?
—Luis se va conmigo. Ya firmaste la autorización. Si prestaras atención a lo que hablo contigo, lo sabrías.
Felipe se sintió como un imbécil, él firmó la autorización para que su hijo viajara con ella a República Dominicana por dos años en un momento de mucha ira con Catalina, pero ahora él no quería que viajaran tan lejos los dos por tanto tiempo, sin embargo, ya era tarde porque Catalina había aceptado el traslado a esa
sucursal y jamás renunciaría a su trabajo.
—¿Por qué te vas hoy si el viaje es en una semana?
—Mi hermana se casa mañana. Quiero pasar tiempo con mi familia. Además, es evidente que no te gusta cuidar del niño. Pero no te preocupes, ya no tendrás que hacerlo más.
—¡Luis es mi hijo! No me molesta cuidarlo.
—Siempre tienes excusas, Felipe. Aunque te tengo una excelente noticia.
Catalina buscó en una gaveta un sobre de manila, lo tomó entre sus manos y aunque estaba muy triste por lo que iba a hacer, se lo entregó
—¿Estas son tus buenas noticias? —preguntó Felipe, con sarcasmo.
—Sí. Léelo. Estoy segura de que te va a gustar mucho.
Felipe abrió el sobre y extrajo el documento que estaba en el interior y observó de lo que se trataba y era un acuerdo de divorcio, el cual ya estaba firmado por Catalina.
—¿Qué significa esto, Catalina? Nosotros nunca hablamos de divorcio.
—Felipe, te lo estoy solicitando porque ya no soporto esta situación.
—¿Cuál es el motivo, Catalina?
—No sé si eres ingenuo o cínico. ¿Quieres un motivo? Aquí lo tienes: ¡FELIPE, YA NO TE SOPORTO! —gritó Catalina, con la voz quebrada por la rabia.
—No grites, Catalina. El niño está presente.
Felipe apretó el documento entre sus manos y lo rompió con furia, sin apartar la mirada de ella.
—Eso no fue lo que hablamos. Y cuando sepas la verdad, espero que no te arrepientas.
—¿De qué verdad hablas? Tú no me quieres. No te importa tu hijo. ¿Por qué debería seguir casada contigo? Si nos divorciamos, recuperas tu libertad. Puedes estar con Estrella sin esconderte.
Felipe se quedó en silencio. Luego dijo, con un tono que heló el aire:
—Dos años.
—¿De qué estás hablando, Felipe?
—Si en dos años no regresas a mi hijo al país, te voy a acusar de secuestro. Y te lo advierto: no me voy a divorciar.
—¿Por qué, Felipe? —preguntó Catalina, frustrada, al borde del llanto.
—¡Porque no me da la gana, Catalina! —respondió él, con una indignación que ya no tenía sentido.
Catalina subió sus maletas a su vehículo, tomó de la mano a Luis, estaba triste debido a que su matrimonio se terminó, aunque la consolaba la idea de que pronto comenzaría su nueva vida junto a su hijo en otro lugar, y esperaba que debido a la distancia el terco de Felipe cambiara de parecer y aceptara que debían divorciarse.
—Luis, despídete de papá. Ya nos vamos.
—Papi, me voy —dijo Luis, con su voz dulce, sin comprender del todo.
Felipe se encontraba muy impactado debido a la actitud tan altiva de Catalina, porque ella siempre era muy sumisa cuando se trataba de él, por lo que se sintió sorprendido y reaccionó después de un par de minutos, se acercó a su hijo y lo tomó entre sus brazos.
—Te voy a extrañar mucho, hijo —dijo Felipe, con un nudo en la garganta.
—¿Papi está triste? —preguntó Luis, con inocencia.
—No, príncipe. Prométeme que me vas a llamar todos los días.
—Sí, papi.
—Sé un niño bueno. Hazle caso a tu mamá.
Felipe abrazaba fuertemente a su hijo, debido a que estaba muy triste, es cierto que cometió muchos errores,
pero nunca tuvo la intención de perder a su familia, y mientras veía como se alejaba el auto de Catalina, unas lágrimas corrieron por su rostro, debía dejar que se marcharan, aunque eso lo estaba destrozando, y se aferraba a la esperanza de que sí lograba sus objetivos los recuperaría.
Catalina era una mujer inteligente, sin embargo, había un detalle del cual no se dio cuenta durante sus tres años de matrimonio y era que su esposo estaba profundamente enamorado de ella y que Estrella jamás fue amante, porque todo fue parte de un gran malentendido.
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Comments
Eloina Arteaga
Que hombre más idiota /Puke//Puke//Puke//Puke//Puke//Puke/ y se deja dominar por la Estrella que casi mata a su hijo y su mamá a el no le importa su familia es un inútil sin carácter /Smug//Smug//Smug//Smug/
2024-12-11
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Maria Victoria Ruiz Alcaide
Es un imbécil y Estrella una mala persona
2025-04-21
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Mari Delgado Flores
Pues si Estrella y Felipe no son nada, ¿ Por que él permite que Estrella se tome atribuciones y diga cosas para separarlo de su familia?
Bien dice el dicho.
No hagas cosas buenas que parezcan malas
2024-05-27
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