Primera vez.

Su habitación era muy grande, no tanto como la mia pero estaba super cool, las paredes en blanco y negro emanaban un aire de elegancia, un enorme cuadro de los avengers colgaba en la pared, autografiada por cada uno de los personajes, justo al lado de su enorme ventana francesa.

'Oh mi Dios, si que esta en otro level'

Sorprendida me quedé en la entrada de la puerta recorriendo el lugar con mis ojos.

"Pasa".

"Oh, estoy bien aqui".

"No seas timida" me dijo desde adentro.

Con mucho recelo caminé despacio, debo confesar que todo el tiempo estaba nerviosa y preocupada de hacer una tontería.

"Ya estoy adentro".

"Olvidaste cerrar la puerta"

"¿Es necesario que esté cerrada?" Pregunté mientras alzaba una ceja, como una tonta.

El sólo sonrió y se acercó a mis oídos.

"No soy un lobo feroz, Caperucita, no voy a comerte".

'¿Caperucita?, porque dijo eso, ¿acaso porque estoy más roja que un tomate?'.

Caminó hacia la puerta y lo cerró, mientras yo me giré como una tuerca, mordiendome los labios.

'Santo cielo, ¿A caso piensa hacerme cositas sucias?'

"Katt, no estés nerviosa, no haremos nada indevido".

Dijo el a mis espalda sacándome de mis pensamientos pervertidos.

"No, no" me apresuré a contestar mientras sacudia mis manos con vergüenza sintiendo que toda mi sangre se detenía en mis mejllas, carambas, este chico era capáz de leer mis pensamientos.

¿A caso era un telépata?.

"Bien cierra los ojos".

"¿Hee?".

"Confía en mi".

Sólo ansentí y cerré mis ojos con fuerza. De pronto oí sus pasos perdiéndose y luego el sonido de un cajon abriéndose, después sus pasos se acercaron hacia mi. Sentí sus manos rozar mi cuello, haciéndome vibrar.

"Este, Daniel".

"Shhhh", me silenció, de manera seductora.

Mi corazón golpeó con fuerza contra mi pecho al sentir su aliento caliente en mi cuello.

'¿A caso tendremos sexo?, ¡no No!, ni siquiera me depilé ¡rayos! que vergüenza. Me ruboricé por mis pensamientos fuera de lugar.

"Listo ya está"

Me empujó hacia el enorme espejo, y vi un hermoso collar de trébol de 4 hojas. Estaba tan perdida en mis pensamientos, que ni cuenta me di cuando me puso un collar.

"Era eso", dije como una tonta. Mientras me cogía mis mejias ruborizadas.

El me giró hacia el.

"Por supuesto, ¿o es que esperabas algo mas?" Mientras mientras se acercaba a mi rostro, se veía tan resplandeciente, Santo Dios era tan bello y perfecto. Mis ojos estaban clavados en los suyos sin atreverme a pestañear.

De pronto sentí su brazo rodearme la cintura atrayéndome más hacia el. Su perfume amaderado con una mezcla cítrica se filtraron por mis fosas nasales, embrigándome. Sin previo aviso, El cortó la pequeña brecha entre nosotros y me dio un beso en la boca.

Mis ojos se abrieron de sorpresa mientras que mi estómago daba vuelcos. Esa conmoción era tan grande que sólo sentía sus labios moverse con gentileza sin que yo responda. Pero luego cerré los ojos y me dejé llevar por el adorable compás de sus labios, intentando llevarle el ritmo, ya que era mi primer beso y era muy torpe.

La intensidad de sus besos se hicieron más rápidos, luego empezó a besarme el cuello. Sus besos encendían mi cuerpo haciendo que una sensación placentera recorra cada centímetro de mi piel.

Sin darme cuenta ya tenía el vestido en el suelo. ¡Madre estaba sólo en ropa interior y sujetador!, ¡En que momento pasó esto!.

"No, No esto no está bien", dije sepárandome de sus labios, mi cuerpo estaba ardiendo mientras sentía la humedad en mi parte baja.

'¿A caso me había echo pipí? ¡Eso sería demasiado vergonzoso!, ¡no! claro que no, deben de ser fluidos vaginales, por la tremenda excitación que estoy teniendo'. Le dije a mi subconsciente.

"Lo siento, pero eres irresistible"

El me volvió a tomar de la cintura, y susurró de manera seductora.

"No haré nada en contra de tu voluntad".

¡Señor!, no me había percatado que mi gotita de miel, tenía medio cuerpo desnudo, ese pedazo de piel era excitante, que trague saliva. Sin darme cuenta alcé mi mano y toqué su torso bien duro. El se acercó a mi cuello y empezó a besar y lamer.

"¿Seguro que quiere que me detenga?"

No respondí nada sólo cerré mis ojos disfrutando de tanto placer, mi cuerpo quería más y más y el deseo era mucho más fuerte que mis ganas de guardarme para el matrimonio.

'Lo siento santo y bendito matrimonio pero no puedo soportar esta prueba'

Sin romper el besó me llevó hacia su cama y empezó a marcar camino con sus besos por toda mi piel, haciéndo estrujirme de placer.

Tirada en la cama, vi como el se quitó el pantalón y el boxer, dejando libre a su monstrito bien duro. Podía sentir que mi cara estaba ardiendo, era muy tímida que desvíe la mirada. El se acercó y me obligó a mirarlo para luego darme un tierno beso en los labios.

"Eres hermosa, me encantas", ese halago quitó las dudas que tenía, elevando mi autoestima. Sentirse deseada era otra cosa.

En seguida el me quitó las últimas prendas que me cubrían y los arrojó al piso.

"Por favor se amable, es mi primera vez", dije con timidez, en casi un susurro.

El me regaló la más hermosa sonrisa mientras acariciaba mi rostro.

"Claro que si princesa".

Luego se puso en mi encima y empezó a besar mis labios y para luego ir a mi cuello. Sin que me lo espere sentí algo duro justo en mi entrada, dando vueltas, entonces el me abrió las piernas.

Sin previo aviso se introdujo con suavidad, haciendo que gritara de dolor y placer. El empezó a moverse con gentileza, y poco a poco mi cuerpo se fue acostumbrado.

"¿Te duele?" Preguntó entre jadeos.

"No". Respondí exitada, mientras me prendía de su espalda.

Entonces el aumentó el ritmo de sus embestidas entrando y saliendo, haciendo que mi cuerpo explote de placer. Jamás en mi vida había experimentado esta sensación, senti que iba a explotar en cualquier momento.

Después de unos minutos, entre gemidos y mordiscos sentí un líquido tibio escurrirse dentro de mi, el se detuvo y me miró con una sonrisa.

"Eres deliciosa"

Luego rodó a un lado de la cama. Me abrazó y después de una ducha me llevó a casa, con mucha emoción entré a mi casa y subí a mi habitación.

Ring Ring.... el teléfono de Daniel empezó a sonar mientras se subía al coche, ni bien deslizó el teléfono alguien muy impaciente empezó a preguntar.

"Y Campeón, ¿Qué fue?".

Una sonrisa divertida se formó en los labios de Daniel Frost.

"Tu que crees".

"¡Hay papá, y no va ser!, por eso te llamamos el rey de las cogidas".

"Bueno Frank, cuelgo tengo cosas que hacer".

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