Cap.6

Carlos se sintió mal, pensó cosas de Zoe que no eran ciertas. Estaban acostados, abrazados y felices.

— Zoe, perdóname por todo lo que te dije, muero de celos al verte con Nicolás, solo de pensar que estabas con él sentía mucho coraje.— dijo él arrepentido.

— Olvidemos eso, ¿sabes? Desde la primera noche que te vi, me caíste bien.

— No te creo, me trataste como un idiota.

— ¡Bueno! No podía hacer más nada, eres muy creído, mujeriego, altanero, prepotente.

— Oye, por si no lo sabes, estoy aquí.— ambos rieron.

Tuvieron una plática muy agradable, luego se quedaron dormidos plácidamente. En la mañana Alison fue a buscar a Zoe a la habitación y no la encontró, eso fue muy raro para ella.

— Yeison, Zoe no está aquí, ¿a dónde abra ido tan temprano?— se preguntó preocupada.

— Vamos a buscarla. — salieron a buscarla a los lugares que podía estar y no la encontraron.

— Tenemos que buscar en otros lugares. — sugirió Yeison.

— ¿Pero dónde?

— Vamos donde Carlos para que nos ayude a buscarla

— Bien, vamos.

Yeison le tocó la puerta a su amigo. — Carlos, abre, ¿estás ahí?

Carlos escuchó la voz de su amigo y se levantó abrir la puerta. Yeison miró una figura femenina en la cama y no lo podía creer, era Zoe arropada con la sábana aún dormida. 

— No lo puedo creer. Por fin lograste llevarla a la cama.— dijo su amigo.

Carlos le responde un poco molesto. — Es la mujer que amo.

— ¿Zoe? Increíble, ¿pero en qué momento paso todo esto?— indagó Alison.

Zoe se despertó, y vio a Yeison y a Alison parados en la puerta. Sintió mucha vergüenza, pero se levantó y se puso un poloche de Carlos, luego salió.

— Zoe, te estaba buscando, vamos. Nos vemos más tarde chicos.— dijo Alison, agarrándola por el brazo.

¡Llegaron a la habitación!

— No lo puedo creer, te acostaste con él. Sabía que estabas loca por tener sexo con él.— dijo Alison 

— Sí, fue mi primera vez y me encantó, estoy enamorada de ese hombre.— dijo sonrojada.

— Ya era hora, pensé que tu virginidad iba a hacer externa. Te voy a dar una pastilla anticonceptiva de emergencia, siempre estoy preparada.

Carlos estaba tan emocionado por lo que pasó con Zoe, que sonreía solo.

— Yeison, amo a esa mujer, la quiero tener todos los días conmigo.

Todos se reunieron para terminar con el contrato, fue todo un éxito, Nicolás ya es parte de la empresa, todos se felicitaron y se despidieron.

— Zoe, ven conmigo, ¿sí?— dijo Carlos 

— No, mejor no, cuando llegue hablamos.— se despidieron con un beso en la mejilla, algo que no le gustó a Carlos.

Pasaron las horas, ya era de noche, Carlos le tiene una sorpresa a Zoe, quería a hacer las cosas bien.

Llamando a Zoe

“Hola, hermosa, ¿está descansando? Necesito verte”.

“¡Hola! ¡Estoy acostada!”

“Paso por ti en una hora”.

Una hora después

Carlos pasó a recogerla, le abrió la puerta del auto y la indicó entrar.

— ¿A dónde me llevas?— preguntó con curiosidad.

— ¡No sé! ¿Quieres ir a un lugar en especial?

— Bueno, a donde me lleves está bien.

— Pues, encontraremos algo que nos guste a los dos.

Carlos condujo hasta llegar a un pequeño motel de pocas habitaciones, frente a la playa. Había reservado todo el lugar para ellos dos. Desde la entrada del lugar se podían observar rosas blancas en todo el camino, la habitación tenía un gran ventanal de vidrio polarizado. La bañera estaba llena de rosas rojas, en una mesa había una botella de champán, dos copas y varias fresas, la cama estaba tendida con una sábana blanca, encima había tres preservativos, uno de color negro, uno rojo y una verde, cada uno tenía un mensaje.

Al entrar a la habitación, Zoe se quedó sorprendida.

— ¡Dios! No pensé que fuera tan romántico, esto me encanta, la vista es preciosa.— dijo mirando por la ventana.

— Ves todo lo que puedo hacer por ti.— la rodeó por la cintura. — ¡Te amo, Zoe!

— Yo también te amo, Carlos.

— Espero que me lo demuestre, porque no creo ni una de tus palabras. — la besó con ternura.

— Trato hecho, te lo voy a demostrar, ¿por dónde empiezo?— preguntó coqueta.

— Bien, aquí hay tres preservativos, obviamente no lo vamos a usar, cada uno tiene una actividad diferente, no te puedes negar a cumplir lo que está escrito en el que elijas. 

— Si es una tortura, no acepto, si es sexo anal, no acepto.

— Nada de eso, bien, eliges uno.

Zoe miró bien los preservativos, y eligió el negro.

— ¿Por qué elegiste el negro?— preguntó Carlos.

— Es mi color de ropa favorito, toda mujer vestida de negro, luce elegante, misteriosa y está lista para un funeral.

— Entonces lee el mensaje.

Rojo — Sexo dominado por la mujer. Te amo.

Verde — Ambos tienen el control. Te tengo muchas ganas.

Negro — Sexo dominado por el hombre. Espero que estés preparada para tener una noche inolvidable.

Zoe miró a Carlos y sonrió. — Hiciste trampa, sabía que yo iba a elegir el negro.

— No, pensé que ibas a elegir el rojo.

— Ok, dije que no me iba a negar a nada, entonces empezamos.

Carlos la desnudó completamente, y disfrutó como parte de su intimidad, ella estaba húmeda y deseaba sentirlo, la sujetó a la cama por ambas manos. Ella cerró las piernas, le daba vergüenza que él viera su parte íntima.

— Zoe, no sientas vergüenza. — empezó a jugar con su cuerpo a su antojo, provocando en ella un placentero orgasmo. La desató y empezó a penetrarla suave, conforme pasaban los minutos su velocidad aumento, eran dos en uno, entre gemidos, mordidas, caricias, besos, llegaron al límite de placer.

La noche estuvo llena de sexo salvaje, lo hicieron en toda parte, pero fue corta para tanta pasión.

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