Cap.5

— Bienvenidas, señoritas, es un placer tenerlas aquí.— hizo una reverencia.

— Muchas gracias, señor Barriola.— dijo Zoe.

— Gracias, señor Nicolás. Permiso, me están esperando. — dijo Alison y se retiró.

— Señorita, es usted muy hermosa, está todo a su disposición, incluyendo el dueño. — dijo él y le dio un beso en la mano.

— Gracias por el halago, su rancho es verdaderamente hermoso.

— Venga conmigo. — se sentaron debajo de un arbusto, donde había una mesa decorada con elegancia, y dos sillas. Desde ahí se podía ver una gran montaña y el sol ocultándose.

Carlos estaba observando desde dejos a Nicolás cortejando a Zoe. Sin más, fue sintiendo enojo, ira, coraje, y unos celos enfermizos.

Todos los accionistas hicieron su primera reunión, luego continuaron disfrutando de la fiesta.

Alison y Zoe estaban en su habitación acostadas.

— Zoe, vamos a la piscina. Anda, di que sí.

— No, no tengo ánimo.

— Vamos, solo será un rato, luego me voy con Yeison a su habitación.

— Eso lo imaginé, pero te lo mereces, disfruta mucho. Ok, vamos a la piscina.

Ambas se pusieron unos diminutos trajes de baños, llegaron a la piscina y empezaron a disfrutar del agua.

— Qué bueno que se están divirtiendo, señoritas.— dijo Nicolás, quien se acercó a ellas.

— Sí, la verdad necesitaba sentir aire fresco. — dijo Zoe amablemente.

— Señor Nicolás, ¿usted es soltero?— preguntó Alison.

— Por Dios, Ali, ¡qué pregunta!.— expresó Zoe.

— No tiene nada de malo esa pregunta… soy soltero y espero encontrar mi media naranja, quizás ya la conozco. — dijo sonriendo y fue interrumpido por Carlos.

— Perdón, ¿interrumpo? Señor Nicolás, tiene buen rancho.

— Muchas gracias, señor Godoy, no interrumpe, disculpen que me tenga que retirar, pero tengo que hacer algo, sigan pasándola bien.— se retiró 

Carlos miraba a Zoe muy intrigado, y la vez molesto. 

Después de unos minutos, Alison se disculpó y se fue para juntarse con Yeison.

Zoe estaba nerviosa, por la mirada insistente de Carlos. — ¿Qué quieres, Carlos?

— Te gusta Nicolás, ¿verdad? — preguntó malhumorado.

— No tengo que darle explicaciones.

— ¿Te acuestas con él?

— Eso que te importa.

— ¿Por qué diablo no quieres tener sexo conmigo? Si te acuestas con él, podría hacer lo mismo conmigo.— dijo lleno de rabia.

— Estás enfermo, eres un demente.

Zoe salió de la piscina, caminó a su habitación, y Carlos iba detrás de ella.

— ¿Por qué no me dices que te lo coge y por eso montó todo este show?

— Sí, si me acuesto con él, ¿cuál es el maldito problema? Tú te acuesta con muchas mujeres.— le dijo a la cara.

Carlos dio un golpe en la pared lleno de frustración, se mordió el labio inferior y apretó los puños. En ese momento era otro hombre, la veía caminar tan tranquila con su diminuto bikini y un coraje se apoderó de él. Caminó rápidamente y se la subió al hombro.

— Bájame, ¿qué te sucede?— preguntó Zoe.

— Veamos que lo puedes a hacer. 

— ¿A dónde me llevas, idiota? — ella lo golpeaba en la espalda, mientras le decía todos tipos de insultos.

Carlos la llevó a su habitación y cerró la puerta con seguro.

— Bien, quiero que me hagas lo que haces con él. — expresó quitándose la camiseta.

— Por favor, no hagas esto. Déjame salir.

Carlos la tiró en la cama, se le subió encima y le preguntó. — ¿Por qué conmigo no quieres? ¿Tanto me odias?

— No sabes lo que estás haciendo, déjame salir. — Zoe estaba nerviosa, jamás había tenido a un hombre tan cerca.

Carlos estaba dispuesto a tenerla a la fuerza si era necesario, comenzó a besarla, a tocarle sus pechos, y acariciar sus piernas.

— Carlos, ¿por qué haces esto? Juro que voy a gritar fuerte si no me deja en este momento.

— Haz lo que quieras, te voy a hacer mía.

— Ok, hazlo, pero es una violación.— Carlos, respiró profundo y se alejó de ella drásticamente.

— ¡Maldición! ¡Maldición! Sal de aquí, Zoe, no te quiero hacer daño.— se pasó las manos por la cabeza, desesperado.

Zoe lo miró sorprendida. — ¿Qué te llevó a portarte así?

— ¡Soy un imbécil! Perdóname.

— Me parece que tus ganas de tener sexo te hacen perder el control.— ella intentó salir de la habitación, pero él la detiene, y delicadamente le acarició el rostro, y el cabello.

— No son ganas de tener sexo… yo te amo, Zoe. Me enamoré de ti como un loco, te pienso a cada instante, ni siquiera puedo tener sexo con otras mujeres porque te imagino a ti.

— ¿Qué dices? Eso no puede ser.

— Mírame, te amo, me he negado a mí mismo esto que siento, pero ya no puedo más. Me estás volviendo completamente loco.

Zoe se sintió feliz al escuchar esas palabras, ella también sentía muchas cosas por él. Se empezaron a besar, sus cuerpos ardían de placer, Carlos la cargó y la llevó a la cama. Se desnudaron completamente. 

Zoe estaba muriendo de los nervios, era su primera vez, y estaba deseando perder su virginidad con él.

Él, besó cada parte de su cuerpo y solo se escuchan gemidos en la habitación. Saboreó cada parte de su piel, estaba tan excitado y solo quería entrar en su interior. Al notar que ya estaba bien excitada se dispuso a penetrarla, estaba en su entrada, pero algo le impedía el paso. Se quedó quieto, procesando lo que estaba a punto de pasar y solo la miró fijamente. Mostró una sonrisa, y le dijo en un tono de burla y excitado. — No puedo creer que sea virgen.

— ¿Entonces no quieres seguir?— indagó mordiendo su labio inferior.

— Claro que quiero seguir, pero la pregunta es, ¿estás segura de que quieres hacerlo?

— ¿Acaso no se me nota?— le susurró al oído.

Él la continúa penetrando muy lentamente, mientras ella expresaba su dolor y placer entre gemidos.

Hicieron el amor con delicadeza, con pasión, hasta llegar al orgasmo.

— Te amo, Zoe.— dijo acariciando su rostro.

— Espero que me digas esas palabras por los próximos cien años. — ella se levantó, él notó una mancha en la sábana, y sonrió con felicidad.

— ¿Estás bien? ¿Quieres algo?_ preguntó él.

— Estoy bien, tranquilo, no te preocupes. Me voy a duchar y luego me voy a mi habitación.

— Quédate conmigo esta noche, y todas las que nos faltan por vivir.

— ¡Mmm! ¡Ok, señor Godoy! Pero no va a pasar nada más.

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