Basil no quitó su mirada penetrante del rostro de Adara, ella al contrario desviaba constantemente sus ojos porque se sentía avergonzada. El príncipe sentía que la mujer imponente que él vio defender a una jovencita públicamente se volvía un conejito a punto de ser cazado cuando él estaba a su lado.
Al ver que no había nadie observando, el príncipe tomó la mano de la doncella y con la otra levantó su rostro, siempre era agradable sentir aquella piel tan suave, hacerlo le transmitía tranquilidad, pero cuando lo hizo pudo notar que sus mejillas tenían un tenue color rosa.
- ¿Por qué se siente avergonzada mi Lady? Creo que no me veo como alguien temible en este momento. – indicó mostrando una sonrisa coqueta.
Adara rio como pensando en que iba a responder, recordó lo que le dijo su madre y claro no tenía sentido que se quedara callada cuando fue ella quien solicitó verlo, su sentido le decía que no debía intimidarse por la mirada del hombre, eso solo la dejaría en evidencia.
Su rostro reflejaba timidez e incluso algo de miedo pero en su interior en realidad moría por lanzarse sobre él y sentir sus labios rozar con los suyos otra vez.
- Claro que no su majestad, gracias por asistir, creo que este encuentro era necesario para ambos… Aquella tarde dije algo de manera apresurada, y después me lamenté porque siento que no fui sincera ni con usted, ni conmigo.
- Adara no tiene porqué sentirse mal al respecto, yo entiendo cómo se debió sentir en aquel momento, no debí presionarla… no tiene idea de cuán feliz me hizo recibir su carta – El cruce de miradas entre Basil y Adara cada vez era más intenso, tenerse frente a frente era un peligro para ambos.
Basil no quería que nadie los vea, así que se levantó, tomó la mano de Adara y la puso sobre su brazo. - Creo que debemos ir a tomar aire fresco por allí, no quiero que se sienta incómoda al platicar conmigo, caminar un poco es una buena idea.
- Me parece bien. Entonces déjeme mostrarle el jardín su excelencia.
- Vamos – Ambos asintieron con un gesto, el príncipe suspiró y luego mencionó. - No he podido dejar de pensar en usted desde el primer momento en que la vi, algo me dice que hizo un sortilegio, un hechizo o algo parecido, y me ató a usted. - Sus palabras sonaron muy francas y a Adara eso le alegró demasiado.
- Ja, ja, ja. Su majestad… creo que ambos fuimos hechizados – Después de decir eso Adara paró, se puso frente al príncipe y miró fijamente los ojos color miel del hombre, él no entendió que se proponía la doncella en ese momento y se quedó estático frente a ella, Adara muy decida tomó su camisa por el cuello provocando que sus labios quedaran a un par de centímetros, Basil mostró una sonrisa de lado a lado y luego ella lo besó.
Basil estaba deseando besarla desde el momento en que estaban sentados en la mesa del té, nunca se imaginó que la mujer tímida de hace pocos minutos tomaría la iniciativa de besarlo ahora, pero ¡Santo Dios! Cuánto le gustaba que lo hiciera.
Tomó la cintura de Adara y la pegó más a su cuerpo, sintiendo más cercana su respiración. La bella chica aún era inexperta en el tema de besar así que constantemente sentía que se ahogaba, al joven príncipe eso le parecía muy tierno y marcaba el ritmo de respiración para que ella aprendiera que no debía asfixiarse mientras lo besaba.
- Adara me voy a volver adicto a esto, creo que la arrebataré de casa de su madre si eso me da la facilidad de poder besarla todas las mañanas al despertarme, ¡Por todos los cielos! Sería la gloria si pudiese abrazarle antes de dormir. – La chica al escucharlo sonrió genuinamente, sus palabras le alegraban el alma, lo abrazó por el cuello y siguió besándole.
- ¿Y si alguien nos ve? – Preguntó Adara después de unos segundos jadeando suavemente.
- Si es su madre la duquesa, mejor, así aprovecho y pido su permiso para cortejarla oficialmente. - Respondió él mientras volvía a rodearla por la cintura con ambos brazos, después dejó un suave beso en su frente.
- Ja, ja. Seguro recibirá una negativa rotunda. Peor aun, si ella sabe que ya me ha besado en dos ocasiones.
Basil la calló con un beso profundo, al parecer no tenía pensado parar. Como no había nadie viéndolos ambos se dejaron llevar por el deseo interior de sentirse el uno al otro.
De un momento a otro Basil ya tenía a Adara pegada a un tronco de un alto y frondoso álamo, separaron sus labios y se miraron presos de lujuriosos pensamientos, el príncipe tocó la frente de la doncella con la suya y jadeaba, haciendo que Adara sintiera su rostro arder, su cuerpo quemaba con cada segundo que pasaba.
Basil era mucho más alto que ella, de hecho su estatura hacía que se vea muy intimidante ante la gente, aunque con Adara era más bien como un perrito que solo deseaba ser acariciado tiernamente (claro cuando había aquella conexión especial entre ambos se asemejaba más bien a un lobo hambriento que iba a devorarla).
Mientras sus penetrantes miradas se cruzaban, un deseo de poseer a Adara había crecido en el interior de Basil, el bulto ahí abajo lo confirmaba, pero él no quería lastimarla, tampoco asustarla o hacerla sentir incómoda, así que apoyó su cabeza en el hombro de la joven y respiraba profundo para calmarse.
En un instante sus cuerpos quedaron pegados, tanto que ella podía sentir todo el cuerpo de él sobre ella, Adara sintió algo rozando su vientre, al mirar disimuladamente que era, su rostro se tornó carmesí, y sintió un hormigueo que le recorrió la piel de todo su cuerpo. Vino entonces a su mente la noche en que se tocó en su cuarto, recordó las sensaciones placenteras que pudo probar por sí misma, y presa de aquella atmósfera del placer le surgió la curiosidad de percibir lo que sucedería si ahora el que provocara esas sensaciones era Basil.
Cómo si se tratase de una mujer experimentada en el arte de amar tomó el rostro de Basil colocándolo sobre su espalda baja cerca de su trasero, y lo besó con más deseo que antes. Poco le importó si era correcto que una dama noble haga eso, solo quería sentir que el príncipe era suyo, que le pertenecía en cuerpo y alma.
Basil estaba confundido por aquel arrebato, pero gustoso correspondió el beso, aunque después de unos segundos de juguetear con sus bocas pensó que lo mejor era parar porque no creía apropiado lo que estaba sucediendo en aquel lugar.
- Adara para, no puedo contenerme más, no quiero hacerte daño, te prometo que algún día te haré sentir la mujer más dichosa del mundo, pero por ahora es mejor parar – Basil jadeaba y con un brazo se apoyó al árbol y con el otro sostenía por la cintura a Adara, quien tenía los ojos perdidos de placer.
- Basil no pares, se siente bien – Dijo Adara sin soltar el rostro del príncipe.
Basil que intentaba pensar con cabeza fría al escuchar eso inmediatamente perdió el control de sí mismo, lanzó su chaqueta en el piso y tomó con ambos brazos a Adara, le acostó sobre la prenda tendida en el suave pasto que rodeada el árbol, se deshizo rápidamente de la ropa de Adara descubriendo sus pechos, se detuvo ante la excelente vista que obtuvo, eran redondeados y bonitos, pudo observar tres pequeños lunares marcados debajo de su clavícula en línea recta y le pareció curioso.
Después continuó besándola, bajó sus besos a su cuello, y la acariciaba con deseo en sus puntos sensibles, encendiendo todo.
La chica se olvidó de la pena, le sacó la chaqueta y desabotonó la camisa, pudiendo así divisar el perfecto torso desnudo del hombre que nublaba su razón, que le quitaba el aire y que se había convertido en su peor locura; él quitó del todo el vestido que llevaba puesta y lo colocó a un lado.
El príncipe se sostuvo con un brazo, con el otro recorrió lentamente la delgada y suave piel de su muslo, haciendo que ella sintiera escalofríos con cada centímetro que tocaba, hasta que llegó a su lugar secreto, la mujer se quedó paralizada por un segundo para luego arquear su espalda por el placer que sentía por aquellos movimientos, y tal vez estaba mal, pero ella quería más.
Basil masajeó despacio provocando que Adara comience a jadear cada vez más fuerte, no quitó la mirada de los ojos de la chica, lo que aumentaba sin duda la conexión entre ambos, luego decidió jugar dentro de ella con uno de sus dedos, en ese momento ella tuvo una sensación leve de dolor e incomodidad, y con su mirada parecía suplicarle que parara pues de su boca no salió una sola palabra; él estaba cegado de placer y no paró, besó de nuevo a Adara pegando más su cuerpo hacia ella.
Al sentirla tensa una vez más comenzó a recorrer con sus labios el hermoso cuerpo de la doncella haciendo que ella se volviera a relajar, cuando la sintió más húmeda continuó allá abajo con habilidad provocando sonidos de satisfacción; cuando se percató que ella movía sus caderas de manera inconsciente, aumentó la velocidad de sus movimientos, lo hizo sin piedad hasta que Adara no pudo más y llegó al clímax, una sensación de inconsciencia combinada con debilidad y satisfacción se apoderó de ella, entonces echó su cabeza hacia atrás sintiendo toda su fuerza desvanecida en un gemido, aún cuando tenía los ojos bien abiertos parecía no ver nada, fue simplemente perfecto.
Adara creyó haber experimentado mejores sensaciones que en la soledad su cuarto, lo miró a los ojos y se le escapó una sonrisa inconsciente, por unos minutos quedó atrapada en esa atmósfera de la lujuria sin poder recomponerse de inmediato.
¿Debía el príncipe parar?
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Comments
Lilia Lucia Bernacchi
,😱😱😱😱
2022-07-05
0
Ma De Jesus Lima
claro, como realeza debe demostrar que es un caballero y respetar a la dama o
por mas ardientes que estén
2022-06-12
3
Sarah Fridriksson
Ufffff 🔥 🔥 🔥 🔥 🔥 🔥 🔥 🔥
2022-06-12
1