Basil estaba sentado en un banco cerca del jardín, miraba hacia el lago, había quedado maravillado con la belleza de la doncella a quién ayudó aquel día, recordaba particularidades de su rostro, su voz delicada y su mirada fuerte, aquellos ojos azules que habían penetrado en sus pensamientos, no se olvidaba de la silueta curvilínea que quedó marcada bajo el vestido mojado, todo en ella le había parecido atractivo.
Meses atrás en su cumpleaños número veintitrés, acudieron cientos de bellas aristócratas al palacio esperando llamar su atención, claro, ninguna de ellas lo cautivó, así que rebuscó en sus recuerdos, pero nunca vio a la hija del duque Sewt; cuando se encontraba sumido en esos profundos pensamientos se dio cuenta que no preguntó el nombre de la bella dama, se lamentó internamente por el descuido, y decidió ir en busca de su padre para obtener más información. Se levantó y caminó apresurado por los largos pasillos del palacio, llegó al despacho de su padre y tocó la puerta.
_ Su excelencia - dijo mientras entraba en la habitación y hacía una reverencia.
Basil, te he dicho que me llames padre - El rey Azriel dejó de leer los documentos que tenía en sus manos y prestó atención a lo que tenía que decir su hijo. Cada vez que me llamas así siento que no existe confianza hacia tu padre. - Le guiñó el ojo.
_ ¡Oh no padre! nada de eso. - Exclamó mientras se sentaba en un sillón. - He venido a preguntar por tu salud, pero al mirarte he notado que gozas de bienestar, pues te veo fuerte como un roble - Basil sonreía travieso, con un tono sarcástico, era normal que haga bromas de vez en cuando, había esa confianza entre ambos.
_ Ja, ja, ja, no es necesario que inventes una situación, para pedirme un favor hijo mío, me he dado cuenta al instante de tu causticidad al hablar, además, no sueles venir a mi despacho simplemente para preguntar por mi salud ¿Desde cuando te sientes intranquilo por la salud de tu viejo padre?
_ Por favor, padre si alguien te escucha creerán que tu hijo no se preocupa por ti - Dijo sintiéndose avergonzado. - Sin embargo, no puedo negar que he venido con otra intención aquí... Me gustaría saber sobre el duque Sewt, bueno en realidad, sé que tiene una hija, la he visto hace unos días en el palacio y…
_ Hijo, hijo. Ja, ja,ja. - Lo interrumpió, dándose cuenta enseguida la razón de la visita de su hijo. - Ya sé a que viene todo esto, y si no supiera te contaría sobre las hazañas del duque de Edimburgo, sin embargo estoy seguro que tu interés es más bien por su hija. Sé que su nombre es Adara, hace poco cumplió quince años, no sé mucho en realidad, ella no suele acudir a las fiestas del palacio con sus padres, es muy joven aún y si piensas pedir su mano, tendrías que hacerlo después del viaje del duque, he encomendado una misión importante para él - El rey Azriel disfrutaba mucho ver como su hijo se avergonzaba al escucharlo. Basil que escuchaba todo con seriedad para no levantar mayor sospecha, al oír las bromas de su padre no puso evitar soltar una sonrisa que no hizo más que afirmar lo dicho por el rey.
_ Claro que no padre, solo tenía curiosidad ya que no la he visto antes en ninguna fiesta del palacio, debes saber que por ahora no tengo interés en comprometerme con ninguna mujer - Basil negó su interés por miedo a la lluvia de preguntas que surgirían en consecuencia, además quedó sorprendido al escuchar la edad de Adara, la doncella que había encantado sus ojos era muy joven aún.
Las mujeres solían comprometerse y casarse muy jóvenes, pero Basil no quería que una jovencita caprichosa ponga de cabeza el palacio, por una 'simple' ilusión. Claro eso pensaba porque no conocía bien a Adara, seguramente opinaría diferente si llegase a conocerla mejor. Además, por los protocolos reales el compromiso del príncipe heredero no era algo de simplemente decir y hacerlo, la futura reina debía tener muchas cualidades para ser aceptada, a menos que el rey lo permitiese así si más, algo que era probable, pues la doncella en cuestión era hija de su gran amigo.
[Un interés que crece]
Los siguientes tres meses pasaron muy rápido, en casa del duque de Edimburgo se vivía una constante angustia pues no había noticias de Sewt, Marlen se había mostrado serena para no preocupar a su hija, sin embargo llevaba varios días sintiéndose mal, el no saber nada de su amado le estaba volviendo loca, constantemente tenía pesadillas en las que veía a su esposo morir en manos de los enemigos.
Adara salió una tarde al mercado, usaba un vestido bello pero sencillo, a una joven bella como la hija del duque de Edimburgo cualquier cosa que se pusiese le quedaba muy bien. Cuando salía de casa siempre iba acompañada de Alíer, el mayordomo y de su esposa Lucilda, ese día buscaba tela pues pronto el invierno llegaría y quería mandar a confeccionar un abrigo para su madre, ella había notado que su semblante había decaído en los últimos días y quería darle una pequeña sorpresa. Mientras caminaba por el mercado escuchó cerca un disturbio, se acercó a la pileta de donde provenía el bullicio para mirar lo que sucedía, y vio a una niña mal vestida que estaba siendo golpeada por una mujer, por su vestimenta pudo deducir que era noble. La escena la consternó, enseguida mandó al mayordomo a averiguar que sucedía, una mujer que también observaba le contó que la muchacha iba corriendo y tropezó con la mujer, esta alegaba que intentó robarle y comenzó a golpearle ahí delante de todos, al escuchar Adara el hecho, quedó sorprendida, y sintió enojo al ver que nadie hacia nada ante tal situación, se acercó más y le habló a la mujer.
_ ¿No cree que está exagerando un poco con la niña? - Dijo Adara conteniendo el coraje que sentía en sus adentros.
_ ¿Quién eres tú para decirme que debo hacer? Esta ladrona ha intentado robarme, sino hubiera caído seguramente se llevaba mi cartera, esto no es más que justicia. Métete en tus asuntos niña. - Lo dijo con un tono de desprecio, mientras la pequeña que no pasaba de los doce años no levantaba su cabeza, aguantaba los golpes y lloraba silenciosamente, sintiéndose avergonzada y vulnerable.
_ ¡Como te atreves a hablarle así a la hija del duque Sewt! - Lucilda la esposa del mayordomo enseguida salió en su defensa ante el descaro de la mujer. Adara rápidamente le tomó del brazo y con un gesto le ordenó que se tranquilizara, ella resolvería ese asunto.
__ ¿Del du…duque? - Hizo una pausa, y enseguida el tono de su voz cambió. -Perdone su gracia, no era mi intención ofenderle, creo que exageré con la situación pido me disculpe - La mujer bajó su mirada, no podía creer que le había gritado descaradamente a la hija del duque de Edimburgo, sin duda, si él estuviera allí lo más seguro era que le hubiera cortado la cabeza, la gente que estaba alrededor se sorprendió al escuchar que era la hija de Sewt, y la mujer aprovechó los murmullos para escabullirse entre el gentío y huir del lugar rápidamente, antes de que la situación empeore.
Luego de aquello la gente comenzó a alejarse del lugar. Adara se acercó a la niña que permanecía en silencio sollozando en el piso, y le extendió la mano.
_ ¿Cuál es tu nombre pequeña? - La miró con una sonrisa, llena de pesar.
_ Ss...soy Trista mi lady, y…yo le prometo que no intenté robar nada. - No levantó su mirada, y tartamudeaba al hablar, Adara se inclinó hacia ella y con su mano le levantó el rostro.
_ ¿Por qué estás sola? No tengas miedo, quiero ayudarte, dime ¿Dónde están tus padres?
_ Señorita, yo soy huérfana, mis padres murieron hace años, vivo en el convento, me mandaron a entregar un recado y he caído, accidentalmente he manchado el vestido de la mujer, y ella comenzó a gritar que intenté robarle, soy inocente, lo juro. - La niña hablaba despacio, apenas se le escuchaba y no paraba de llorar. Adara se quedó cerca de ella y le consoló, mientras le daba palmaditas en la espalda.
El príncipe Basil observó todo, y quedó sumamente sorprendido con lo que había sucedido, él pasaba por ahí junto a sus dos hombres de confianza, e inevitablemente le causó curiosidad el disturbio, y se llevó una grata sorpresa. Se preguntó como una dama que no cumplía ni la mayoría de edad podía actuar con aquella madurez en una situación así, cualquier mujer de su edad hubiese huido, o mínimo ignorado la situación, sintió deseo de acercarse y saludar a la hija del duque, pero se contuvo pues su visita a ese lugar solo provocaría otro disturbio, además estaba ahí con otro objetivo. Cuando terminó de hacer sus tareas en la ciudad, regresó al lugar, pero Adara ya se había ido, se lamentó el no entablar una conversación con ella.
_ Adara, no solo tu nombre es bello, también tu alma. - Dijo en apenas un murmullo. - Cada día siento más deseos de conocerte un poco más. General Albert ¿Qué opina de lo que vimos hace un momento?
_ Su excelencia creo que la dama es una mujer valiente, no me diga que ella la razón por la que en estos meses su mente se encuentra vagando en un lugar remoto mientras entrena. Ja, ja, ja. - Le dijo en un tono burlesco.
_ Claro que no, siempre doy todo de mí en cada entrenamiento, o.. ¿Cree que una doncella es más importante que mi reino? - Refutó mientras sonreía nervioso. Albert lo sorprendió, ese viejo sabía lo que decía.
_ Si la dama le parece bella, debería acercarse y hablarle antes que alguien más lo haga su majestad, una mujer valiente y de corazón noble no se encuentra dos veces.
_ Tal vez tiene razón Albert, debería invitar al duque y a su familia a un baile cuando regrese de la misión, es una buena idea ¿No crees? - Preguntó mientras le guiñaba un ojo, luego tomó su caballo y lo montó para regresar al palacio.
Albert solo río fuerte y se dio una palmada en el pecho, haciendo un gesto gracioso. Luego él también subió a su caballo, y ambos se dirigieron al castillo.
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Comments
alexandra velasquez
mucha mentira xq yo leí claramente cuando ella le dijo quien era le dió su nombre y le dijo q era hija del duque q el no haya prestado atención es otra cosa
2022-09-10
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Lilia Lucia Bernacchi
que le abra pasado al padre
2022-07-03
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Ignacia Garcia
Me encanta este tipo de novelas de príncipes y princesas
2022-06-21
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