[Deseo desenfrenado]
Después de resbalar de manera inesperada, Adara tomó el brazo del príncipe desesperadamente, en un intento de salvarse, este fue tomado por sorpresa, y al mirar su cuerpo desnudo se impresionó demasiado, en consecuencia perdió el equilibrio y terminaron juntos en el calmado río.
En las frías aguas, él la sostuvo con fuerza y la paró enseguida para que no trague agua, el río no era muy profundo, así que quedaron frente a frente y sus miradas chocaron, en una situación tan inesperada sus corazones aceleraron los latidos, segundos después palpitaban al mismo ritmo, armonizando también sus respiraciones desesperadas.
El príncipe tenía a Adara presa en sus fuertes brazos, sus cuerpos eran como un fuerte imán, y ella se sentía dichosa por eso, por alguna razón no quería despegarse de él. Una sensación de calor recorrió el cuerpo de Basil, sus más bajos instintos habían despertado al sentir los pezones endurecidos de la doncella haciendo presión sobre su pecho descubierto.
Adara no podía creer lo que estaba sintiendo, era ese mismo cosquilleo que sintió la primera vez que vio al príncipe, incluso más profundo, llegó a sentir deseo del suave toque de las grandes manos del príncipe sobre su cuerpo mojado ¿Qué podían hacer dos jóvenes presos del deseo en esa situación? Dejarse llevar, dejar que sus cuerpos hablen por sus bocas, si ambos querían que el momento sucediera no había impedimento de nada.
No dejaron de mirarse, la tensión entre ambos crecía más y más, Basil no pudo resistir más la tentación, besó apasionadamente a Adara, y ella correspondió, aunque de manera torpe, sus labios pertenecían al otro, con sabor a deseo, pasión y… ¿amor? Si, tal vez era eso lo que estaban sintiendo, pero dos jóvenes inexpertos en ese tema no podían descifrarlo aún. El agua cubriendo más arriba de la cintura, el viento soplando suave, y el sol bañando sus cuerpos con los cálidos rayos. A la jovencita se le cortaba la respiración por segundos, en aquel instante se olvidaron del mundo entero y eran solo ellos dos, cautivados por el romántico ambiente que formaban el cantar de los pájaros y el bailoteo de los árboles a su alrededor, se pertenecían el uno al otro, un momento perfecto.
Aunque el momento no fue planeado por ninguno de los dos, aquel primer beso fue más que placentero, sellaron un pacto que aún no estaba escrito, unieron más que sus bocas, unieron sus almas y concluyeron un perfecto encuentro, que, aunque ninguno imaginó, pero ambos ansiaban desde hace ya mucho tiempo.
Las manos de Basil poco a poco fueron subiendo y bajando por la espalda de Adara, ella sentía que su suave piel se erizaba, quería pensar que era por el frío, pero su mente sabía que era por el cálido contacto, sus nervios no impidieron que lo siga besando.
Después de unos minutos de besos y caricias intensas, Basil sentía deseo de más, de un accionar más profundo, de ser víctimas de un suceso más 'trágico'; pero lo pensó bien, no era el momento adecuado, no quería que Adara tuviera un recuerdo de su primera vez en la orilla de un río, eso no sonaba nada romántico, además apenas habían podido conocerse, las manos del príncipe se posaron en las caderas de Adara y dejó de besarla. Le miró fijamente y sonrió al ver que Adara no abrió sus ojos en ningún momento.
- Creo que será mejor que salga y se vista, yo esperaré aquí hasta que esté lista, no la miraré para que no se sienta incómoda.
- ¿Qué?... Aaah sí. - Le dijo sonrojándose de manera instantánea y abriendo los ojos, obteniendo una vista perfecta del torso marcado de Basil, luego miró sus ojos y quedó sumida en ellos. No se dio cuenta que no lo soltó, y mantuvo sus brazos alrededor del cuello del príncipe.
El se inclinó un poco y le susurró al oído. - Señorita creo que debe soltarme o tal vez no la deje salir de aquí, tal vez continúe con lo que estaba haciendo - Le declaró Basil con una sonrisa traviesa en sus labios, mirando fijamente a la doncella y provocando que ella sintiera más timidez.
Adara rápidamente le soltó, enseguida el frío envolvió su cuerpo, rápidamente tapó sus pechos con sus manos y dio media vuelta para salir del agua a grandes pasos, se sentía avergonzada, no podía creer hasta que punto había llegado, y si Basil no hubiera sido el que decidió parar no se podía imaginar hasta donde sería capaz de llegar, lo que hubiese sucedido, y lo culpable que se sentiría luego.
Rápidamente Adara salió de las frías aguas y buscó su vestido, mientras que Basil obtuvo una vista excelente de las caderas y el bello trasero de la doncella, sonrió y se dio vuelta.
El joven se sumergió en el agua, para tratar con su miembro endurecido, y apaciguar las ansias que aquellos besos despertaron, cegando sus pensamientos y sumergiéndolo en deseos que por ahora no eran convenientes llevar a cabo.
Adara se vistió y quedó hundida en miles de ideas que nublaban su pensar, no sabía si sería prudente ir en busca del príncipe y quedar en silencio porque no sabía que decir ante lo que acabó de suceder, y como segunda opción pensó en escapar del lugar y fingir que ese momento nunca sucedió.
Pocos minutos después mientras ella pensaba que hacer, Basil la alcanzó junto a los caballos, y le tomó de espaldas por la cintura, colocando un suave beso en su hombro mientras ella abotonaba su vestido. Claramente ya no había segunda opción, Adara se quedó en silencio y Basil también. Duraron unos minutos así, hasta que Basil le dijo con un tono divertido:
- Creo que deberíamos regresar, puede anochecer en cualquier momento. Aunque si la bella dama desea podemos volver al agua y continuar, o... si usted prefiere podríamos hacerlo aquí.
- Yo creo que su majestad el príncipe debería dejar de burlarse de mí – Refutó Adara con un tono de molestia, soltándose de su agarre,y sintiendo sus orejas arder por aquella propuesta.
- No se moleste señorita, estaba bromeando – Basil volvió a abrazarla
- Pues no me pareció que su broma sea muy divertida, su excelencia. Déjeme ir, seguro están esperándome en casa – Mencionó Adara con un tono más tranquilo
- ¿Su majestad? ¿Su excelencia? Después de lo que sucedió tiene mi entera confianza para que deje los honoríficos y me llame por mi nombre.
- Es muy difícil acostumbrarme a llamarle de esa manera... Basil.
- Tiene mi permiso. Ahora, solo déjeme abrazarle así dos minutos, antes de volver a mi realidad otra vez – Dijo Basil con una voz suave, mencionando su frase final con un poco de nostalgia. y así se quedaron abrazados por un momento más. Era inevitable que a ella se le escapara una sonrisa, aunque no sabía si era por la emoción o por los nervios.
¿Aquel día era el comienzo de una gran historia o de un fatídico final?
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Comments
Magneli Flores de Gonzalez
Hermosa historia, pero porqué tiene que ser fatidico final? Autora no más dolor para los protagonistas. 😪😪😪
2023-09-20
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Tina Ixchiel Puthod
what,,,???
2022-12-14
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Lilia Lucia Bernacchi
me gusta la historia
2022-07-04
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