Capítulo 3

Laurent Vitale

Estuve un buen rato platicando con mi jefe y su esposa cuando veo a Adella, mi secretaria que andaba acompañada de Escarlet la recepcionista. Justo ahí veo la oportunidad de escapar de aquí y no es porque me disguste estar hablando con ellos. Pero se me hace un poco incómodo con la mirada de tres de sus hijos sobre mí y la que más me incomoda, es la del tal Santiago que por alguna razón me pone nerviosa.

Al despedirme de ellos voy a saludar a Adella quien me recibe con un fuerte abrazo, al contrario de Escarlet que solo mueve su cabeza en forma de saludo.

_ Oye Laurent ¡Qué suerte tienes! Te envidio _ Dijo Adella.

_ ¿Por qué dices eso?

_ ¿Cómo que por qué? Eres la única que se ha acercado a esos hombres y has compartido con ellos. Incluso los inversionistas han dudado en aproximarse.

_ ¡Hay no es para tanto Adella! Son simples hombres, no tienen superpoderes _ Digo en modo broma para que ella se relaje.

_ Tal vez tengas razón Laurent, pero esos hombres son los más codiciados y ya hay fila para estar con ellos _ Dijo Escarlet.

La verdad, de ella no me sorprende ese comentario. Todos sabemos que es una zorra que se hace pasar por una mansa oveja, pero en cuanto tiene tiempo, se lanza a los brazos del primer postor que se le aparece.

Luego de ese comentario, ella no hizo más ningún otro. Solo pasamos la noche bailando y tomando un poco. Aunque la verdad yo no tomé mucho debido a que no sé hacerlo bien y no quería emborracharme. A mitad de la noche unos inversionistas muy importantes se me acercaron para pedirme una cita. Ellos querían hablar de un nuevo negocio y por eso les informé que podríamos vernos el lunes a primera hora y ellos aceptaron contentos. Segundos después vi que mi copa ya estaba vacía por lo que no iba a tomar más, no obstante Escarlet me ofreció la última copa y se la acepté por no ser maleducada.

Después de esa última copa, me empecé a sentir algo mareada y de seguro era porque no acostumbro a tomar tanto. Así que le informé a Adella que iría al sanitario para poder refrescarme. Cuando llegué al baño me puse un poco de agua en la cara sin importarme mi maquillaje, ya que era a prueba de agua según me había dicho mi hermana. Luego de unos minutos mi cuerpo se sentía raro, tenía mis pechos duros y erectos. También sentía mi entrepierna húmeda y no sabía que me pasaba. Sin embargo, los minutos seguían transcurriendo y todo en mi se calentaba cada vez más haciendo que jadeos involuntarios salieran de mi boca sin parar.

Agarrando mi teléfono, marco pidiendo un servicio de taxi para así poder volver a casa porque no me siento nada bien. Salgo de aquel baño sosteniéndome de las paredes como puedo hasta llegar a la recepción. Una vez ahí, le digo a la chica recepcionista que una vez llegue mi taxi me avise enseguida porque estaré en el baño. Al lo que ella muy amablemente me dice que si y que no hay ningun problema.

De regreso al baño los jadeos salían de mi boca con más rapidez y un dolor insoportable recorría todo mi ser. Mi vista se estaba nublando y yo ya no sabía ni por donde iba, aunque justo cuando pensé que estaba llegando al baño. Casi caigo al suelo por lo mal que estaba, pero de pronto unos brazos fuertes me sostuvieron antes de caer.

_ ¿Se siente bien señorita?

Escuché que dijo esa persona con una voz muy varonil y un acento muy sexy. Aunque no pude distinguir quien era no me importaba mucho porque lo único que quiero en este momento es besar esos labios tan carnosos que él tiene. Así que no dude más y lo hice, ahora estoy besando a este ser extraño. Este que está provocando que mi piel se estremezca por completo al corresponder a mi beso y debo reconocer que no quiero separarme de él porque sé que si lo hago esta sensación no la volveré a sentir.