Beatriz Salinas, conocida como Bea, asume con entusiasmo la vida; sin embargo, pronto su vida cambiará de un momento a otro y una vorágine de emociones, sentimientos y acontecimientos la podrían llevar a conocer al verdadero amor.
Bea desconoce que tras ella existe una persona obsesionada con acabar con su existencia; y que la vida perfecta que creía tener se puede desmoronar en cualquier momento.
¿Podrá Bea liberarse de quien quiere lastimarla?
¿Podrá Bea reconocer el amor de su vida en medio del caos que se avecina?
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7. Tipos de miradas
Bea y Kevin habían llegado a la residencia de la familia Correa, estaban en un litigio de violación de contrato; tenían extensas tierras a las afueras de la ciudad, en la que difícilmente alguien podia llegar, pero en una pequeña parte del terreno había un inquilino para tierra de cultivo y ellos alegaban que se le había vencido el contrato, pero se negaba a retirarse; por eso no podían tomar la posesión de todas las tierras y empezar la construcción de un complejo residencial; que seguían permaneciendo abandonadas.
- "El juicio será pronto y necesitamos estar preparados, hemos traído unos formularios para que los puedan llenar", dijo Kevin, mientras que Bea las entregaba a cada uno de los integrantes de la familia.
Roberto Correa era uno de los hijos de la familia, Bea sentía cierta aversión, sentía que la miraba de manera extraña cada vez que visitaban ese lugar, la familia era un cliente de años de bufete y por eso recibían atención en su propio domicilio. Cuando Bea le dio el formulario, el hombre aprovechó para acariciar la mano de Bea, quien la apartó nerviosa y se sentó al lado de Kevin.
Kevin estaba explicando los pormenores a los esposos Correa, sin darse cuenta de lo que pasaba, hasta que Bea sentada a su costado, parecía tener un tip nervioso en la mano.
- "¿Pasa algo?", preguntó Kevin.
- "Entregué las formas, ¿tú puedes recabarlas después?", respondió Bea, era su primer caso importante y no quería arruinarlo, era la primera vez que afrontaba un acoso de ese tipo y bajo esas circunstancias, no sabía cómo reaccionar.
Kevin asintió y siguió explicando, cuando todo terminó, trajeron algunas bebidas, Roberto a propósito derramó agua sobre la blusa de seda de Bea, lo que provocó que la blusa se le pegara al cuerpo, dando visión de sus formas, el brasier de la joven abogada se transparentaba.
- "Lo siento, lo siento, yo la ayudo a secarse", dijo Roberto, con esa mirada morbosa; vaya que habían muchos tipos de miradas, pero la de ese hombre era la que más detestaba Bea.
- "No", dijo Bea entre molesta y asustada, alejándose del tipo.
Kevin miró a los demás miembros de la familia, que observaban como si eso fuera una actitud normal en ese hijo y frunció el ceño; se sacó el saco y se lo puso encima a Bea.
- "Bea, por favor, anda al vehículo, espérame ahí", expresó Kevin serenamente, pero con mirada adusta.
- "Sí, claro", dijo Bea.
- "La acompaño", expresó Roberto.
- "No te atrevas a seguirla", manifestó Kevin poniéndose delante de Bea, quien aprovechó para salir de ese lugar.
Bea afuera estaba nerviosa y sintiéndose tonta, debió ser ella quien pusiera un alto, estaba preparada para ello, pero sabía que Adrián Valdez, no soportaba que le trajeran problemas, sino que sus casos fueran exitosos, una mala referencia de uno de los bufetes más importantes de la ciudad, le podría arruinar su futuro profesional.
William Salinas está afuera del hospital, tiene una cita con el neurólogo, necesita descubrir a qué se debe su dolor de cabeza repentino, le está resultando muy molestoso, poniendo en riesgo el trabajo que tiene que realizar.
De pronto, una mujer con un niño pequeño en brazos súplica ayuda, al parecer el pequeño se está asfixiando, William abre la puerta del hospital, alertando al personal médico, quien corre a ver lo que sucede, la mujer está nerviosa, el personal asistencial le hace preguntas, pero no logra calmarse lo suficiente para responder, solo se queda mirando cómo el personal de emergencia intenta salvar a su sobrino.
Liliana Olivera es una mujer de veinticinco años, tiene una larga cabellera y ojos oscuros, su hermana y su cuñado murieron hace dos años en un accidente automovilístico, dejando a su hijo huérfano, ella ha tenido que hacerse cargo de su sobrino, quien la llama mamá.
...Liliana Olivera...
Se siente más tranquila cuando escucha llorar a su sobrino y su vocecita tierna la llama mamá, es a la única que reconoce como tal, el personal asistencial le dice que cuando esté un poco más estable podrá acercarse, pero necesitan sus datos y su código de seguro social.
Liliana no ha podido tener un trabajo fijo, no sabía cuánto puede costar cuidar un hijo, no solo en dinero, sino en tiempo y dedicación, ha tenido trabajos de medio tiempo que les permite cubrir sus gastos más urgentes, no tiene ninguna prestación social.
- "¿Cuánto va a costar?, no tenemos seguro", respondió Liliana.
El personal asistencial se quedó mirando, y luego le dieron unos formularios.
- "Cuando es una emergencia la atención es gratuita, lo estipula la ley", dijo William.
- "Aún no sabemos si necesitará otros estudios que no tienen nada que ver con la atención de emergencia, por lo que deberá firmar una letra y llenar el formulario", expresó una enfermera.
- "Firmaré, solo asegúrense de que esté bien", expresó Liliana.
Cuando analizaron el nivel de crédito de Liliana se dieron cuenta que estaba con nivel riesgoso. Por alguna razón, William se había quedado cerca todo el tiempo, sentía que había conocido a esa mujer antes, pero no podía recordar dónde ni quien era.
- "Lo siento, señora Olivera, pero atenderemos en lo básico a su hijo, no podremos hacer nada más, su historial no le permite ser una garantía", dijo la asistente.
Liliana mostró su desesperación en el rostro, cómo va a afrontar todo esto ahora.
- ¿Liliana Olivera?", preguntó William.
- "Sí, disculpe no lo conozco, y tengo un problema que debo resolver", respondió Liliana.
- "Han pasado ya diez años, soy Wiliam, no sabía que ya te habías casado y tenido un hijo", expresó William algo decepcionado, ella era su amor platónico en la escuela, como él terminó un par de años antes, perdió contacto con ella; debió irse lejos para ingresar al cuerpo policial y convertirse en detective.
- "¿William Salinas?, ha pasado mucho tiempo. Dylan es hijo de Serena, ella y su esposo murieron hace un par de años, y me mudé con mi sobrino. Lo siento, ahorita no tengo cabeza, debo...", manifestó Liliana.
- "Lamento lo de Serena. (Dirigiéndose a la asistente) Yo firmaré la letra, por favor verifique si no hay problema", se apresuró a decir William.
Liliana no podía creerlo, aunque conocía a Wiliam de la escuela, no sabía que había pasado con él; había tenido tantos problemas en la vida que le costaba confiar; sin embargo, no tenía más opción, la letra firmada por él, le permitía que siguieran atendiendo a su sobrino y eso era lo único importante por el momento.