ENCANTO SOMBRÍO

La sabiduría no era mi fuerte.

Replicar ante una autoridad mayor que yo, era un acto de valentía que necesitaba mucho valor de mi parte.

—Una audiencia aclarará todo.

Él abrió sus ojos como platos, desconcertado por dicha petición; pero ni siquiera sonó como una simple petición, más bien era una orden.

No me importaba en lo absoluto que se castigará por alzar mi voz.

—Si la parte acusada no está de acuerdo por lo que se le arremete, entonces puede pedir una audiencia. —volví hablar sin titubeos.

‹El hecho que no diga nada me pone en qué pensar.›

Entonces un gran suspiro salió de sus labios.

Se levantó de su enorme asiento de cuero, y se postró ante con una mirada muy profunda y sombría.

Se produjo un silencio incómodo entre los dos.

‹Lo más probable que me esté analizando, creyendo que estoy jugando con mis palabras. Sin embargo, esta vez no me verá vacilar.›

—¿Cómo es posible que mi sobrina favorita exagere al pedir una audiencia?

Suspiré molesta.

—Ya veo, estás dejando de lado tu puesto para que puedas hablarme con familiaridad. —le respondí.

El Líder Vlad Ross, era y nada menos que mi tío.

Muy pocos sabían que era él era mi tío, para no entrar en conflictos sobre rumores de preferencias, solo porque era su sobrina favorita.

—Ya sabemos que no es la primera vez que te acusan de algo delicado, pero esta vez la acusación causó furor entre mis asistentes.

Hice una mueca como si no supiera como me trataban.

—Siempre terminas victoriosa pero... No sé si hoy pueda dejarlo pasar.

Lo miré enojada.

—¿Qué? No estoy rogando para que me ayudes o ignores la acusación. Sabes bien que no le he hecho jamás TÍO. —pronuncié con total seriedad.

Mi tío soltó una risita burlona.

—¿En verdad quieres una audiencia? Me sorprendió mucho que lo pidieras de inmediato.

—Asi es. Voy a comprobar que se me acusa falsamente otra vez.

Otra vez era vilmente acusada por inútiles demonios que solo querían verme perder.

¿Acaso causaba mucha envidia en los demás?

—Veo que el anillo que te regalé por tu cumpleaños es sumamente importante para ti.

—Claro que lo es; me lo obsequió mi tío favorito. —le digo con una sonrisa falsa.

No puedo ocultar que me sentí mal por mentirle pero digamos que se trató de una pequeña mentira piadosa.

Por supuesto que el anillo no lo había perdido, simplemente lo guarde muy bien con magia para que no fuera encontrado.

Aparte todo rodaba a mi beneficio; mi tío no podía hurgar en mi mente ya que no lo tenía permitido (se necesitaba un permiso especial por ser parientes.)

Él era un líder serio, autoritario y sobre todo con una aura muy dominante.

Se desempeñaba en radicar aquellos demonios que se descarrilaban más de la cuenta y terminaban involucrados en problemas mayores con los Ángeles.

Aquellos demonios que no respetaban las reglas era despreciados y desechos como basura.

Así de simple se manejaba la jerarquía entre los demonios.

—Una audiencia ahora mismo es imposible. Tengo mucho trabajo por hacer.

—¡¿Entonces?! —grité.

—El castigo que pidió para ti fue tu destitución en el puesto de vigilante.

‹¿En serio ese idiota se atrevió a pedir eso? Hubiera sido mejor matarlo en ese mismo instante›, pensé muy molesta.

—Sin embargo, sin pruebas refutables sobre el supuesto crimen, no puedo hacer nada al respecto ni para ordenar tu destitución.

—¿Y qué procede ahora? ¿Qué pasa con la acusación en mi contra?

Mi tío se quedó pensativo por unos minutos.

—Mm. Lo desecharé; sin fundamentos, es inservible y una perdida de tiempo.

Respiré aliviada al saber que mi tío no procedería.

¿Por qué había aceptado una acusación sin tener pruebas?

Realmente me sentía entre la espada y la pared, porque si la audiencia se hubiera llevado a cabo, yo hubiera cavado mi propia tumba.

Mi tío se acercó más y me dió palmaditas en la cabeza.

—No sigas poniendo en jaque la estima que tengo por ti.

Fruncí el ceño.

‹¿Puede ser que si creyó la versión del otro?›

No quise ponerme paranoica y actué ofendida por sus palabras.

—Tonterías.

—Si me hubieras dicho en primer lugar que perdiste el anillo, te hubiera conseguido uno más hermoso que el anterior.

—Esta bien tío, no hace falta porque lo seguiré buscando a como de lugar.

‹Sus regalos siempre han sido hostentosos.›

—Sabes... No me imaginé que fuera un tesoro para ti. Como siempre te portas seria y grosera conmigo, pensé que no era nadie para ti.

—Por favor no sigas que me pone la piel de gallina. Ahora me voy.

Me di la media vuelta, pero antes de salir por la puerta, mi tío me dio otro aviso.

—El comandante de tu Élite ordenó que lo pasaras a ver.

‹Otro problema más se avecina.›

Como sea me dirigí hasta allí, esperando lo peor.