ATENCIÓN!! Si aún no haz leído "Prisionera Del Ruso" Te invito a que lo hagas antes de continuar esta lectura ya que esta es una continuación que abarca la vida de Diego Manssiani.
Un hombre con el corazón roto, aferrado a un amor imposible que no ha podido dejar atrás.
Una mujer dispuesta a todo por el bienestar de su familia.
¿Fue un simple robo lo que los unió o sus destinos ya estaban entrelazados?
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No eres una simple ladrona
Después de desayunar él me pidió que me colocará algo con lo que pudiera estar cómoda todo el día y por fortuna, ya habían lavado mi ropa y se encontraba completamente seca por lo que opté por ponérmela, pantalón militar y blusa de tirantes, botas y chaqueta, todo en color negro.
La ropa que me habían dado es muy hermosa, pero no es mi estilo. No soy de las que está siempre vestida como princesa a punto de tomar el té.
—¿Navegaremos?— Le dije al ver que nos acercábamos a un puerto.
—No, tan solo nos aseguraremos de que todo esté bien con la carga que debemos enviar— "La carga" si con eso se refiere a quien sabe cuantos kilos de droga.
El coche aparcó cerca del muelle, estaba lista para entrar al lugar cuando él me detuvo y me devolvió mi arma.
—Es probable que la necesites allí dentro— Tomó la delantera y se dirigió al lugar. Lo seguí y al entrar vimos a varios hombres descargando varios paquetes y adentrándolos a la parte trasera de una camioneta.
Cuando se dieron cuenta de la presencia de Diego fue como si hubiesen visto un fantasma. Detuvieron lo que estaban haciendo y uno de ellos se acercó a nosotros algo tembloroso.
—Señor Manssiani, esto...esto no es lo que parece.
—¿No es así? ¿Entonces que es?
—Solo... solo estábamos devolviendo unos paquetes que estaban mal empacados.
—Pues yo tengo una versión diferente. A mí me parece que me han estado robando y lo han estado haciendo durante mucho tiempo— El hombre trago grueso ante las palabras de Diego. Nervioso hizo llevó la mano hacia su arma y por suerte logré verlo a tiempo.
Empujé a un lado a Diego y le apunté con mi arma primero disparándole de inmediato.
El hombre cayó al piso, sus amigos al ver caer su cuerpo sacaron sus armas y nos apuntaron, pero el lugar fue rodeado rápidamente por los hombres de Diego.
—¿Estás bien?— Me preguntó acercándose a mí.
—Lo estoy, ¿Tú lo estás?— De verdad se notaba preocupado, casi asustado. Y si no me hubiese dicho que le recuerdo a alguien muy importante para él está mañana pensaría que está loco de la cabeza.
—No te preocupes por mí, he sobrevivido a cosas peores que esa.
—Señor, ¿Qué hacemos con los otros?
—Háganlos hablar. Descubran quién les ordenó robarse el cargamento y luego, mátenlos— Sus palabras me helaron la sangre. Bien pude tener el mismo destino que esos hombres anoche.
Lo seguí hasta la salida donde él se detuvo arrecostandose de la parte delantera del auto y cruzándose de brazos.
—Bien, habla.
—¿De qué cosa?— De verdad me asusta la forma en la que me ve. Aún no logro entender.
—No eres nadie, tampoco una simple ladrona. Porque una simple ladrona jamás tendría tal puntería y agilidad con las armas— Rachel, se inteligente o te llevarán a ti también con esos hombres.
—No tienes idea de lo que es crecer en la calle, ahí es o aprendes a mantenerte vivo o mueres. Aprender a utilizar armas fue solo un método para protegerme a mí y a mi familia.
—¿Eso es todo?
—No se que más quieres escuchar.
—Bien, no importa. Si me estás mintiendo tarde o temprano lo terminaré por descubrir.