Mi Gordita Bella.

Sergio la miro una vez más, Se dió la vuelta y salió a grandes pasos de la gran mansión.

Volvió a casa y se puso su pijama, se acostó en medio de su gran cama y miro al techo un largo rato. Sabía que sería demasiado difícil para esa pobre muchacha vivir sola, después de estar tanto tiempo acostumbrada al Señor Smith.

Narra Mía Smith.

Mi abuelo ha partido al cielo, la única persona que me quedaba en la vida, Mi abuelo me dió cobijo cuando mis padres murieron. Ahora no sé qué haré sin el.

La despedida del abuelo sería en la sala de la gran mansión, Mia sabía que asistiría mucha gente ya que el era un hombre muy querido, Pero sin duda los más esperados eran lo socios del abuelo, ya que uno de ellos era el nieto del mejor amigo del abuelo, en realidad yo no lo esperaba, había yo escuchado demasiadas cosas de él, y no precisa mente buenas, todos decían que tenía un carácter muy feo, que no le importaba hacer sentir mal a nadie y que no tenía ni un poco de aprecio hacia las demás personas, El abuelo decía que solo era una capa que el mismo se había puesto, para que nadie nunca lo lastimara. Pero por todo lo que había yo escuchado prefería no verlo.

La tarde transcurrió, mucha gente estaba presente, sinceramente me sentía desconsolada, no podía parar de llorar y es que me dolía tanto haberlo perdido. Uno de los socios del abuelo llegó, Era el Señor Oliver Jones. El se presentó y muy amable mente me dió su más sincero pésame, se veía una persona muy agradable. Las horas siguieron pasando, más y más gente llegaba, El timbre de la puerta sonó una vez más. Entró a la sala un enorme hombre, seguramente era el, su seriedad lo delataba, tenía un porte impecable y una seriedad inigualable, Estaba parado detrás de la multitud, alcance a ver cuándo Oliver se le acercó y le dijo algo, inmediatamente se dirigió hacia mi, yo me di la vuelta e hice como si no lo hubiera visto, se qué es una falta de respeto, pero valla que e de aceptar que su porte causa un poco de terror. Sentí cuando el posó una de sus manos en mi espalda, yo vire, estaba tan sorprendida, el era mucho más temible al tenerlo en frente. El sólo dijo unas cuantas palabras.

Sergio: Te acompaño en tu dolor.

Yo solo pude alcanzar a decir.

Mía: Gracias Señor.

El me miro una última vez, se dió la vuelta y salió a grandes pasos de la mansión.

Sin duda es como lo describieron, ni siquiera tuvo el valor de presentarse conmigo.

Pero bueno al fin que ni es una persona de mi interés. La noche transcurrió, yo me quedé toda la noche velando al abuelo, pronto sería hora de darle el último adiós. La cremación del abuelo sería muy personal, el había pedido que solo estuviera presente yo, su abogado,contador e igual amigó, y sus socios, le hubiera encantado que él señor Sergio Maldonado estuviera ahí, pero el no podría viajar de Colombia hasta Australia en una sola noche.