Ava es una joven a punto de graduarse de doctora el cual siempre ha sido su sueño, al conocer a maximiliano un hombre multimillonario quien queda hipnotizado por su belleza, su amor se basa en romance hasta que el tuvo un terrible accidente quedando en coma, ella se ve obligada a tomar decisiones si el, cuando el despierta el caos llega y ella descubre lo despiadado que es, ¿podrá Ava salir a tiempo de ese amor sin remedio?
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Un Masaje
Mientras íbamos en el auto, Alice le hacía muchas preguntas a Elías, y estos dos parecían tener una conexión especial.
Me limité a escucharlos, observando la forma en que se comunicaban con facilidad y naturalidad. Era como si fueran viejos amigos o algo más.
Finalmente, llegamos al centro comercial y Elías estacionó el auto. Alice y yo nos bajamos del vehículo, y Elías nos siguió, ofreciéndonos su brazo para que nos apoyáramos.
Alice aceptó su ofrecimiento, y yo me limité a caminar a su lado.
El centro comercial estaba lleno de gente, el ruido y la actividad me abrumaron un poco.
Pero Alice parecía disfrutar del ambiente, y Elías se mostró dispuesto a acompañarnos a donde quisiéramos ir.
Entramos a varias tiendas, Alice se probó varios vestidos mostrándoselos a Elías con una sonrisa coqueta.
Él se mostró encantado de darle su opinión, y Alice parecía disfrutar de su atención.
Me limité a observarlos, sintiendo un poco de curiosidad por la dinámica entre ellos.
Mientras Alice se probaba vestido tras vestido, Elías le daba su aprobación o sugerencias, y ella se reía y bromeaba con él.
En cuanto a mí, me limité a escoger los vestidos con la vista, sin decir mucho. No me sentía muy involucrada en la búsqueda de Alice, pero estaba dispuesta a acompañarla y apoyarla.
Elías parecía estar disfrutando del proceso, y Alice estaba radiante de felicidad.
Después de entrar en tantas tiendas y acumular todas las bolsas en nuestras manos, decidimos tomarnos un descanso y entramos a un lugar donde servían bebidas. Alice propuso una copa de vino, y Elías estuvo de acuerdo en que era una excelente idea.
Nos sentamos en una mesa en el exterior del local, rodeados de gente que disfrutaba del clima cálido y del ambiente relajado.
Elías pidió las bebidas y nos las trajo, entregándonos nuestras copas con una sonrisa.
Alice tomó un sorbo de su vino y cerró los ojos, disfrutando del sabor. Yo la imité, sintiendo el sabor suave y ligeramente dulce del vino.
Elías se sentó a nuestro lado, bebiendo su propia bebida y disfrutando del momento.
La conversación fluyó fácilmente, y hablamos de todo un poco, desde nuestras compras hasta nuestros planes para el futuro.
Elías se mostró interesado en nuestras vidas y nos hizo reír con sus comentarios graciosos.
Mientras disfrutábamos de nuestras bebidas, me sentí un poco más relajada y comencé a disfrutar del momento.
La compañía de Elías y Alice era agradable, y me gustaba la forma en que nos llevábamos.
Pero en el fondo de mi mente, todavía estaba pensando en mi esposo y en la situación que estaba viviendo.
Después de mucho tiempo, ya sentimos el efecto del vino en nuestro cuerpo. Alice y Elías estaban hablando muy de cerca y acaramelados, con sus rostros a pocos centímetros de distancia.
De repente, me sentí un poco incómoda con la situación y decidí interrumpirlos. —Ya es hora de irnos a casa—, les dije, intentando sonar lo más natural posible.
Alice y Elías se separaron un poco, mirándome con sorpresa y luego riendo. —Sí, creo que tienes razón—, dijo Alice, sonriendo. Elías asintió con la cabeza y se puso de pie, ayudándonos a recoger nuestras bolsas y pertenencias.
Mientras nos dirigíamos hacia el auto, me sentí un poco aliviada de que la noche estuviera llegando a su fin.
Llegamos a casa y bajé del auto, pero Alice parecía tener problemas para moverse. Elías la ayudó a bajar del vehículo y le pedí que la subiera a la habitación. Él asintió y la tomó del brazo, ayudándola a subir las escaleras.
Entramos en la habitación y la acostamos en la cama. Alice se dejó caer sobre la almohada con un suspiro de alivio. Elías salió de la habitación, dejándome sola con ella.
Me acerqué a Alice y le quité los tacones, sintiendo un poco de alivio por ella. Luego, la arropé con la manta y me aseguré de que estuviera cómoda. Alice cerró los ojos y se quedó dormida casi de inmediato.
Salí de la habitación en silencio, cerrando la puerta detrás de mí. Elías estaba esperando en el pasillo, con una mirada preocupada en su rostro.
—¿Está bien?—, me preguntó en voz baja. Asentí con la cabeza y le dije que sí, que solo necesitaba dormir.
Elías asintió,—bueno, me voy a dormir, buenas noches—
—Buenas noches—,le dije y entre a mi habitación.
Cuando entré a la habitación, encontré a Maximiliano sentado en la cama, leyendo un libro y con algunos gestos en su cara que indicaban que estaba absorto en la lectura.
Me fui directo al baño para tomar una ducha y cepillar mis dientes, sintiendo el agua caliente relajar mis músculos cansados.
Después de la ducha, salí y me puse una bata de seda que era un poco reveladora, todas mis pijamas son así.
La seda suave se deslizaba sobre mi piel, haciéndome sentir sensual y relajada. Sobre la bata, me coloqué un abrigo largo de la misma pijama, que me cubría y me hacía sentir más cómoda.
Me dirigí al espejo y comencé a peinar mi cabello, desenredándolo con cuidado. Mientras me peinaba, no pude evitar notar la mirada de Maximiliano a través del espejo.
Me terminé de peinar y me fui a la cama, notando que Maximiliano tenía unos gestos de dolor y se sobaba un poco las piernas. Me acerqué a él y le pregunté: —¿Estás bien? Te ves un poco incómodo—.
Maximiliano me miró y respondió: —Sí, estoy bien. Solo tengo un calambre en la pierna—.
Me preocupé un poco y le dije: —Déjame ayudarte—.
Fui al baño y salí con un ungüento en la mano. —Tengo una crema que puede ayudar con los espasmos. ¿Me permites?—, le pregunté.
Maximiliano me miró con interés, pero luego asintió con la cabeza.
Me senté a su lado y comencé a aplicar la crema en sus piernas, masajeando suavemente para ayudar a relajar los músculos, observe un poco de molestia en su cara.
—¿Te sientes mejor?—, le pregunté después de unos minutos.
—Duele, Pero me siento mejor—me dijo con una mirada tranquila.
Seguí masajeando sus piernas y pude notar que su dolor se alivió.
seguí masajeando sus piernas con delicadeza pero ejerciendo fuerza, tengo entendido por lo que he aprendido en el hospital como se realizan los masajes para aliviar los espasmos.
Masajeo ambas piernas desde la parte de los pies hasta las entre piernas, me concentro tanto en hacerlo muy bien para aliviar su dolor.
No me doy cuenta que ya mi trabajo estaba hecho, tanto que empecé a notar que maximiliano pasó de estar adolorido a muy relajado, y es ahí donde caigo en cuenta que ya es más que suficiente.
—Ya está—, dije, Maximiliano me observó con una mirada de agradecimiento.
Me levanté y fui al baño para enjuagarme las manos y dejar la crema.
Al salir, me quité la bata y la dejé sobre el sofá, quedándome solo con el mini vestido de pijama.
Me fui a mi lado de la cama y me acosté, observando que Maximiliano me miraba de forma extraña.
Me arropé con la manta y me acomodé para dormir. Después de unos segundos de silencio, escuché su voz ronca, pero tratando de ser suave: —Gracias—.
Le respondí con un simple —Está bien, buenas noches— y me dispuse a dormir, sintiendo que el silencio se cernía sobre nosotros de nuevo.
sentí como se acomodaba sobre la cama con dificultad y se arropaba.
La oscuridad de la habitación y el calor de la manta me envolvieron, y pronto comencé a sentirme somnolienta...