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Ecos Del Corazon

Ecos Del Corazon

Status: En proceso
Genre:Centrado emocionalmente / Autosuperación / La Vida Después del Adiós / Reencuentro
Popularitas:554
Nilai: 5
nombre de autor: Nijuma San

dos vidas al borde del abismo, sus sentimientos y emociones se cruzan, sueños inalcanzables.
Sora un chico de 19 años que ha abandonado sus sueños y Mai una chica de 18 que no sabe como avanzar, a donde nos llevará su encuentro.

NovelToon tiene autorización de Nijuma San para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 24: No fue para siempre

La brisa era suave, con esa frescura que solo llega después de una buena lluvia. Algunos pájaros empezaban a cantar de nuevo desde los aleros. Frente a la tienda del señor Hiroshi, las flores goteaban aún entre los arbustos, y una pequeña gota caía sobre el buzón rojo como una nota musical que marcaba el ritmo pausado de la tarde.

Más allá, en el arroyo, el agua corría más viva que nunca, entre las piedras pulidas por los años. El riachuelo brillaba con destellos plateados, y los rayos del sol se filtraban entre las hojas, creando sombras danzantes sobre el césped empapado.

Horas después, los rayos del sol se filtraban por la ventana.

Sora abrió los ojos. No del todo. Apenas lo suficiente para ver el techo blanco y reconocer el tenue aroma a alcohol y flores frescas.

No sabía cuánto tiempo había pasado. No sabía si soñaba o despertaba.

Sobre él, las sábanas parecían un océano. Todo era confuso, como si estuviera sumergido en una pintura que goteaba lentamente sobre su cuerpo.

A su lado, una mascarilla caída, un libro sin terminar, una lata vacía. Y más allá, la figura de su madre, dormida en la silla, con la frente apoyada en la baranda de la cama.

Sora permaneció acostado y lo primero que hizo fue apoyar su mano sobre la cabeza de su madre, con apenas fuerzas para sonreír, decidió no despertarla. Respiraba lento y tranquilo, con una mirada confundida, Sus ojos dirigieron su mirada hacia la ventana para ver si lograba observar algo. Apoyando su mano sobre la de Eri.

Cuando vuelve su mirada, ve a Eri despierta entre lágrimas mirándolo, como si viera un fantasma, sus ojos vidriosos y ojerosos, pero en ellos había una preocupación tan grande, que parecía imposible de soportar.

El silencio era profundo, pero no incómodo, por un instante sus miradas se encontraron y luego un abrazo tan largo, pero que Eri espero todo este tiempo, con lágrimas qué dolían tanto. Se abalanzó sobre Sora rodeándolo con sus brazos.

"Sora... hijo", decía Eri, con voz quebrada, "pensé que te perdía".

Sora sintió el calor del cuerpo de su madre y el leve temblor de sus manos. No necesitaba palabras. Solo ese abrazo, ese instante detenido en el tiempo, era suficiente para entender cuánto había dolido.

Su voz era apenas un susurro, quebrada como una hoja seca, "Estoy aquí, mamá..."

Eri se separó un poco, lo justo para poder mirarlo con los ojos empañados, y acarició su mejilla con ternura infinita. Le sonrió con ese tipo de sonrisa que esconde días enteros de llanto. "Hay alguien más aquí, Sora", dijo entonces, suavemente.

Sora ladeó apenas la cabeza, confundido, siguiendo la dirección que marcaba el dedo tembloroso de Eri.

Allí, al lado derecho de la cama, bajo una pequeña manta de hospital, en el suelo frío, dormía Mai. Acurrucada, con una mano cerrada sobre el borde de la sábana como si se hubiese quedado esperando que él despertara en cualquier momento. Su cabello estaba algo desordenado, una de sus mejillas enrojecida por apoyar tanto tiempo la cara sobre el suelo.

"No quiso irse", susurró Eri, mientras bajaba la voz como si no quisiera despertarla aún, "Estuvo aquí todos los días. Kaito, Emily, Cecili, Sato... todos vinieron, pero ella se quedó. No aceptó marcharse".

Sora se quedó mirándola en silencio. En su mente, las imágenes eran borrosas, pero había una certeza cálida en el pecho: ella no se había ido. Ella lo había esperado.

"¿Cuánto tiempo... estuve dormido?", preguntó, con la voz aún frágil.

Eri tomó su mano con delicadeza, como si temiera romperlo al hablar. "Cinco días, Sora. Fueron cinco días de no saber si ibas a despertar".

El silencio volvió, cargado de un peso que no se podía ver, pero sí sentir.

Fue entonces que Mai se movió ligeramente. Murmuró algo en sueños, y parpadeó con dificultad. Sus ojos se abrieron despacio, confusos al principio. Miró alrededor como quien busca su lugar en un mundo que había cambiado.

Cuando su mirada se cruzó con la de Sora, su rostro se iluminó de golpe, como si de pronto todo lo gris desapareciera.

"Sora...", dijo su nombre como si lo estuviera probando, como si no pudiera creer que realmente estaba allí, despierto.

Él la miró con la misma mezcla de asombro y ternura. Intentó levantar la mano para saludarla, pero solo logró mover los dedos. Aun así, fue suficiente.

Mai se levantó de un salto, sin pensar, sin medir, sin vergüenza. Tropezó con la manta y casi cae, pero se acercó rápidamente hasta el borde de la cama. Se agachó a su lado y lo miró fijamente, como si temiera que desapareciera si parpadeaba.

"Te quedaste dormido demasiado tiempo, ¿sabes?", dijo, intentando una sonrisa, pero sus ojos ya estaban llenos de lágrimas.

Sora parpadeó, apenas pudo hablar. "No quería preocuparlos..."

Mai soltó una risa temblorosa. "Lo lograste igual, tonto", dijo mientras se limpiaba la cara con la manga del suéter, "Pero... qué bueno que volviste. me preocupaste, a todos".

"disculpenme, Mamá, Mai. pero como estuvo el festival", preguntó él, con una chispa de humor en los labios.

"Te guarde dos manzanas acarameladas una de miel y la otra es de azucar, No sabía cuál te gustaba más así que..."

Y entonces ambos se quedaron en silencio, mirándose, con la paz de quienes no necesitan decir mucho para entenderlo todo.

Eri los observaba desde la silla, en silencio, con una pequeña sonrisa en el rostro y una lágrima solitaria que caía por su mejilla.

"He, bueno le avisaré a los demás que ya despertaste. Sí", dice Eri acercándose a la puerta lentamente observándolos a los dos y luego se va.

Sora ve a Mai que estaba sentada en la silla donde estaba Eri. Al verla no podía evitar recordar todo lo que había olvidado del pasado, tan rápido como una flashback de imágenes en su cabeza pasaron de golpe.

Como cuando se conocieron de niños, la mirada de Mai, los días de veranos pasados de su infancia. Luego Mai levanta la mirada viendo a Sora directo a los ojos, los cuales estaban vidriosos, una mirada pasiva y nostálgica a la vez.

"Mai, te recuerdo... Mai, te encontré", Dice Sora en voz baja y dulce, su mirada se suaviza al ver a Mai frente a él.

Mai no entendía, hasta que sus lágrimas comenzaron a caer sin razón, "Ya era hora tonto, pensé... pensé que me habías olvidado", dice Mai rompiendo en llantos.

"Como voy a olvidarte, si por ti me convertí en artista... eres el paisaje que atrapó a mis ojos", susurra Sora mientras apoya su mano sobre la de ella.

Mai aún sostenía la mano de Sora cuando se escucharon pasos apresurados por el pasillo. El sonido de un par de voces familiares se mezclaba con el crujido leve del piso encerado. Eri se giró hacia la puerta justo antes de que esta se abriera con cierta torpeza.

"¿Está despierto...?", preguntó una voz ansiosa, apenas contenida.

Era Kaito. Se detuvo en seco al ver a Sora con los ojos abiertos, recostado en la cama. Por un instante, no dijo nada. Lo miró como si necesitara tiempo para creerlo. Luego, sin pensarlo, entró junto con Emily, Cecili y Sato, todos apretujándose en la entrada del cuarto.

"¡Sora!", dijeron casi al unísono, cada uno con una mezcla de alivio, emoción y asombro.

Cecili fue la primera en avanzar con una sonrisa tan grande que le temblaban los labios. Traía en las manos una pequeña planta en una maceta de cerámica pintada a mano.

"¡Te traje esto!", exclamó, dejando la maceta sobre la mesita de noche, "Es un trébol de cuatro hojas... o al menos eso me dijeron en la tienda. Pero igual sirve, ¿no?."

Sato le siguió, levantando una bolsita con golosinas atadas con un lazo rojo", Y yo traje los caramelos que te gustan, aunque... bueno, ya se derritieron un poco."

Emily no dijo nada al principio. Se acercó en silencio, con los ojos cristalinos. Solo le tomó la mano con delicadeza y la apretó, sonriendo con una ternura suave, como si las palabras fueran innecesarias.

Kaito fue el último en acercarse. Se quedó unos segundos observando la escena, luego miró a Mai, que aún estaba agachada junto a la cama, y a su hermano, que ahora los observaba a todos, con una expresión entre confundida y conmovida.

"Hermano...", dijo, con una media sonrisa", Tardaste demasiado en despertar. Ya casi estuve a punto de hacerlo a golpes."

Sora esbozó una risa débil, pero sincera, "Entonces... fue un milagro que no lo hiciera", bromeó.

El cuarto se llenó de una risa suave, sincera. No era estruendosa, sino de esa que suena como una canción tranquila, que desarma los miedos. Por un momento, parecía que el hospital había desaparecido, que solo estaban ellos, como cuando eran niños en la plaza, o corriendo por el campo bajo la lluvia.

Mai se puso de pie, cediendo un poco de espacio. Pero sus ojos no se apartaban de Sora. Y él, aún débil, la buscaba también con la mirada, como si su despertar solo tuviera sentido si ella estaba ahí.

"No fue para siempre, después de todo...", murmuró Sora, mirando hacia el techo blanco",Solo fue un breve momento."

Kaito se cruzó de brazos, con una sonrisa orgullosa", Bienvenido de vuelta, Sora."

Emily, Cecili y Sato lo repitieron casi en coro, "Bienvenido."

"Perdónenme... Todos ustedes, debía decírselo hace tiempo", Dice Sora mientras ve a su madre, quien se acerca a él abrazándolo por los hombros. Y su abuela asintiendo con la mirada.

—No tenés nada que perdonar, hijo —dijo ella en voz baja, acariciándole el cabello—. Solo gracias por seguir aquí.

Desde un rincón, Yuka, la abuela, observaba en silencio. No dijo una palabra, pero sus ojos hablaban. Con un leve asentimiento, como una bendición muda, apoyó su mano en el corazón, cerró los ojos por un segundo y los volvió a abrir con una sonrisa.

El cuarto quedó en silencio. Uno de esos silencios que no pesan, sino que abrazan.

"Yo tengo una enfermedad...", dice Sora entre lágrimas, "y no me queda mucho tiempo..."

Las lágrimas de Eri y Yuka no podía esconderse, y el silencio luego invadió el cuarto. Emily fue la que lo rompió suavemente.

"Nos asustaste, Sora. Pero estás aquí... y eso basta.", dice ella entre lágrimas vidriosas como diamantes.

Cecili se acercó, acomodando los caramelo-deshielos sobre la mesa.

"No necesitamos explicaciones, ¿sabés? Solo queríamos verte sonreír otra vez."

Kaito se apoyó en la pared junto a la ventana, con los brazos cruzados.

"hagamos mas cosas juntos, pero después...", dijo con una sonrisa ladeada", Ahora solo descansá.

Sato soltó una risa.

"Sí, ya bastante loco fue correr hasta el hospital con las compras de Cecili. Mai casi me deja atrás."

Todos rieron un poco, incluso Eri, alzando una ceja hacia ellos.

"¿Y vos qué decís, Mai?", preguntó Kaito, con cierta picardía.

Mai no respondió enseguida. Se acercó de nuevo a la cama y miró a Sora a los ojos. No había lágrimas, ni palabras grandes, solo una mirada tan limpia y firme como la luz del amanecer tras la tormenta.

"Digo que... estoy feliz. Eso es todo", dice ella con una sonrisa cálida.

Sora la miró, y por primera vez en días, sintió que podía respirar sin miedo.

"Gracias por no irse", les dijo, viendo a todos a la cara.

Mai asintió, apretando su mano.

"No iba a hacerlo."

La brisa entró por la ventana entreabierta. Afuera, los pájaros cantaban de nuevo, como si celebraran el regreso de algo importante. El trébol de cuatro hojas en la mesita se movía apenas, como saludando.

Y en medio de aquel cuarto de hospital, que por un momento se había transformado en refugio, familia y promesa, todos supieron que, aunque el camino por recorrer aún sería difícil, ya no lo harían solos.

Pasaron los tres días y Sora fue dado de alta, Eri su madre fue quien lo retiro, camino junto con él por el pueblo tranquilamente, "¿Quieres que compre algo para tomar?", preguntó.

"Sí, quiero una botella con agua mamá", respondió Sora.

Pasaban justo por la tienda del señor Hiroshi, y allí se encontraban Yui y Mai, Kaito se encontraba reponiendo algunos productos, "Hola señora Eri, ¿cómo se encuentra Sora?", preguntó Yui.

Mai estaba inquieta mirando para afuera de un costado a otro, para ver si lograba verlo, Ya que todos sabían que hoy Sora saldría del Hospital.

"Gracias por preguntar, él se encuentra bien. De hecho está sentado en la banca de afuera", les cuenta Eri, con una voz de felicidad notable.

"Haa, señora Eri, si gusta podría llevarlos en mi camioneta", dice el Hiroshi, saliendo detrás de la puerta de la despensa.

"Sé lo agradezco, pero Sora prefiere caminar, aunque sea lentamente. Dice que es para recuperarse", Respondió Eri.

Mai sale afuera, para ver a Sora Dejando que su mamá atienda a Eri en el mostrador, al salir, la puerta de la tienda se cerró tras ella con un suave tintinear de campanillas, Sus ojos recorrieron la calle hasta que lo vio.

Sora estaba sentado en una de las bancas de madera, bajo la sombra de un arbol que apenas comenzaba a dar brotes, El sol de la tarde filtraba luz dorada entre las ramas, y una leve brisa agitaba su cabello oscuro. Tenía una mirada distraida perdida en sus pensamientos, y aunque sus movimientos eran lentos, su expresión era tranquila.

Cuando la vio, su rostro se iluminó con una sonrisa apenas dibujada, de esas que no necesitan ser grandes para ser reales.

"Mai…", dijo, como si su nombre por sí solo bastara.

Ella no dijo nada al principio. Caminó hasta él con pasos firmes pero nerviosos, como si cada paso se midiera con la emoción de los días pasados. Cuando estuvo frente a él, se agachó un poco para quedar a su altura, apoyando una mano en el respaldo de la banca.

"Estás bien", susurró, como si lo necesitara confirmar con sus propios ojos.

Sora asintió despacio.

"Sí… creo que sí. Aunque me siento como si hubiera vuelto de un sueño muy largo."

Luego Eri sale del supermercado, entregándole la botella a Sora, "Bueno ya nos vamos", le dice a mai, "Nos vemos luego", saluda con un beso en la mejilla y luego se retira con Eri. Mientras Mai se quedó viéndolos como se alejaban lentamente del lugar.

Eri no se apartaba de su hijo en ningún momento, caminaba junto a el pegado de su brazo derecho.

Paseando por el pueblo, admirando cada detalle, cada rincón, "debimos hacer esto, cuando llegamos", dice Eri.

La mirada de Sora se vuelve hacia su madre, "Mamá...", dice Sora sonriendo, "Gracias por todo."

El viento se levanta, envolviéndolos en un baile de hojas de las flores que los rodeaban, un viento cálido que los abrazaba con delicadeza. Eri ve a su hijo, y sus ojos marrones se turnaron en un color Naranja rojizo. Eri conocía esa mirada en Sora, una que tenía determinación en algo que pensaba terminar.

Sabía bien que él tiempo de Sora en el mundo, no sería para siempre.

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Ian Versalli
me encanta este trabajo, es una historia que te despierta curiosidad, lo recomiendo, me deja con ganas de seguir leyendo, espero que actualices pronto y muy buen trabajo
Sakurashima
mientras más leo, más íntereaante es, actualiza rápido por favor/Sob//Sob//Joyful//Joyful//Joyful/
Sakurashima
en, mi opinión me encanta el libro, tiene un buena trama, tiene su parte realista, y es intrigante, quiero saber como terminara, y espero no lo haga pronto, llore en la parte del capítulo 11, le doy 4 estrellas por que aun no a terminado y queda inconcluso, y bueno también por que no actualizas rápido, pero es buena la historia, y tiene personajes que llegas a amar.
Mina
Tu historia parece bastante buena, ¡más porfa! 🤩
boing fortificado
¡Necesito saber qué pasa después! Actualiza pronto, por favorrr 😍
lyPoppy
Esto será adictivo 🤩
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