Códigos Del Corazón. (Amor En Tiempos Robóticos)

Aria:

A los ojos de Aria, Max seguía siendo el hombre de sus sueños, viniera de donde viniera. Lo amaba y este deseo que sentia por él, se hacía cada vez más grande con solo su presencia.

Aria lo observó. Estaba totalmente mojado por la lluvia y esto le resultaba muy atractivo pero a pesar del desorden de sentimientos en su interior. Logro equilibrar su voz y preguntar. —¿Qué estás haciendo aquí, Max?

Él con la mirada fija en ella, respondió sin acobardarse. —Necesitaba verte. Hay algo que debemos hablar.

Aria respiró profundo, no dejando de ver sus hermosos ojos azules. Sabía que no debía permitírselo pero su corazón habló por ella.

—Esta bien —le dijo la chica de ojos color avellana y lo invito a entrar, no sin antes cersionarse de que no hubiera nadie en el pasillo.

Viendo que estaba vacío, cerró la puerta y activó la alarma por precaución.

En ese momento Aria se dio la vuelta para enfrentarlo pero fue sorprendida por Max. Él la abrazo a su cuerpo y la besó con pasión desenfrenada.

Ella hubiera querido escuchar la voz de la razón y alejarlo pero no pudo. Había soñado con este momento durante mucho tiempo y era tan real, que su mente rebosaba de alegría.

Max la tomó en sus brazos fuertes y fornidos como dos barras de hierro y no se detuvo. Besarla fue tal como lo imaginó, como estar en el cielo, y al ver su respuesta ante él, supo que esta había sido la decisión correcta.

El chico de ojos azules, hubiera preferido quedarse besandola toda la noche y algo más pero primero necesitaba explicarse.

Asi que a regañadientes Max se alejó de ella y desveló sus más íntimos sentimientos.

—Aria, me gustas —dijo Max, las palabras que tanto se había negado a hacer realidad.

Aria con ojos vidriosos por el deseo y por el amor que sentia por él. Sonrió tomando el rostro de él, con sus delicadas manos.

—Yo también siento lo mismo, Max , ¿cómo no puedo hacerlo? Te veo y hablo contigo a diario por medio de Maxwell.

Él alejó su mirada sintiéndose incómodo ante la mención del robot. —Como hubiera querido que experimentarás todo conmigo y no con una copia de mi ser —dijo con amargura.

Aria volvió a girar su rostro para que la observara.

—Max, nadie es culpable aquí. Este momento es el resultado de nuestras decisiones y no me arrepiento de haber comprado tu identidad.

A pesar de sus palabras, la expresión de Max seguía siendo triste. —¿Tu identidad?. Nuestras vidas están siendo controladas por Robotech. No puedes ignorar eso.

Aria se vio confundida por estas palabras —¿Qué quieres decir?, yo compre tu identidad Max y eres mío —dijo con una fuerza en su voz, que no admitía discusiones.

El chico de ojos azules se sintió alagado por sus palabras pero esto no lo tranquilizó del todo.

—Soy tuyo, lo sé, pero eso no es lo que cree RoboTech. Hoy tuve una visita de la Dra Elora; su directora Titania, se enteró de que incumpli el contrato y quiere llevarme a juicio.

Aria se vio molesta por esto. —No pueden hacer eso. Yo tengo los derechos sobre Maxwell, compré tu identidad. Cosa que quiero cambiar por cierto. Te devolvere lo que es tuyo y tu estarás conmigo por voluntad propia. —Ella respiró profundamente exhausta por la situación.

Max se acercó a Aria con una nueva esperanza en su corazón. Sabía que podrían solucionarlo de alguna manera.

—No quiero verte asi, Aria —le dijo con dulzura—. Descuida todo saldrá bien y..., gracias por querer devolverme mi identidad pero debo decirte que no importa como resulten las cosas. No quiero separarme de ti, incluso si eso implica que te quedes con mi persona para siempre.

El corazón de la chica, vibró de alegría por esta confesión, logrando que se disiparan las sombras del enojo que estában empezando a crecer en su interior a causa de Robotech.

—Max, la tecnología nos ha arrebatado la autenticidad pero jamás la dejaremos ganar. Tendremos nuestras vidas devuelta, eso lo prometo —dijo Aria con seguridad, pondría todo en sus manos para que así fuera.

Ella continuó. —Ahora, ¿que sugieres que hagamos? —Preguntó y sin ningún grado de timidez, acarició su rostro como siempre habia querido.

La mirada de Max se tornó intensa ante las dulces caricias de esta chica.

—Podemos empezar por decirnos la verdad. Aria, no puedo dejar de pensar en ti y me atrevo a decir que estoy enamorado. —Declaró él, admirando la belleza y dulzura que irradiaba esta mujer.

Aria le sonrió, siempre quiso escuchar eso de sus labios. —Max, desde que te vi por primera vez, algo cambió en mí. Maxwell es increíble, pero tú..., tú eres real. No puedo negar que tambien estoy enamorada de ti.

Max, sintiendo una oleada de emociones, se inclinó hacia Aria. Sus labios se encontraron nuevamente en un beso apasionado que rompió las barreras de la artificialidad que habían generado en sus vidas. En ese momento, el mundo de Robo Tech parecía desvanecerse, dejando solo la verdad cruda de sus sentimientos.

Aria apartándose ligeramente, dijo algo que estaba segura, él quería oír. —Max, no me importa tu estatus social, ni el control de Robotech. Solo quiero tu amor, algo genuino. Si te hubiera conocido antes, no habría comprado ese robot.

Los ojos azules de Max brillaron. Había descubierto su tesoro y estaba dispuesto a defenderlo de lo que sea que se avecinara.

—Aria, estoy listo para ser yo mismo, para enfrentar las consecuencias. Quiero estar contigo, no como un programa, sino como Max el de carne y hueso.

La chica sonrió, sintiendo una libertad que no había experimentado antes. Se alejó de él para luego, extenderle una mano. —Entonces, ¿qué esperamos?

Ambos se dirigieron hacia a la habitación, dejando atrás las sombras de RoboTech y abrazando la autenticidad de su conexión.

Aquella noche, mientras el cielo se desgarraba con relámpagos sobre la ciudad. Aria y Max descubrieron que el significado del amor real no podía ser replicado por la tecnología. Sus cuerpos y almas se entrelazaron, y en ese momento de conexión humana, sintieron que por fin estaban completos.

Mientras juntos se entregaban al amor...

Titanía, desde las sombras, observaba su terminal de comunicación. La imagen del robot no mentía. Max había vuelto a cruzar la línea.

—¿Es así como quieres jugar? Debiste quedarte sentado y obedecer como un buen niño. Ahora sufrirás las consecuencias, Max Quantum —dijo la mujer de cabellos rojos como la sangre con una sonrisa siniestra.

–Spencer ya sabes que hacer. —El hombre corpulento asintió y se retiró de la sala.

Titania, aunque apreciando la fuerza de resistencia de Max. No podía dejar que ganara, este desacato representaba un desafío para mantener el control de Robo Tech. Su más grande tesoro, su huevo de oro.

...Titanía Prime...