Un Consejo: Nunca Digas Nunca

🍇 𝓐𝓷𝓰𝓮𝓵𝓸 🍇

Dios, cómo duele. ¿Por qué el destino es así? ¿Por qué esa mujer llegó a mi vida de esa manera? ¿Por qué me enamoré? Yo que en mis treinta años jamás me he enamorado, y la primera vez que lo hago es de un espejismo, una falsaria.

Bajé a la primera planta con la cabeza gacha y, antes de ir donde está mi papá con Sigifredi, fui por una botella de vino a la cava y me la bebí como si fuera agua. Era la botella que tenía reservada para tomar esta noche con Gin... Georgina en nuestra cama haciendo el amor.

Cuando la terminé, estrellé la botella en la pared; ante el ruido que hice, todos entraron a ver qué pasaba mientras que yo estoy en el suelo llorando.

—Hijo, ¿qué te pasa? —Papá se acerca para ayudarme a levantar.

—¡Papá, ella se fue! Huyó, se burló de mí y de mi amor. —Papá me levanta y me sienta en uno de los sillones de la cava.

—Entonces, ¿es cierto lo que usted nos dijo, Antuan? ¿Acá estaba viviendo una mujer que se hizo pasar por mi hija? —Esto es de no creer. Sigifredi debe de pensar que esto es una locura.

—Sí, Sigifredi. Ya le expliqué junto a Piero cómo fueron las cosas.

—¡Esa mujer cometió un delito! Hay que denunciarla para que pague por hacerse pasar por mi hija. Mañana a primera hora pongo la denuncia. —Sigifredi amenazó con hacerle daño a Georgina.

—¡No! —Todos me miran asustados ante el grito que metí—. No quiero que pague, no quiero saber nada de ella.

—¿No? ¿Pero qué te pasa, Stromboli? —Sigifredi se dirige a mí, indignado.

—¡Déjenla! Ya se fue, ya hizo el daño que hizo. ¿Ya que? —Yo la amo y no quiero hacerle daño. Solo quiero olvidarla.

—¡Eso jamás! ¡Ella se hizo pasar por mi hija y nos engañó! —Sigifredi insistía.

—Pero usted no tiene pruebas. Es más, ni siquiera sabe quién es, y yo no sé si se lo diré. —Será lo último que haga por ti... Georgina.

—Stromboli, si así quiere poner las cosas, yo no la voy a demandar. Pero mañana vengo con mi abogado para que me devuelva La Simblia, porque yo sí tengo pruebas de que Gina no estuvo con usted, a no ser que...

—¿A no ser que? ¡Hable Pastori! —A mí nadie me va a amenazar.

—A no ser que se quede con la verdadera Gina. ¡Ahí sí le voy a dejar esta tierra como si no hubiera pasado nada! —El imbécil da su última opción.

—¡Papá, yo no me quiero quedar aquí! Ya no estoy con Jordan, ya aprendí la lección. Déjame volver con ustedes. —Por fin la chica que estaba muy callada habló. Es triste que su papá crea que ella es un objeto, una moneda de cambio.

—Te quedas, Gina. Ese fue el negocio, que te casaras con Angelo Stromboli a cambio de La Simblia. —A pesar de las súplicas de Gina, al viejo Pastori no le importó.

—No, Sigifredi, yo acepté esta locura porque mi hija estaba en peligro con ese vividor. Pero él la dejó, ya no hay necesidad de que esté casada con Angelo. —Esta vez la que intervino fue la esposa de Pastori.

—De hecho, su hija y yo no estamos casados, señor Pastori. La que firmó es una usurpadora y esa firma es falsa; por lo tanto, el matrimonio es inválido. —Con todo este rollo, mi borrachera se fue a los talones. ¿Que se cree este señor, que me va a imponer otra esposa? Eso ya es demasiado para mí.

—No hay problema, Angelo, se vuelven a casar y listo. A no ser que mañana haga lo que le dije y me devuelva La Simblia haciendo válidas las cláusulas de incumplimiento.

—Denos una semana para pensarlo, señor Pastori. —Mi padre responde por mí; yo ya no tengo ánimos de seguir discutiendo.

—Solo les doy una semana. Antuan, si su hijo no entra en razón, me devuelven La Simblia y el producido de esa semana de cosecha. Mañana les hago llegar el nuevo convenio para que me lo regresen debidamente firmado. —Espero que en una semana cambie de opinión.

—Aceptamos. —De nuevo mi padre responde por mí.

—¡Pero papá! —La verdadera Gina refuta lo que propone su papá.

—¡Pero nada, Gina! Sophia, Rita, nos vamos. Y tú, Gina, te quedas con tu futuro esposo; es mi última palabra. —La señora Rita mira con rabia a su esposo, pero obedece a su pedido de irse.

Veo que el señor Pastori se va con su esposa y su otra hija, mientras que la verdadera Gina se queda llorando sin hacer nada. Luego uno de los guardaespaldas baja una maleta de la camioneta y se la entrega.

—Gracias, Braulio —le agradece entre sollozos.

—Lo siento, niña Gina. Perdóneme por no cuidarla bien ese día en el hangar; hoy es mi último día de trabajo, ya su papá me lo notificó. —El guardaespaldas se ve triste.

—La que debe pedir disculpas soy yo, Braulio. Por mi culpa estás en esta situación. —Gina se ve preocupada por el despido de su guardaespaldas.

—Tranquila, niña, algo conseguiré. Gracias por todo y ojalá algún día nos volvamos a ver.

Gina se despidió de su guardaespaldas, y ya Aghata la estaba esperando para llevarla a la habitación de huéspedes. En ningún momento hablamos; esta situación es demasiado para mí. El que tomó la decisión de seguir con la Simblia es mi papá; yo la verdad ya no quiero nada, no quiero ya esta tierra. Todo lo que ha pasado solo por querer tenerla, y además sumado a eso está la actitud de Sigifredi Pastori. Es muy raro que quiera que yo me quede con su hija a como dé lugar. Esto me rebasa; me quedé en la cava a seguir tomando, necesito pensar bien qué hacer.

🍇 𝓖𝓮𝓸𝓻𝓰𝓲𝓷𝓪 🍇

Salí rápidamente de la hacienda por la parte de atrás con la ayuda de Aghata, que me fue a advertir que mi supuesto papá había llegado. No me atreví a preguntar cómo se dio cuenta de que yo no era la verdadera Gina Pastori; lo importante es que me ayudó a salir de ese lugar.

Llegué a la entrada de la hacienda, pude salir sin ser vista, pues el guardia que estaba en la portada entró a la hacienda, pues había una discusión en la sala. Cuando iba caminando en la carretera, se me acercó un auto, me pitó y, al mirar hacia el conductor, me habló:

—¡Sube!

Seguí caminando, no le hice caso y volvió a hablar.

—Aghata me pidió el favor de que te llevara a Florencia. Sube, te voy a ayudar a huir.

Ahí sí supe que ese chico estaba ayudándome por petición de Aghata. Me subí y, al llegar a Florencia, me dejó en una posada cerca del aeropuerto. Le di las gracias, no me quiso recibir dinero, entré y me registré en la recepción. Usé mi verdadero nombre; ya no había caso en que me escondiera más. Si Angelo quiere buscarme para que pague por lo que hice, me encontrará fácilmente.